Una de las voces más autorizadas de nuestro país y en el extranjero de Procedimiento Administrativo
El pasado 5 de marzo falleció Francisco González Navarro (nacido en Málaga en 1930), en su casa de Madrid, rodeado del cariño de su mujer, María Rosa, sus hijos y nietos.
La vida profesional de Francisco González Navarro ha sido versátil y polifacética y sus aportaciones a la ciencia del Derecho son de calado y trascendentes. Técnico de la Administración Civil del Estado, desempeñó diversos puestos de trabajo en órganos diversos. Nombrado profesor numerario de Procedimiento Administrativo en la Escuela Nacional de la Administración Pública, sería este uno de los temas donde llegaría a ser una de las voces más autorizadas de nuestro país y en el extranjero. También ejerció como abogado.
Su carrera académica culminó con su nombramiento como catedrático en 1983 en la Universidad de Málaga. En 1985 fue designado magistrado del Tribunal Supremo. Su labor jurisprudencial fue ingente en cantidad y extraordinaria en calidad, por su empeño argumentativo. Durante casi seis años compatibilizó esta función jurisprudencial con la docencia. En 1998 regresó al Tribunal Supremo, en el que permaneció hasta su jubilación en 2005. Francisco González Navarro conoció el Derecho Administrativo desde todas las perspectivas imaginables. De todas ellas, su auténtica vocación, en la que se reconocía y se realizaba día a día, era la de profesor de Universidad.
Como hombre sabio, su interés alcanzó otras ramas del conocimiento, como la historia y la filosofía, imbuido como estaba del convencimiento de que el jurista que no conoce la historia o los presupuestos culturales que rodean al Derecho, ni Derecho sabe. Como inauguración de su Cátedra en la Facultad de Derecho en la Universidad de Navarra en 1983 publicó un ‘Programa de Derecho Administrativo Común y Foral’, acompañado de una amplia introducción. Este sería el plan para cumplir fecundamente con su vocación, en páginas escritas y en discípulos. Abrió las puertas del departamento a juristas de las Administraciones Públicas y del plural espectro de la sociedad navarra, fomentó las investigaciones en materia de Derecho Foral y suscitó vocaciones universitarias para completar su proyecto.
Desde Pamplona puso a disposición de los administrativistas su ‘Derecho Administrativo español’. Además de presentar una armoniosa sistematización de los conceptos tradicionales, ofreció unas memorables páginas sobre los métodos de investigación y de enseñanza▶ su teoría de sistemas, el estructuralismo (los grupos normativos), la tendencia a la solidaridad e inteligibilidad del ordenamiento jurídico, las revoluciones científicas, la normatividad jerarquizada y no jerarquizada, la llamada a formar hombres cultos y críticos en la Universidad, etcétera. Y, por supuesto, una aportación particularmente fecunda▶ la definición del Derecho Administrativo como Derecho del Poder para la Libertad. Como los clásicos, sus escritos no pierden actualidad y siguen dando luz.