«¿Es la primera vez que te secuestran?»
estigmatizadoras de la sociedad. Mi primera decisión fue que el enfoque de mi proyecto la tendría a ella como protagonista absoluta. Relataría la historia desde dentro del zulo, desde la perspectiva de la víctima.
A medida que avanzaba iba hablando con mi amigo y con el abogado de Maria Àngels, Carles Monguilod, que eran mis interlocutores indirectos con ella. Avanzaba todo bien.
Tras muchos meses de pelea burocrática conseguí acceder al sumario. Tura Soler me había facilitado partes de él, pero, por fin, pude acceder a los sótanos de la Audiencia de Gerona y allí, en dos torres de archivos estaba todo. Once mil folios, más de cien cintas de audio (a doble cara) y cuarenta y pico cintas de VHS con el juicio, el primero en España que se retransmitió en directo, con señal institucional. Había tanto material que a la archivera se le escapó la risa cuando vio mi cara. Fernando Lacaba, el presidente de la Audiencia y ponente de la sentencia, también se rio cuando le dije que iba a revisar todo el juicio, minuto a minuto.
Contrastar el relato
Pero yo hago las cosas así. No sé hacerlo de otra manera. Además de toda la documentación, hablé con decenas de personas que, en su día, estuvieron más o menos vinculadas al caso. Mi objetivo principal fue escribir el relato
Aunque cueste creerlo, es la surrealista pregunta que los secuestradores (en la imagen, los principales encausados) le hicieron a Feliu vinculado al santo del día. Radio Nacional de España le hizo forzada compañía durante las 24 horas de cada uno de los 492 días de cautiverio. Primero, fue una tortura, con el paso del tiempo, esperaba con cariño ‘La radio de las sábanas blancas’ de Padrera o las mañanas de Joaquín Prat.
Fortaleza admirable
Me fue imposible no admirar la fortaleza de esa mujer y padecer con ella y eso es lo que he intentado, que el lector se sienta en el zulo y alucine cuando uno de los secuestradores le pregunta▶ «¿Es la primera vez que te secuestran?». Y así fue ese sainete▶ la secuestrada, una mujer que, a su pesar, se convirtió en heroína; unos malos tan estúpidos que nunca supieron cómo cobrar; unos investigadores que se equivocaron en todo y acabaron resolviendo el caso, casi por casualidad, y una sociedad, con las autoridades y los medios a la cabeza que, en vez de acompañar a la víctima, la culpabilizó porque tras 16 meses en un agujero, se presentó demasiado digna ante los medios y estaba demasiado bien peinada. Somos así, no lo podemos evitar.