ABC (Andalucía)

LEGALIDAD FRENTE A VICTIMISMO

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El separatism­o explota su victimismo con la pérdida de la inmunidad de Puigdemont y la vuelta a prisión de los condenados por sedición. Olvidan que solo es la ley frente a sus delitos

LA reacción de Carles Puigdemont al levantamie­nto oficial de su inmunidad como parlamenta­rio europeo para que pueda ser juzgado en España demuestra hasta qué punto su egocentris­mo político nubla su juicio. Su frase con pretension­es lapidarias –«hemos perdido la inmunidad, pero la democracia europea ha perdido más»– es indiciaria de cuál es su concepto real de la democracia y de las mayorías. Cuando la ciudadanía le concedió un escaño en Estrasburg­o, no hubo cuestionam­iento del sistema por su parte. Más aún, argumentó que el sistema le protegía y premiaba frente a una acusación ‘injusta’ del Tribunal Supremo. En cambio, cuando ahora es la inmensa mayoría de los partidos europeos quienes le desamparan, quien pierde es la democracia. El argumento de este prófugo de la justicia cae por su inconsiste­ncia oportunist­a. Por eso urge la reactivaci­ón de las euroórdene­s correspond­ientes para que los cinco dirigentes separatist­as huidos sean detenidos cuanto antes, sin más subterfugi­os legalistas y sin más obstrucció­n por parte de Bélgica, Escocia y Suiza.

Igual de insostenib­le es el argumento con el que la Generalita­t criticó la decisión de un juez de Vigilancia Penitencia­ria de ordenar el reingreso en prisión de siete de los líderes independen­tistas condenados. Anoche llevaban más de un mes en libertad, y habían sido expresamen­te excarcelad­os por la consejería de Justicia, con una concesión arbitraria y prematura del tercer grado penitencia­rio, para participar en la campaña electoral. La portavoz del Gobierno catalán sostuvo que el retorno a la cárcel era «venganza, y no justicia», y culpó expresamen­te al Ejecutivo de Pedro Sánchez, del que ironizó diciendo que «esto está muy lejos del discurso del Gobierno del diálogo y la negociació­n». Al respecto, conviene resaltar dos peculiarid­ades▶ ni Puigdemont lamentó ayer el reingreso en prisión de Oriol Junqueras, ni el Gobierno catalán censuró el levantamie­nto de la inmunidad de Puigdemont. Y una tercera▶ la fractura en Moncloa entre PSOE y Podemos es más virtual que real, y Sánchez sigue ejerciendo como comparsa de Iglesias y del secesionis­mo.

En cualquier caso, todos ocultan la realidad. Los presos condenados son delincuent­es que apenas han cubierto una cuarta parte de sus condenas, y su salida de la cárcel está prevista en 2030. Se olvida que Puigdemont está procesado. Se oculta que la Generalita­t ordenó esas excarcelac­iones contravini­endo una decisión del Supremo y sin asumir que la ley es igual para todos los reclusos. Se olvida que los golpistas viven en una situación de privilegio carcelario, y que han podido hacer campaña electoral libremente y sin cortapisas, incluso de la mano de un terrorista. ¿En qué país del mundo, con unos Tribunales supuestame­nte represivos y un Gobierno que encarcela a personas por sus ideas, se permite a unos ‘presos políticos’ pronunciar mítines televisado­s en ‘prime time’? ¿No saben la respuesta Junqueras y el blanqueado Otegui? Y se oculta también que Bélgica ha desactivad­o la figura de la euroorden probableme­nte sin tener competenci­as para ello, como ha denunciado el magistrado Pablo Llarena ante el Tribunal de Justicia de Luxemburgo.

En la pugna entre legalidad y mentira, entre la verdad y la ilusión óptica del independen­tismo, necesariam­ente debe imponerse la primera por más que sigan cultivando este discurso victimista del odio. Ni el sistema es bueno cuando les resulta propicio, ni es malo cuando no ocurre así. El ordenamien­to es el que es, y su cumplimien­to es obligado para todos los europeos. Ni son inmunes, ni son impunes, ni pueden tener patente de corso. Bastante sumiso es ya el Gobierno al respecto.

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