ABC (Andalucía)

El ‘asesino del tango’ que liberó a Argentina con su música

∑Hace hoy 100 años nació el célebre bandoneoni­sta que bebió del jazz y se convirtió en uno de los compositor­es más importante­s del siglo XX

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que tan solo tenía una cosa llamada estilo», contó años después.

Cuando el bandoneoni­sta empezó a innovar con el ritmo, el timbre y la armonía, Argentina reaccionó como si la hubieran herido de muerte. «Astor nunca quiso romper el tango, solo fue consciente de que esa música tenía un valor artístico y un potencial creativo enorme que valía la pena explorar. Así se ganó el respeto de los intelectua­les y, sobre todo, de una juventud que soñaba con cambiar el mundo. Cristalizó todas esas ansias en una música que a los jóvenes nos era familiar y se convirtió en un icono mucho más importante que las notas que escribió, porque abrió las puertas a una interpreta­ción que ni habíamos soñado. El resto de argentinos, por su parte, le atacó con furia por intentar cambiar algo que para ellos era sagrado», explica Beytelmann.

En muchos de los conciertos le lanzaban monedas y botellas con la excusa de que estaba arruinando el tango. Él nunca se quedó callado, solía defenderse con ataques tres veces más con

una música diferente. El problema es que, en Argentina, se puede tocar todo menos el tango. El día que se me ocurrió fue una revolución y todavía tengo problemas. Es como una religión, una secta donde todos hacen lo mismo».

El reconocimi­ento

Tras años de lucha, su consagraci­ón llegó un año antes con el célebre concierto del Teatro de Colón en Buenos Aires. Pipi Piazzolla lo recuerda bien, puesto que su abuelo fue a buscarle a casa para que le acompañara. «Fue un reconocimi­ento que el teatro más importante de Argentina le dejara actuar con una orquesta sinfónica. Aquí tengo el programa, donde me escribió▶ “Para mi querido Danielito, para que nunca te olvides de esta noche en la que tu abuelo triunfó”. Pero lo que se me quedó grabado fue la enorme sonrisa que tenía en el coche. Fue especial para él, estaba contento».

El bandoneoni­sta había grabado ya cincuenta discos, la mayoría en Europa. También había hipotecado su casa y vendido su coche para sacar adelante la ópera-tango ‘María de Buenos Aires’, en 1968. «Cuando le dije a mi familia que quería dedicarme a la música, se aterroriza­ron, porque sabían que a mi abuelo le había ido mal económicam­ente. Solo ganó algo de dinero en los últimos cuatro años», subraya el batería.

La última conversaci­ón que tuvo con él fue en 1990, en un bar del barrio de Belgrano. Le recomendó que estudiase con los mejores maestros, que escuchase a Chick Corea y Keith Jarret y que tratase de hacer música diferente a la de los demás. Días después sufrió un infarto cerebral en un hotel de París y no se recuperó. «Hasta su muerte en 1992, fui a visitarlo al hospital, pero los médicos ya no sabían si me reconocía. Yo creo que sí, pero… bueno, no sé… estaba ahí postrado. Ya no era él».

√ Piazzolla a su nieto Pipi «Para mi querido

Danielito, que nunca te olvides de esta noche en la que tu abuelo

triunfó»

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