Un diario por correspondencia
∑Jordi Gracia reúne en ‘Los papeles de Herralde’ las cartas que el fundador de Anagrama envió a sus autores, agentes, colegas y periodistas
CRÍTICO LITERARIO
Irreverente, heterodoxo y visionario, también batallador, testarudo e inflexible, Jorge Herralde se ha desempeñado durante cinco décadas como uno de los editores que mejor ha sabido interpretar el paladar de los lectores españoles. A su buen ojo le debemos la traducción de autores como Tom Wolfe, Hunter S. Thompson o Patricia Highsmith, y más tarde John Kennedy Toole, Nabokov o Richard Ford. Suyas fueron también las apuestas de firmas patrias como Chirbes, Giralt Torrente o el Javier Marías de ‘Corazón tan blanco’.
La lista de grandes autores que conforman el catálogo de Anagrama es interminable, pero de ellos ya se dio buena cuenta hace un par de años, a propósito del cincuenta aniversario de la editorial. Igual que con la publicación de algunos libros de memorias se ha venido contando la trayectoria del último superviviente de aquella camarilla de editores conformada por Barral, Beatriz de Moura o Esther Tusquets. Lo que nos ocupa ahora es la publicación de ‘Los papeles de Herralde’, la fructífera correspondencia que el fundador de Anagrama mantuvo con autores, agentes y periodistas entre 1968 y 2000.
El ensayista Jordi Gracia, a cargo de esta edición, explica a ABC que estas cartas «permiten seguir el día a día del oficio de editar libros desde la inmediatez de las decisiones, los descartes, las apuestas y hasta la euforia de este o aquel descubrimiento imprevisto tanto en novela como en ensayo y periodismo, que han sido las tres patas de la editorial». La selección, que Gracia califica como lo más parecido a un diario, concluye en el año 2000 porque las cartas fueron sustituidas por el correo electrónico y un revés informático destruyó buena parte de esa correspondencia. Las primeras cartas datan de 1968, cuando Herralde empieza a comunicar su propósito de fundar la editorial. Sus inicios vinieron marcados por las dificultades económicas y la lucha permanente contra la censura dada su inicial apuesta por los ensayos políticos. Anagrama sumó hasta nueve secuestros, un récord que a punto estuvo de llevarla a la quiebra. Tres de ellos, consecutivos, fueron en plena transición a la democracia. «Esto parece confirmar la hipótesis de que para el Tribunal de Orden Público soy algo así como el Dillinger o el Lute de la edición –le escribió en 1976 a Miguel Ángel Aguilar–. Te agradecería si se pudiera apoyar desde ‘Cambio 16’ la resolución del caso».
Ficción internacional
Tras declinar a finales de los 70 el fenómeno de los libros políticos, Herralde exploró la nueva novela internacional. «Con su catálogo de los 80 cuajó la persuasión entre los lectores de la revolución de la ficción, menos vistosa que la política pero más incisiva, profunda y persistente, tanto en el terreno nacional como en el internacional», dice Gracia. Ahí están los contactos para comprar los derechos de Wolfe –«Estoy interesado en casi toda su obra, como con Barthelme. ¿Llevan ustedes los derechos de Kurt Vonnegut Jr.? También estoy interesado en este autor»– y sus primeros ‘bestsellers’▶ «La colección Panorama de narrativas ha tenido un gran éxito, sobre todo ‘La conjura de los necios’, de John Kennedy Toole, y los ‘Ripley’, de Patricia Highsmith».
A Sergio Pitol, un habitual en su correspondencia, le dice que «los libreros histéricos no paran de llamar» pidiéndole una tercera reimpresión de ‘La conjura’ y con Ford, años después, celebrará la consagración del propio autor de ‘El día de la independencia’ y Antonio
«La acogida de la novela es floja, tanto de crítica como de ventas, ya que el ‘boca oreja’ no funciona ni entre tus propios amigos. Para rematarlo, te ‘escondes’ en un pueblecito extremeño, por lo que aparte de las entrevistas de Barcelona, tu presencia en los medios de Madrid es casi nula».
ESCRITOR
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