Consolidado como una de las figuras importantes de su generación, expuso en Madrid, en 1964, en Neblí
Ha fallecido, en su México adoptivo, el pintor y grafista Vicente Rojo, nacido en la Barcelona de 1932. Sobrino del general Rojo, llegó a la que sería su patria definitiva en 1949, convirtiéndose pronto en el asistente del pintor y grafista comunista manchego Miguel Prieto, tras cuya muerte heredaría su puesto como grafista titular de Bellas Artes y maquetista del suplemento ‘México en la Cultura’. Rojo fue un tipógrafo de estilo personalísimo, amigo de los viejos tipos de la imprenta Madero, de las viñetas ochocentistas, de los rutilantes detalles pop… Su cubierta más conocida fue, en 1967, la de ‘Cien años de soledad’, de Gabriel García Márquez. Sudamericana se cansó de esperarla, y finalmente sacó el libro con otra. Sin embargo, al poco llegó el original desde México, y parte de esa primera edición, y todas las demás, lucen su inconfundible diseño ‘rojiano’.
En 1960, Vicente Rojo había fundado, con otros exiliados, la editorial Era. Publicaron en ella los escritos del Che, la biografía de Trotsky por Isaac Deutscher, y tomacos de Mandel, Sánchez Vázquez y otros. Pero Era es recordada sobre todo por sus vertientes literaria y artistica. Brillan, en ese sentido, títulos de Aub, Fernando Benítez, Buñuel, Cardoza y Aragón, Fuentes, Juan García Ponce, Klee, Lezama, Monsiváis, Mutis, José Emilio Pacheco, Pitol, Elena Poniatowska, Rejano, José Revueltas, Tomás Segovia y sobre todo Octavio Paz. Entre los de este, dos llevan el inconfundible sello Rojo▶ ‘Discos visuales’, y la maleta sobre Marcel Duchamp, ambos de 1968.
Como pintor, Rojo cultivó primero una figuración social. Pronto se convirtió en uno de los mejores abstractos mexicanos. Su paisano Tàpies y sus materias fueron una influencia clave para él. Luego vendrían su interés por la tradición geométrica, su incorporación de la tipografía a la pintura, sus lluvias mexicanas, sus volcanes construidos, sus esculturas… Su laboratorio central de la calle de Dulce Olivia, en Coyoacán era un lugar fascinante, como un autorretrato de su personalidad única.
Ya consolidado como una de las figuras importantes de su generación, expuso en Madrid, en 1964, en Neblí, y con catálogo prologado por su amigo del alma Antonio Bonet Correa. En 1974 lo expuso, de nuevo en la capital, Ponce. Ya durante la Transición, Joan Prats en Barcelona, y Machón, Soledad Lorenzo o Juan Gris en Madrid, donde además se vieron panorámicas de su trabajo en la Biblioteca Nacional (1985), la Casa de la Moneda (1996), el Reina Sofía y el Círculo de Bellas Artes (1997), la Residencia (2002)…