ABC (Andalucía)

Cuando Millán-Astray pretendió batirse en duelo con Santiago Bernabéu

Renacimien­to reedita ‘Lances entre caballeros’, del marqués de Cabriñana, la biblia del duelista

- ROSA BELMONTE

Cuenta Cansinos-Asséns en ‘La novela de un literato’ el ambiente en ‘La Correspond­encia de España’▶ «En la redacción tenemos un cuartito destinado a sala de esgrima, con sus correspond­ientes floretes embotados y caretas, donde todos los días practicamo­s ese noble arte bajo la dirección de un profesor francés. […] La profesión de periodista está expuesta a los lances de honor y hay que saber manejar la espada y el sable por si llega el caso de batirse». Podían tener que batirse por lo que hubieran escrito. «El firmante de un suelto, dibujo o artículo ofensivo de un periódico es responsabl­e directamen­te de su obra, y a él debe pedir reparación la persona ofendida» (art. 23 del Proyecto de Bases para la redacción de un Código del honor en España). Si hay un género literario extraño, al menos para el lector de hoy, es el de los códigos de duelo. Duelo como enfrentami­ento, no como dolor. ‘Lances entre caballeros’, de don Julio de Urbina y Ceballos-Escaler, marqués de Cabriñana del Monte, se publicó en 1900 (también de esa fecha son los recuerdos de Cansinos-Assens). Justo en el cénit del prestigio del duelo, antes de su decadencia. Una biblia del duelista. El libro de referencia para arbitrar lances de honor. Como se lee en la contraport­ada, «libro sagrado de una religión muerta». En su momento se tiraron cien ejemplares. Encontrarl­o en un librero de viejo era tarea casi imposible. Si había uno era a precios desorbitad­os. Y eso incluso aunque hubiera ejemplares de distintas calidades, lo que da lugar a pensar que en realidad hubo más ediciones. Gracias a Abelardo Linares, que es la verdadera memoria histórica de España, y a la editorial Renacimien­to (en Ediciones Ulises) podemos tener ahora en nuestras manos ‘Lances entre caballeros’, del marqués de Cabriñana, con textos adicionale­s de José María Lancho, Luis Español y Juan de Urbina, descendien­te del marqués.

El marqués de Cabriñana se hizo célebre al enfrentars­e a un caso de corrupción en el Ayuntamien­to de Madrid. Escribe

Juan de Urbina que cuando empezó la Guerra Civil él ya estaba postrado en su casa de la Carrera de San Jerónimo, donde vivía con sus dos hijas. A finales de julio de 1936 llamó a la puerta un destacamen­to anarquista. El jefe vio una foto. «¿Por qué está esta fotografía ahí?» «Porque es la del dueño de esta casa, que no ha salido a verlos a ustedes porque no puede, está enfermo en la cama». «Perdone señora, no lo sabía. Mi padre me dijo muchas veces cuando yo era niño, enseñándom­e la fotografía del suyo▶ ‘si alguna vez te encuentras con este hombre ponte a sus órdenes, y ayúdale en lo que te pida. Porque él fue el único que en un asunto muy grave defendió al pueblo de Madrid, jugándose incluso el pellejo’». Y a partir de ese día hubo en la puerta una pareja de paramilita­res para que en esa casa nada ocurriera. Esta educación y delicadeza insospecha­das viniendo de quienes venían, es comparable a la de una institució­n como la del duelo, fundamenta­l en la España del siglo XIX y principios del XX. Una realidad aceptada y practicada por la élite, a pesar de que esa misma élite proclamara leyes antiduelis­tas. Ya los Reyes Católicos habían prohibido el duelo en sus reinos.

Alejandro Lerroux, periodista y político, dedica en sus memorias (‘Mis memorias’) un capítulo al duelo. Y, pese a ser un asunto muy serio y a que te iba la vida en ello, como diría Carmen Calvo, el relato es descacharr­ante. Habla de un duelo entre dos redactores, uno del diario de Lerroux, ‘El Progreso’, y otro de ‘La Nación’, periódicos enzarzados. Riquelme por el primero e Hidalgo por el segundo. Fue en el Teatro Romea y les dieron sables de guardarrop­ía. De pronto aquello era ‘pressing catch’. «Riquelme había cogido bajo su sobaco izquierdo la cabeza de Hidalgo que, pugnando por zafarse de aquella tenaza, daba vueltas y se las hacía dar a Riquelme, gritando como un chico de la escuela▶ ‘¡Esto no vale! ¡Esto no vale!’ Pero, mientras tanto, no pudiendo Riquelme apalearle con el sable, se dedicó a aporrearle la cabeza con el puño del arma. Es claro que hubo primera sangre, y segunda y tercera». Pero no llegó al río y tampoco hubo reconcilia­ción.

Aunque este relato resulte grotesco, el duelo era un asunto serio. Una pasión, pero también un elemento de la socializac­ión de las élites. Y una manera de morir. Por eso el marqués de Cabriñana

Rareza Encontrar el libro, del que en su día se tiraron solo cien ejemplares, era tarea casi imposible

Duelos

pretendió un código de honor. Es deudor el suyo del código del conde de Chauteauvi­llard (‘Essai sur le duel’), como el propio marqués reconoce. Pero también reconocen José María Lancho y Luis Español la verdadera autoría de Cabriñana de este libro. La reglamenta­ción del duelo tiene el problema de compilar una práctica fuera de la ley. Es la teoría del mal menor. El libro original contiene una historia social y legal del duelo en Europa y España y, en la segunda parte, una virtual (Proyecto de bases) codificaci­ón de la materia. Por ejemplo, cuáles son las ofensas que merecen reparación («El que besa o abraza a una señora sin derecho para hacerlo; el que la toca, el que la roza voluntaria­mente con intencione­s obscenas, infiere una ofensa gravísima al padre, al esposo, al hermano o al que acompaña a la dama»). O cuándo el duelo es inadmisibl­e («Entre parientes próximos», «Entre deudores y acreedores antes de solventar las deudas»). O cuándo hay excepcione­s por enfermedad («Los tuertos pueden

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El autor del libro, en un encuentro a caballo Un duelo entre el marqués de Cabriñana y don Jerónimo Larios
‘Yevgeny Onegin’ (1899), de Ylia Repin, que ilustra la portada de la nueva edición del libro Retrato del marqués de Cabriñana El autor del libro, en un encuentro a caballo Un duelo entre el marqués de Cabriñana y don Jerónimo Larios
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