Vetado para traducir a Gorman al catalán por no ser mujer y negra
El traductor Víctor Obiols denuncia que ha sido rechazado por no «ajustarse al perfil»
Mary Shelley (izquierda) conoció a los 16 años al escritor Percy Bysshe Shelley (debajo), que era discípulo de su padre, estaba casado y tenía un hijo. Se enamoraron y juntos emprendieron una romántica huida desde su Inglaterra natal. Acuciados siempre por las penurias económicas, se casaron cuando Percy enviudó de Harriet, a finales de 1816. En el verano de ese año, pasaron varias semanas en una mansión suiza junto con Lord Byron, estancia durante la que Mary empezó a alumbrar la que luego sería su obra maestra, ‘Frankenstein’ (arriba) escribiendo para ella, y se suelta de una manera muy sorprendente. Son desahogos que tienen mucha fuerza literaria. Tienen una cierta obscenidad, en el sentido de que son páginas que no estaban pensadas para un destinatario público, estás metiéndote en su taller más íntimo». Pero Mary no quemó aquellas páginas. «Hay mucha potencia expresiva –continúa Torné–. Es como si estuvieras viendo un cuadro expresionista. Ves pinceladas muy expresivas, ves el brochazo, el chorro de imágenes descontroladas... Es una prosa monstruosa, pero para bien, es un caudal de material en vivo. Es muy impresionante, muy bueno literariamente. Libera mucha energía creativa, está lleno de figuras, metáforas, es una prosa muy buena, pero descontrolada».
Mary escribe porque Percy le animaba a ello, le decía que perseverara, y, una vez muerto, se agarra a las palabras como el único asidero que encuentra para superar su ausencia▶ «Escribo, escribo como te prometí, pero ya ves lo que escribo. Oh, amado mío, no me dejes tan sola en este desierto. Me he convencido de que mientras hable y actúe, aunque se trata de un simulacro de vida, nuestra existencia conjunta continuará de alguna manera y tú no abandonarás definitivamente este mundo». «Recurrí a este cuaderno para descargar en él los excesos de una mente demasiado llena de las aguas amargas de la vida», confiesa.
Tiempo detenido
El tiempo, para ella, se ha detenido. No le importa el futuro, no quiere adentrarse en él sin Percy▶ «No estoy destinada a vivir mucho tiempo, ¡no quiero pasar mucho más tiempo aquí! Cualquiera puede saber que el desprecio a la vida consume la sustancia viviente. Separada del mundo, no puedo esperar que el mundo me soporte mucho tiempo. Para mí todo está muerto». Y a Percy se dirige en el diario como si fuera su principal, su único destinatario▶ «Tu marcha me ha enajenado de mi entorno, ya no puedo respirar este aire, te necesito para volver a ser feliz. Eso es todo. Ya no disfruto con nada, pero sigo amando. La muerte no sabe cómo privarme del triunfo del dolor (...) El dolor se ha apoderado de los rincones más queridos de mi alma». Hasta el final, en el que parece atisbar, sin asirlo, un halo de esperanza▶ «Mis palabras suenan como prolongaciones de una vanidad extravagante, pero no soy una persona vanidosa. Aun así, lo atesoro, atesoro este pensamiento como una incitación para esforzarme, para estar más cerca de ti, mientras me alejo del duelo. Un primer latido de esperanza. ¿Me ayudarás a merecerte?».
«El libro hace muy buena pareja con ‘Frankenstein’. ‘Frankenstein’ es una voz rarísima, una voz muy madura, y en los diarios encuentras esa voz, la voz detrás de la máscara de ‘Frankenstein’ es esta. Es la voz que ha escrito ‘Frankenstein’», remata Gonzalo Torné. Una voz, por fin, recuperada.
Mismo caso, diferentes protagonistas. «Me habían encargado la traducción al catalán de su famoso poema, pero sin embargo...», se lamentaba ayer el poeta, músico y traductor Víctor Obiols, también conocido como Víctor Bocanegra, para explicar que le acababa de pasar algo bastante parecido a lo que ocurrió hace sólo unos días con la escritora holandesa Marieke Lucas Rijneveld. «Como la holandesa, he sido víctima de la nueva inquisición», aseguraba en sus redes sociales Obiols, conocido y reconocido por sus traducciones al catalán de Oscar Wilde, William Shakespeare, Stella Gibbons y Stéphane Mallarmé, entre otros. Y como con la holandesa, todos los caminos conducen a Amanda Gorman, la joven poeta que recitó en la toma de posesión de Joe Biden el pasado mes de enero.
Todo empezó a finales de febrero, cuando Marieke Lucas Rijneveld, escritora además de traductora y ganadora del Booker Internacional con ‘La inquietud de la noche’, recibió el encargo de traducir al neerlandés el poema ‘The Hill We Climb’. Una elección aparentemente bendecida por la propia Gorman, según dijo en su momento la editorial holandesa Meulenhoff que, sin embargo, chocó con el rechazo frontal de la periodista y activista Janice
Deul, quien afeó públicamente a la editorial haber escogido a una autora blanca y no a una afroholandesa para traducir a una poeta afroamericana. «Es una elección incomprensible, en mi opinión y en la de muchos otros que expresaron su dolor, frustración, enojo y decepción a través de las redes sociales», dijo Deul, para quien la traductora de Gorman debería ser «joven, mujer y negra». Tal fue el alboroto que se organizó en redes sociales que Rijneveld, azorada, acabó renunciando al encargo convencida de que no estaba en condiciones de «pensar y sentir de esa manera».
Con Víctor Obiols ni siquiera ha hecho falta orquestar una campaña en redes sociales▶ una llamada de la editorial americana ha bastado para que su trabajo con los versos de ‘El turó que enfilem’, traducción de ‘The Hill We Climb’ que Univers, sello del Grup Enciclopèdia, preveía para el 8 de abril, haya quedado en nada. «Vetado porque, a pesar de admirar mi currículum vitae, quieren una traductora mujer, activista y preferiblemente negra», compartió ayer el poeta y traductor. «Hoy Univers me tenía que pasar el contrato. Tendré que buscar betún...», lamentaba con sorna.
Desde la editorial catalana se limitaron ayer a confirmar que, en efecto, la decisión de prescindir de Obiols venía de la editorial estadounidense y que aún no tienen recambio. «Enviaron un correo a Univers diciendo que finalmente mi perfil no se ajustaba a lo que buscaban para la traducción de Amanda Gorman», detalló en declaraciones a Rac1 Obiols, que ya había entregado la traducción finalizada. «Me han dicho que me pagarán», se consolaba.
Polémica Univers tenía que publicar la versión de Obiols de ‘The Hill We Climb’▶ «He sido víctima de la nueva inquisición»
Revela noticias buenas y malas la respuesta del Gobierno a unas preguntas parlamentarias realizadas por diputados del PP sobre el caso del Galeón San José, hundido en 1708 cerca de Cartagena de Indias y que a punto estuvo de ser expoliado por una empresa en la que figuraban conocidos cazatesoros a la que contrató el Ejecutivo colombiano.
Por un lado, el Gobierno español reiteró ayer que mantiene conversaciones para «la mejor protección y conservación del patrimonio común». La declaración es tan general que pasaría por buena, si no se supiera que Colombia sigue manteniendo en vigor el contrato con la misma empresa con la que iba a expoliar el San José –vendiendo buena parte de su contenido– a pesar de que en este momento no se plantea ese tipo de comercialización.
Indemnizaciones
Destacados especialistas de ambos países han criticado que la misma compañía contratada para excavar y vender sirva ahora cuando se trata de poner en pie un proyecto serio y científico. Señalan que las indemnizaciones comprometidas por el expresidente Juan Manuel Santos podría explicar el hecho de que Colombia no rompa con los cazatesoros.
España insiste en que se ha ofrecido además «cooperación técnica» a los colombianos en este último año para actuar conjuntamente en la recuperación del pecio. Pero lo hace sin exigir a Colombia un cambio de socios, aquellos cuyo fin principal era vender hasta la mitad de los objetos extraídos y mantener a España fuera de toda participación en la excavación ni el estudio del pecio, uno de los más importantes de la historia y el patrimonio común.
El Gobierno español ha respondido con esas generalidades a las preguntas parlamentarias. En este sentido, ha recordado que una de las medidas del Plan Nacional de Protección del Patrimonio Arqueológico Subacuático establece la colaboración con otros países. Colombia no es signataria de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático 2001, no ha ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar ni reconoce el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. «Pero ambos gobiernos están en conversaciones, han expresado su preocupación por este tema y se considera esencial la colaboración». Elocuencia no falta.