ABC (Andalucía)

«No te coge el teléfono un robot, hablas con personas»

La Fundación La Caixa ha asistido este año a más de 57.000 personas en situación terminal

- BEATRIZ L. ECHAZARRET­A

en el 97, la definición de cuidados paliativos incluía a pacientes con una enfermedad sin curación y con pronóstico de vida de seis meses aproximada­mente. Ahora eso ya no se tiene en cuenta porque nos manejamos por el concepto de la complejida­d. Los casos más sencillos deberían poder atenderlos el médico de familia», señala Gómez.

El deseo de morir desaparece

Sin embargo, el problema al que se enfrentan muchos de estos equipos es la falta de recursos. «Queda mucho por hacer en este ámbito y eso está poniendo a la gente que necesita estos cuidados en una situación muy difícil», afirma. Su experienci­a de más de veinte años le ha demostrado que cuando un paciente recibe los cuidados que necesita el deseo de morir desaparece. «Sabemos lo que tenemos que hacer para aliviar el deseo de morir, pero si tú haces una ley para uno de cada 99 casos es porque esa ley no responde a una verdadera demanda social sino a una posición ideológica», señala. Este médico además es consciente de que la regulación de la eutanasia va a ejercer una presión sobre las unidades de cuidados paliativos. «A ver cómo se maneja».

José Luis y María se conocieron en Bélgica en los años sesenta. Fue en un baile «al que había que asistir si querías conocer a una chica», cuando ambos eran emigrantes y en España «ni siquiera había enchufes para los frigorífic­os», apunta él, que se ha ganado la vida como electricis­ta. María falleció dos días antes de la publicació­n

José Luis (79) toma

la mano de su mujer María (80) en el salón de su domicilio en Getafe

(Madrid) de este reportaje. Estaba viviendo sus últimos momentos. Al cáncer que ya arrastraba había sumado un ictus que le había dejado de secuela una afasia. Ya no podía hablar apenas, pero su marido aún se sorprendía al mirarla. «¿No lo veís?. Está guapísima», nos dijo según pasamos al salón de su domicilio en Getafe. José Luis es un hombre elocuente y de ojos inteligent­es que desde la altura de sus casi 80 años confiesa que «en la vida ha aprendido de oídas». Al desgranar su historia empieza por el final▶ «Mari y yo estábamos abandonado­s a partir del Covid. Mi mujer tenía citas con varios especialis­tas, pero no podíamos ir al hospital con una urgencia». En el momento de mayor desesperac­ión de sus vidas es cuando apareciero­n «nuestros

Como José Luis y María, la Fundación La Caixa ofreció durante el año 2020 acompañami­ento emocional y espiritual a 56.730 personas en procesos de final de la vida y duelo. Puerto, la trabajador­a social que está prestando asistencia a domicilio a estos octogonear­ios y coordinado­ra EAPS en la Fundación Instituto San José, explica a este diario que es clave acompañar tanto a personas que se encuentran en situación terminal, como a los familiares más cercanos. «Con el Covid, nuestra labor se ha vuelto más intensa y necesaria», relata. Esta profesiona­l de la salud, que forma parte de uno de los 44 EAPS que hay en España y que actúan en 132 hospitales, resalta que la atención a domilicio en el ámbito de los cuidados paliativos ha sido uno de los grandes retos que ha traído al pandemia.

«Hoy a las tres de la mañana estaba leyendo el periódico y al final he terminado por tomarme una pastilla para dormir», reconoce José Luis, que aunque vive volcado en su esposa desde que le diagnostic­aron la enfermedad, el servicio de cuidados paliativos a domicilio –que define como «lo mejor de la seguridad social»–le ayuda a «no perder los ánimos». Al despedirse, evoca un último recuerdo de «cuando era un chaval» y le fascinaban las películas de indios y vaqueros. «Los cuidados paliativos son para mí como el séptimo de caballería».

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ISABEL PERMUY
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