Alejo Schapire Autor de ‘La traición progresista’
El ensayista argentino analiza los riesgos de la nueva moral de la izquierda puritana
Hubo un tiempo en el que ser progresista y luchar por la libertad de expresión eran sinónimos, sostiene Alejo Schapire (Buenos Aires, 1973). Un tiempo en que la izquierda impulsaba la liberación sexual, se abría a consensos y repudiaba los totalitarismos. Ahora no; ahora el progresismo se ha abrazado a nuevas formas de censura, limita la libertad de expresión y pretende imponer un nuevo puritanismo. Esta es la tesis de ‘La traición progresista’ (Península, Libros del Zorzal, 2021), el ensayo en el que el comentarista especializado en cultura y política exterior, residente en Francia, analiza los riesgos del progresismo biempensante.
—¿Qué es el progresismo puritano?
—Cada día se cancela una nueva obra, un nuevo artista, un nuevo escritor o se persigue y desautoriza públicamente a un nuevo director para sacarlo del circuito de lo que se puede consumir como cultura. Ocurre con clásicos del cine como ‘Lo que el viento se llevó’ o con dibujos animados de Disney, ya sean ‘Dumbo’ o ‘Peter Pan’, que salen del catálogo infantil de Netflix. Recientemente han desautorizado a la traductora de la poeta Amanda Gorman, la que estuvo en la inauguración de Joe Biden, por ser blanca. El neopuritanismo valora a las personas en función del color de su piel o su sexualidad, no por lo que hacen, sino por sus condiciones de nacimiento. La izquierda que venía a emanciparse de los determinismos ha recuperado este lenguaje y, en nombre de la defensa de las minorías, practica la censura, que es la nueva novia del progresismo. Persigue obsesivamente todo lo que pueda sonar a racismo o sexismo para tener una bruja a la que quemar.
—¿Se ha convertido la nueva izquierda en una nueva inquisición?
—Es una mezcla de inquisición, en el sentido de que busca una pureza permanente, y macartismo, pues establece listas negras. Realmente es una infantilización de la sociedad, a la que pretende preservar de todas las influencias que consideran nefastas. Funcionan como ligas de la virtud que establecen qué es lo políticamente correcto y quién es el enemigo▶ el fascista o racista, una concepción que se amplía día a día. Ya no basta con no ser racista, hay que ser activamente antirracista y con criterios muy particulares. Es una izquierda totalitaria.
—¿Cómo se puede hacer frente a este discurso? ¿Es Trump un ejemplo?
—Trump es exactamente lo contrario. Se ha apropiado de esa misma retórica, salvo que él le habla a su propia tribu, a los blancos de la clase trabajadora que han sido abandonados por la izquierda. Con la caída del muro de Berlín perdieron la batalla en el campo económico y la trasladaron a la cultura. La izquierda ha dejado el campo por las universidades y su electorado ahora son los estudiantes y los ganadores de la globalización, que viven en las grandes ciudades. Trump ha aplicado las mismas recetas de esta izquierda identitaria, pero a la derecha. La solución pasa por rehabilitar el viejo universalismo▶ juzgar a una persona por lo que hace y no por lo que es de nacimiento, por razonar y analizar, pasa por el liberalismo y una sociedad abierta.
—¿Es el lenguaje inclusivo una herramienta en esta estrategia?
—El lenguaje inclusivo nunca ha demostrado que haya incluido a nadie. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela está escrita en lenguaje inclusivo, pero va en contra de la economía. Allí no hay legalización del aborto ni matrimonio homosexual. Los líderes son todos varones, o lo son sus esposas. En sociedades como la islandesa, que tiene un lenguaje muy arcaico y para nada feminista, no hay grandes diferencias entre hombres y mujeres. Esto es puro dogmatismo▶ el lenguaje inclusivo nunca ha dado ningún resultado e incluso está siendo utilizado contra las mujeres. El lenguaje solo sirve para mostrarse virtuoso en público y marcar ideológicamente el terreno. No ha traído ningún beneficio y sí confusión. —¿En qué lugar queda España dentro de esta ‘traición progresista’? —España ha visto llegar en los últimos años, sobre todo con el cogobierno de Podemos, todos estos vicios de la nueva izquierda. Es una izquierda que ha sabido tener muy buenas relaciones con la dictadura de Chávez y Maduro y con Irán. Es una izquierda que trata alianzas contra natura. A priori uno debería esperar que la izquierda democrática occidental no se alíe con regímenes que persiguen a mujeres y homosexuales y que públicamente defienden el antisemitismo, como Irán. Lo estamos viendo en una agenda extremadamente ideologizada. La legislación transgénero de Irene Montero es un ejemplo. España está siendo vanguardia en este despropósito.
√ «Cada día se cancela una obra, un escritor o un director. Buscan brujas a las que
quemar»