ABC (Andalucía)

El ‘efecto llamada’ de Joe Biden desborda la frontera sur de EE.UU.

∑El mes pasado las detencione­s de inmigrante­s llegaron a casi 100.000 y las últimas cifras se acercan al récord de arrestos en un solo día

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

a Administra­ción Biden tiene un problema en la frontera sur de EE.UU. Sus máximos responsabl­es se han hartado de decir a los inmigrante­s en las últimas semanas que no es buen momento para entrar en el país. Lo han dicho el presidente, Joe Biden; el secretario de Seguridad Interior y encargado de vigilar la frontera, Alejandro Mayorkas, o la portavoz de la Casa Blanca, Jean Psaki. Ayer insistió Roberta Jacobson, coordinado­ra de Biden para la frontera Sur, desde la Casa Blanca. Para hacer más fuerte su mensaje, lo hizo en español. «La frontera está cerrada. Y no es el momento… Ningún momento es apropiado para llegar a EE.UU. de forma irregular».

Eso, sin embargo, no llega al otro lado de la frontera. Esos llamamient­os son mucho más débiles que la idea de relajación que transmite la nueva Administra­ción. El compromiso de Biden en desmantela­r la política migratoria dura de Donald Trump y de defender un trato digno y humano a los inmigrante­s se ha traducido en un ‘efecto llamada’. Eso al menos se constata de los últimos datos de detencione­s en la frontera. El mes pasado llegaron a cerca de 100.000, según estimacion­es preliminar­es que las autoridade­s migratoria­s filtraron a medios como la agencia Reuters o ‘The New York Times’. El dato definitivo, que se espera esta semana, supondrá el mes con más detencione­s desde junio de 2019, cuando EE.UU. vivió un aluvión de indocument­ados en la frontera sur.

El dato de enero, 78.000 detencione­s, ya fue superior al del mismo mes de 2019 (58.000) y es más del doble que el de enero del año pasado, después de que Trump endurecier­a todavía más la política migratoria tras el pico de mediados de 2019. Fue cuando el expresiden­te buscó dificultar la solicitud de asilo en la frontera, con estrategia­s como la política ‘Remain in Mexico’ (Quedarse en México), que obligaba a los inmigrante­s a aguardar al otro lado de la frontera mientras se procesaba su solicitud. Después, los flujos migratorio­s cayeron aún más con la pandemia, de la que Trump se sirvió para impedir el paso y devolver a México a la mayoría de inmigrante­s que entraban en territorio estadounid­ense.

LLa tendencia marca que el número de inmigrante­s que buscan cruzar la frontera crece en primavera. El aumento de presión en la frontera se comprobó el pasado miércoles▶ en un solo día, las autoridade­s detuvieron a 4.500 inmigrante­s. Si la tendencia sigue así, es posible que se bata el récord histórico de mayo de 2019, cuando se detuvieron 144.000 inmigrante­s indocument­ados en la frontera sur. Todo eso a pesar de que el Gobierno de Biden todavía se vale de la norma de emergencia utilizada por Trump desde hace un año para impedir el paso de personas en la frontera por la pandemia de Covid-19.

Pese a la insistenci­a de la Administra­ción Biden en que no defienden una política de ‘fronteras abiertas’, la realidad es que es más fácil entrar y quedarse en EE.UU. de forma irregular. Para empezar, el presidente decretó nada más llegar a la Casa Blanca un parón en las deportacio­nes de indocument­ados que no fueran un riesgo para la seguridad y una revisión de las prácticas de la Policía de Inmigració­n y Aduanas (ICE, en sus siglas en inglés), conocida entre la comunidad inmigrante como ‘la migra’. El resultado ha sido que en febrero, el primer mes completo de Biden como presidente, los arrestos de ICE han caído un 60% respecto a la media de los tres últimos meses de Trump en el poder. Respecto a las deportacio­nes, se produjeron 2.600 en febrero frente a más del doble en enero, 5.500.

Una bomba política

La política migratoria es una bomba política para Biden. Es muy ambiciosa e incluye impulsar una reforma que ofrezca el acceso a la ciudadanía en un proceso de ocho años para la mayoría de los once millones de indocument­ados que hay en el país (otro de los alicientes para quienes se arriesgan a cru

zar la frontera). Pero eso no contenta a los sectores izquierdis­tas de los demócratas, que exigen que no se utilice la emergencia del Covid para evitar que entren inmigrante­s a pedir asilo y que han puesto el grito en el cielo por el asunto más sensible en inmigració­n▶ los menores no acompañado­s. En las últimas dos semanas, el número de menores bajo custodia de las autoridade­s se ha triplicado y ya son 3.250, según datos obtenidos por ‘The Washington Post’. Ante la dificultad de gestionar su procesamie­nto y su traslado a refugios o con familiares, muchos de ellos sobrepasan el máximo de tres días en el que pueden estar detenidos. En los albergues que gestiona el Departamen­to de Salud y Servicios Humanos (HHS) ya hay 8.100, para una capacidad total de 13.600. Si la presión migratoria continúa, es probable que las autoridade­s tengan que crear campamento­s de detención, por los que Trump fue muy criticado en su día.

Por el otro flanco, los republican­os aprovechar­án la presión en la frontera como bandera para recupera el Congreso en 2022. Su líder en la Cámara de Representa­ntes, Kevin McCarthy, exigió que el Gobierno desaliente «sin ambigüedad­es» a los inmigrante­s y calificó la situación en la frontera de «crisis». Un término del que rehúye la Administra­ción Biden, pero que con el paso de las semanas no podrá evitar.

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Un policía de Texas pide a unos inmigrante­s hondureños que salgan de su escondite
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REUTERS

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