Nunca les ha molestado que Sánchez gobierne con la extrema izquierda, que quiere acabar con el régimen del 78, pero ponen el grito en el cielo por entenderse con Vox, que nunca llegó a eso
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
COMO a perro flaco todo se le vuelven pulgas, a los conspiradores que buscaban quitar al PP hasta el último resto de poder que le queda, todo les ha salido mal. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha rechazado su recurso para impedir las elecciones decretadas por la presidenta madrileña para el 4 de mayo. Iban por lana, y salieron trasquilados. O, ya que andamos de refranes, han hecho un pan como unas tortas, pero de las que se dan en la cara. Y aunque la tienen de cemento, duelen, al ir acompañadas del ridículo. El primero, Ciudadanos, que se refugia en el victimismo y gime «¡Quieren destruirnos!», cuando son ellos los que se han destruido con sus cambios de pareja y fallos estrepitosos. Otros lloran desolados por ‘el centro’, como si les perteneciese, cuando no tenían inconveniente en pactar con unos y otros, desgastando su crédito en cada giro. Y como de hecho la campaña electoral ya ha empezado, el otro perdedor, el PSOE, ha sacado su artillería gruesa para disparar contra sus blancos favoritos, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, en primer lugar, autora del revolcón. ¿Su gran pecado? «Que intenta meter a la extrema derecha en el gobierno de Madrid». Sin que haya dicho otra cosa que está abierta a quien quiera unirse a su proyecto. Fíjense ustedes en la lógica de estos progresistas▶ nunca les ha molestado que Sánchez gobierne con la extrema izquierda, que quiere acabar con el régimen del 78, o sus tejemanejes con los separatistas que intentan descuartizar España, pero ponen el grito en el cielo por entenderse con Vox, que nunca llegó a eso. Y después se extrañan de que les ocurran cosas como la que acaba de ocurrir.
Quien no ha dado señal de vida durante toda la jornada es el otro perdedor, si no inspirador, siguiendo su costumbre de escurrir el bulto cuando vienen mal dadas. Hubiera sido interesante oírle comentar lo que ha ocurrido, que, por cierto, le atañe muy directamente, pues tira por tierra sus planes de quedarse como dueño y señor del país sin haberse batido por él, aunque de valor nunca anduvo sobrado. Si a Inés Arrimadas le quedan, como se decía antes, unas pocas visitas a la peluquería, a Pedro Sánchez le quedan unos problemazos que no se saltan ni con pértiga▶ la pandemia, exigiendo su tributo diario en vidas; la crisis económica, con cifras más rojas que algunas de sus ministras; el independentismo catalán, que ha cerrado filas para exigirle «¿Qué hay de lo nuestro?»; más Pablo Iglesias, cada día más exigente, pues tampoco a él le salen los números. Todo ello sin Inés, de la que echar mano para demostrar que es un centrista. Todas las desgracias vienen juntas, me recordarán ustedes.