ABC (Andalucía)

Viva la incoherenc­ia

- CARMEN DE LINIERS

El otro día presencié, en una céntrica calle de Barcelona, cómo un espacio de juegos recreativo­s permanecía abierto sin ningún tipo de restricció­n. Estaba lleno de jóvenes jugando en las mismas máquinas, sin desinfecta­rlas una vez utilizadas (juegos con pelotas, billar, futbolín…). Todo eso sin un debido control de acceso y de limpieza. Y, por si fuera poco, incumplien­do a la vez el uso correcto de la mascarilla.

Justo al lado, pequeños comercios con la persiana bajada, cerrados, perdiendo dinero, sufriendo las consecuenc­ias de esta pandemia. Todo ello porque las decisiones de los de arriba así lo han indicado. ¿Pero qué tipo de decisiones son esas?

Una enorme incoherenc­ia es lo que marca esa gestión, dejando abrir un espacio para el ocio, sin medidas sanitarias y sin ventilació­n, y no otro tipo de comercios, que perfectame­nte puede ser un bien básico para mucha gente. muralla árabe de Madrid con tal agilidad que se ganó el apodo que luego serviría para nombrar a todos los vecinos de la villa. Valga el apelativo para ilustrar la bronca política que hoy se vive alrededor de la Puerta del Sol, aunque, según parece, su origen se encuentra en la huerta murciana.

Las luchas de poder, las miserias, las traiciones y muchas mentiras conforman el tosco espectácul­o que hoy ofrecen a los madrileños su clase política, nada distinto del que ya venimos contemplan­do, de un tiempo a esta parte, en la política nacional. Por eso, mientras los ‘gatos’ andan erizados entre bufidos y zarpazos, los madrileños, perplejos, se preguntan cómo tirar del carro bajo la amenaza de la enfermedad o la ruina, porque la pandemia no cesa y la crisis económica ya golpea. Y muchos españoles sienten que los intereses partidista­s, la falta de principios y las fuerzas que hoy socavan las institucio­nes pueden llevar al agotamient­o de la nación a fuerza de renegar de su historia, deslegitim­ar su presente y dilapidar su potencial de futuro.

Pero el derrotismo nunca estuvo entre nuestros defectos, y menos en Madrid, donde bien se sabe cómo alzar la voz a primeros de mayo. Así que, a pesar de todo, conviene escuchar lo que los madrileños tengan que decir, porque, pese a quien pese, sólo Madrid sigue siendo Corte, y lo que aquí se dirime suele alcanzar al resto de España. los ataques constantes que ha sufrido por su rebeldía a las erradas políticas del Gobierno. La izquierda española, con la insensata iniciativa de Ciudadanos, ha experiment­ado un duro varapalo. Sin embargo, esta misma izquierda no se quedará indiferent­e. Ya calienta motores para la que será una de las más severas campañas urdidas contra el que consideran un enemigo endémico.

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