Ayuso sabía que Ciudadanos esperaba el momento propicio para presentar la moción de censura
SALVADOR SOSTRES
ACEPTAR que si no está publicada en el BOCAM no existe la disolución de un Parlamento autonómico, o de las Cortes, significa anular de fondo la potestad de los presidentes de anticipar las elecciones, porque siempre se puede correr a interponer una moción de censura que anule el decreto. La presidenta Ayuso disolvió la Asamblea ayer a las 11.45 ante el Consejo de Gobierno y con el letrado secretario del Consejo levantando acta. A partir de ese momento, la Cámara quedó disuelta. Igualmente, los acuerdos de la Mesa no pueden considerarse válidos porque fue convocada de manera irregular, fuera de tiempo y sin documentación. Huele por lo tanto a fraude, huele a que Juan Trinidad incurrió en prevaricación por la mera convocatoria de la Mesa y por además tramitar las mociones a sabiendas de que no se ajustaban a la Ley. De modo que si además de los recursos, Ayuso interpone querellas, también prosperarán. Dicho esto, la Comunidad controla el BOCAM, es suyo. ¿Es candor o levedad no haber publicado la disolución en una edición extraordinaria del Boletín antes de anunciar el adelanto?
Cuaja el viejo sueño de catalanizar España. Ahora ya todo es un caos. Ahora sabréis lo que es ir a una campaña electoral sin saber si las elecciones van a celebrarse, ahora sabréis lo que es beber cubatas sin hielo y en un vaso de plástico en la fiesta mayor de Gratallops, con un ‘dealer’ payés que ha mezclado la cocaína con yeso, el LSD con Orfidal y vende un hachís afgano que ni recuerda de dónde lo ha sacado y que te tumba a la primera calada. Caos monumental, con Ciudadanos en el centro del drama, procediendo a su demolición en una de las actuaciones más miserables que se recuerdan en la política española. Los independentistas creen por lo menos en algo, aunque sea la destrucción de España. Ciudadanos no cree en nada, y si alguna vez creyó en algo, lo pisoteó hasta traicionarlo. Quedará para siempre la vergüenza de Rivera, y luego de doña Inés, abandonando a su suerte a los catalanes que les habían votado para frenar el golpe de Estado. Lo de Murcia pareció ser el desencadenante, pero hace meses que ABC explica a sus lectores que la presidenta Ayuso sabía que Ciudadanos esperaba el momento propicio para presentar la moción de censura. Lo de ayer fue un escándalo, pero no una sorpresa. El partido que nació para combatir a los nacionalismos ha conseguido batirlos en bajeza y deslealtad, lo que parecía una tarea imposible.
Sin idea ni rumbo cierto, a la espiral autodestructiva del partido de Arrimadas tendremos que reservarle un lugar especial en nuestra historia, para que todo el mundo recuerde, de ahora en adelante, que en nombre de España y de la honestidad, y de los supuestos defectos de los demás, se pueden llevar a cabo los más abrumadores atentados contra el orden y la convivencia, contra el único liderazgo firme y luminoso que resistía –y esperemos que aún resista– frente al atroz gobierno de Pedro Sánchez.