Viva la incoherencia
El otro día presencié, en una céntrica calle de Barcelona, cómo un espacio de juegos recreativos permanecía abierto sin ningún tipo de restricción. Estaba lleno de jóvenes jugando en las mismas máquinas, sin desinfectarlas una vez utilizadas (juegos con pelotas, billar, futbolín…). Todo eso sin un debido control de acceso y de limpieza. Y, por si fuera poco, incumpliendo a la vez el uso correcto de la mascarilla.
Justo al lado, pequeños comercios con la persiana bajada, cerrados, perdiendo dinero, sufriendo las consecuencias de esta pandemia. Todo ello porque las decisiones de los de arriba así lo han indicado. ¿Pero qué tipo de decisiones son esas?
Una enorme incoherencia es lo que marca esa gestión, dejando abrir un espacio para el ocio, sin medidas sanitarias y sin ventilación, y no otro tipo de comercios, que perfectamente puede ser un bien básico para mucha gente. muralla árabe de Madrid con tal agilidad que se ganó el apodo que luego serviría para nombrar a todos los vecinos de la villa. Valga el apelativo para ilustrar la bronca política que hoy se vive alrededor de la Puerta del Sol, aunque, según parece, su origen se encuentra en la huerta murciana.
Las luchas de poder, las miserias, las traiciones y muchas mentiras conforman el tosco espectáculo que hoy ofrecen a los madrileños su clase política, nada distinto del que ya venimos contemplando, de un tiempo a esta parte, en la política nacional. Por eso, mientras los ‘gatos’ andan erizados entre bufidos y zarpazos, los madrileños, perplejos, se preguntan cómo tirar del carro bajo la amenaza de la enfermedad o la ruina, porque la pandemia no cesa y la crisis económica ya golpea. Y muchos españoles sienten que los intereses partidistas, la falta de principios y las fuerzas que hoy socavan las instituciones pueden llevar al agotamiento de la nación a fuerza de renegar de su historia, deslegitimar su presente y dilapidar su potencial de futuro.
Pero el derrotismo nunca estuvo entre nuestros defectos, y menos en Madrid, donde bien se sabe cómo alzar la voz a primeros de mayo. Así que, a pesar de todo, conviene escuchar lo que los madrileños tengan que decir, porque, pese a quien pese, sólo Madrid sigue siendo Corte, y lo que aquí se dirime suele alcanzar al resto de España. los ataques constantes que ha sufrido por su rebeldía a las erradas políticas del Gobierno. La izquierda española, con la insensata iniciativa de Ciudadanos, ha experimentado un duro varapalo. Sin embargo, esta misma izquierda no se quedará indiferente. Ya calienta motores para la que será una de las más severas campañas urdidas contra el que consideran un enemigo endémico.