El Barça o la vida
«Giró cree que al asumir su parte del aval tomaba riesgos patrimoniales importantes y que el alcance de sus funciones no guardaba proporción con la hondura de su apuesta»
su entorno y sin aportar ningún recurso ni patrimonio para cubrir el oneroso aval, de un total 124,6 millones, y Giró se vio respondiendo por una aventura que no controlaba y que se le podía escapar de las manos, causando un grave perjuicio a su familia.
Acostumbrado a la seriedad y el rigor de La Caixa, nunca acabó de encajar en el alocado mundo del fútbol y, aunque la relación personal con Laporta era y continúa siendo excelente, existía de fondo una cierta incompatibilidad de caracteres. Giró asistió con visible incomodidad a la euforia champanera de la noche electoral, cuando todos los miembros de la Junta sabían que los avales aún no estaban garantizados, que la situación era extremadamente delicada y que convenía transmitir una imagen de máxima seriedad; y es fácil pensar que la incomodidad se transformó en estupor cuando Laporta regresó el pasado miércoles de París, tras haber sido el Barça eliminado de la Champions, diciendo que quería fichar a Haaland, mandando de este modo un terrible mensaje de inconsistencia y frivolidad a unos inversores y acreedores que saben que el club apenas puede pagar lo que tiene.
Giró, que aprecia a Laporta, y el Barcelona es el club de sus amores, está orgulloso de haber participado en la parte difícil de pelear noblemente y de copatrocinar la campaña del candidato, pero, a pesar de la gran ilusión que le hacía servir al Barça, ha preferido no empezar lo que no estaba seguro de poder acabar como él quisiera y evitarle de este modo, al futuro presidente y a la estabilidad de la entidad, una dimisión bronca, y con causa, dentro de seis meses.