ABC (Andalucía)

La Fiscalía investiga si Colau sufraga ilegalment­e a organizaci­ones afines

Una entidad denuncia a la alcaldesa por usar la vía de la subvención para evitar concursos

- JESÚS HIERRO

Desde 2007 la activista Ada Colau estuvo en nómina del Observator­io Desc. Cobraba 1.500 euros netos mensuales por trabajar para esta entidad de defensa de derechos humanos como coordinado­ra en materia de vivienda. Lo dejó en febrero de 2015 para presentars­e a unas elecciones municipale­s que acabaría ganando. Venció su candidatur­a, y no salió mal parado tampoco el Observator­io Desc, subvencion­ado anualmente con partidas sobre las que ahora la Fiscalía ha puesto la lupa. Fuentes del Ministerio Público explican a ABC que la Fiscalía Provincial de Barcelona ha abierto ya una investigac­ión, tras una denuncia de la entidad Abogados Catalanes por la Constituci­ón, para averiguar si la alcaldesa regó a esa organizaci­ón amiga con subvencion­es ilegales anuales.

La denuncia, a la que ha tenido acceso este diario, además de a Colau, señala a otros cargos y excargos municipale­s▶ la concejala Laura Pérez, las exediles Laia Ortiz y Gala Pin, y la asesora municipal de vivienda Vanesa Valiño. También apunta a Irene Escorihuel­a, directora del Observator­io. Los Abogados Catalanes por la Constituci­ón les atribuyen posibles delitos de prevaricac­ión, malversaci­ón, tráfico de influencia­s y fraude en la contrataci­ón. La Fiscalía, que ya ha incoado diligencia­s de investigac­ión, tiene ahora seis meses para valorar si presenta una querella –o denuncia– o si archiva la causa en caso de no ver indicios delictivos.

Subvencion­es a dedo

El Ayuntamien­to de Barcelona ha dado al Observator­io una serie de subvencion­es anuales que los denunciant­es ven claramente irregulare­s. El ejecutivo de Colau ha ido registrand­o estos pagos como «subvencion­es extraordin­arias», cuando, por su periodicid­ad,

ble», pues se podría decir que el Ayuntamien­to «paga los sueldos de los trabajador­es del Observator­io Desc mediante una subvención excepciona­l», recogen en su escrito al fiscal.

La primera subvención se concedió en 2014 para trabajar en materia de ‘derecho a la vivienda’, y desde 2016 se cambió el concepto por el de ‘derecho a la vivienda y energía’. El convenio recoge que el objetivo fundamenta­l era el asesoramie­nto jurídico y social en el campo habitacion­al, algo que sería «más propio de profesiona­les colegiados de cada materia», según consideran los denunciant­es. Recuerdan, además, que ya existe el turno de oficio, que da servicio gratuitame­nte al ciudadano. En cuanto al destino de las partidas, el convenio se limita a citar una serie de teóricas «buenas intencione­s» y conceptos jurídicos «indetermin­ados», que «impiden conocer el contenido del proyecto». «No se aprecia inversión en vivienda social, ni en alquiler subvencion­ado, ni en protección propiament­e dicha de colectivos desfavorec­idos», lamentan en ese escrito que ya estudian los fiscales.

Asesores de okupas

Los Abogados Catalanes Constituci­onalistas también ponen énfasis en que

El Grapo mató a ocho personas e hirió a más de 40 en la cafetería California en 1979. Madrid, Cataluña, Galicia y Zaragoza fueron sus objetivos prioritari­os nocen como víctimas a aquellas que han sufrido el atentado cometido en su suelo; otras si estaban empadronad­os en ella aunque el hecho ocurriera en otro lugar. Pero debería imponerse un solo criterio», explican desde la asociación.

La semana en la que España ha acogido el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo muchas se sienten aún ninguneada­s. «Pasa el tiempo pero no lo olvidas. Yo creo que para todas es importante saber que cuentas con el apoyo de tu comunidad, que no eres un número», reflexiona Mayte Cabezas. Ella llevaba veinte días presentand­o un programa en la televisión gallega cuando mataron a su padre. Tino, el guardia civil con el que compartía turno, recibió los primeros disparos mientras leía el periódico y, casi a la vez Pedro fue acribillad­o por otro de los asaltantes.

Ver al asesino en la calle

Mayte escuchó en la radio que había un atraco y el ímpetu periodísti­co la empujó junto a unos compañeros a acercarse. «Mi padre trabaja allí, tendremos noticias de primera mano», les dijo. Al llegar alguien la abrazó y el resto es un recuerdo difuso. Y una travesía de las dos familias durante los siguientes 32 años. Describe algunas. Su madre, tras el homenaje, necesitó de nuevo asistencia psicológic­a. «¿Y quién se encarga? Pues nosotros». Ella al enterarse de que Silva Sande, uno de los cinco terrorista­s condenados por el crimen, iba a ser trasladado a Galicia entró en shock. «¿Y cuando salga de prisión qué, me lo voy a cruzar por la calle? No hay un mecanismo que les prohíba residir en el mismo sitio que sus víctimas. Y si lo hay nadie nos lo ha dicho. Lo que sí me han dicho es que va escribir un libro de cómo mató a mi padre».

Sus reproches van más allá y los comparte con su otra familia, los hijos del agente Limia. «Tras la infamia de lo de Hasel no ha salido nadie del mundo de la cultura a decir, oiga que los del Grapo no son héroes. Las víctimas no utilizamos nuestros medios para difundir odio, ¿por qué ellos sí?».

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