ABC (Andalucía)

Biden exhíbe un aire triunfalis­ta al firmar el plan de rescate del Covid de 1,9 billones

«Servirá para reconstrui­r la columna vertebral de este país», dijo el presidente

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Joe Biden certificó ayer su primera gran victoria legislativ­a en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Compareció por la tarde junto a la vicepresid­enta de EE.UU., Kamala Harris, para estampar su firma en la ley de gasto para enfrentar la crisis provocada por la pandemia de Covid-19. Agarrado a la pluma, calificó la ley de «histórica», dijo que servirá para «reconstrui­r la columna vertebral de este país» y que dará «a la clase media trabajador­a la oportunida­d de pelear».

Esa misma noche, el presidente de EE.UU. tenía previsto dar un discurso en horario de máxima audiencia, justo pasadas las ocho de la tarde (dos de la madrugada de hoy en España), el primero de este tipo desde su desembarco en la Casa Blanca. En él Biden buscaba colocarse en el centro de un momento de inflexión en la lucha contra la pandemia. En su discurso, según anticipó en la víspera, buscó describir la situación por la que ha pasado el país –una crisis sanitaria y económica sin parangón, con más de medio millón de fallecidos–, el momento en el que está ahora –cambio de rumbo bajo su liderazgo– y en el que estará –brillante– cuando se supere la pandemia.

Biden utilizó un tono de optimismo cauto▶ «Hay luz al final de este túnel oscuro en el que hemos estado el último año. Pero no podemos bajar la guardia ahora ni asumir que la victoria es inevitable. Juntos, dejaremos atrás esta pandemia y entraremos en un futuro con más salud y esperanza».

La firma del paquete de rescate de 1,9 billones de dólares y el primer discurso en horario de máxima audiencia fueron el pistoletaz­o de salida de la campaña de Biden para explicar al electorado estadounid­ense sus planes para enfrentar la pandemia en la siguiente fase y, también, para apropiarse del cambio de rumbo conseguido.

La semana que viene Biden empezará una gira para visitar estados –el primero de ellos, Pensilvani­a, una de las grandes claves de su victoria electoral–, que estará seguida de más actos para vender sus logros▶ entre otros, un discurso ante una sesión conjunta del

Congreso y, probableme­nte, su primera rueda de prensa en la Casa Blanca (es el presidente más huidizo con la prensa de la historia, ninguno ha tardado tanto en someterse a las preguntas de los medios).

Las aparicione­s de ayer de Biden coincidían con sus primeros 50 días en la Casa Blanca. Nada más jurar su cargo, el presidente aseguró que sus prioridade­s eran reunificar a un país roto por la polarizaci­ón tras los cuatro años de «trumpismo» y atajar la pandemia.

Una brecha abierta

Biden defendió en la firma del rescate que su plan contó con un «apoyo abrumador» del pueblo estadounid­ense. Es cierto que diferentes encuestas colocan entre el 60% y el 70% el respaldo de la ley de gasto, con una aprobación republican­a muy por encima de lo habitual. En Washington, sin embargo, la brecha no se ha cerrado nada. En la votación definitiva en la Cámara de Representa­ntes, ni un diputado republican­o dio su apoyo al paquete de rescate, que solo salió adelante por la mayoría exigua que tienen los demócratas en el Senado –sobre todo– y en la cámara baja –algo más amplia–. La oposición ha criticado que buena parte del gasto es innecesari­o para enfrentar la pandemia y que sirve para impulsar la agenda izquierdis­ta.

Tampoco parece que las primeras semanas de Gobierno de Biden hayan buscado tender puentes con los republican­os. El nuevo presidente arrancó su andadura a golpe de decreto, con el objetivo de desmantela­r buena parte del legado de su antecesor, Donald Trump. Firmó órdenes ejecutivas para parar deportacio­nes de indocument­ados, regresar al Acuerdo de París sobre

Biden firma el plan de rescate en el Despacho Oval

cambio climático, detener la construcci­ón del oleoducto Keystone XL, devolver a EE.UU. a la Organizaci­ón Mundial de la Salud o tumbar el veto a los transgéner­o en el ejército.

En la lucha contra el Covid, donde ha puesto la mayoría de sus esfuerzos, sí ha conseguido logros. Aunque en el último día de Trump en la Casa Blanca EE.UU. vacunó 1,6 millones de ciudadanos, la media esa semana era por debajo del millón. Ahora, se ha duplicado, con una media para los últimos siete días de cerca de dos millones de vacunacion­es. Biden cuenta con la ventaja de que la promesa de cien millones de vacunacion­es en sus primeros cien días en la Casa Blanca, como se ha demostrado, no era ambiciosa y la superará con creces. Pero es cierto que ha multiplica­do el número de dosis contratada­s a farmacéuti­cas, lo que permitirá que todos los adultos estadounid­enses tengan una vacuna disponible a finales de mayo.

El presidente, de momento, tiene un índice de aprobación superior al de Trump a estas alturas (51%, frente al 45% de su antecesor), pero por debajo del que tuvieron Barack Obama, George W. Bush o Bill Clinton. Su aprobación se apoya en la gestión de la pandemia, el capítulo por el que más se le aplaude. Los republican­os, sin embargo, creen que el mérito no pertenece a los demócratas.

«Heredaron la marea cambiando», defendió Mitch McConnell, líder conservado­r en el Senado, esta semana. «Las tendencias en vacunación y las tendencias económicas ya estaban antes de que se votara esta ley y antes de que este presidente jurara su cargo». La gira en la que Biden se embarca ahora tratará de poner el relato de la salida de la pandemia a su favor.

Mark Hauptmann, diputado por el partido de Merkel

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