ABC (Andalucía)

LA CAMPAÑA DE MADRID

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siempre porque somos amigos. Creo que cuando uno deja algo que ama, como la política, es difícil. He llorado por dejar esto. Pero todo tiene su principio y su fin. Lo de Cristina fue muy diferente▶ una separación durísima e inmerecida. Es duro dejar algo que te apasiona.

—¿Cuál ha sido el mejor momento de estos años en política?

—Los mejores años, de largo, fueron como consejero de Presidenci­a de Cifuentes. Fueron en los que más trabajé, porque las jornadas con ella eran de 9 de la mañana a 10 de la noche como mínimo. Duros pero muy bonitos. Cuando trabajas con alguien en quien crees, con un proyecto en el que crees, de centro-moderado en el PP de aquel momento, eso se proyecta en el trabajo, pero también en lo personal.

POR

Díaz Ayuso ha elegido como consigna para su campaña madrileña una disyuntiva con ecos de la Guerra Fría▶ «Comunismo o libertad». Desde un punto de vista puramente analítico, la disyuntiva no se sostiene. Ángel Gabilondo no es, evidenteme­nte, un enemigo de la democracia, ni aún por aproximaci­ón. Sánchez, es verdad, está contribuye­ndo a destruirla, si bien no a partir de una teoría sino, más bien, de una ausencia de teorías▶ lo peligroso, en el caso del presidente, es la mala, pésima praxis, no un esquema políticame­nte alternativ­o de lo que debería ser la vida en común de los españoles.

Pero el destinatar­io de la consigna no es, por supuesto, Gabilondo. Es Pablo Iglesias Turrión. El lema busca ser eficaz localizand­o primero, como enemigo, a un individuo que va a movilizar en su contra todo el voto conservado­r y que es detestado también por muchos madrileños de inclinació­n izquierdis­ta; en segundo lugar, se coloca en la estela de Iglesias a Gabilondo, no de forma por entero caprichosa. Si el segundo consigue gobernar Madrid, lo hará junto al primero, cuyos improperio­s, cuyo lenguaje de acentos homicidas, se oirán con mucha más nitidez que la voz pausada del jefe socialista.

La idea, en fin, es ensombrece­r a este por el procedimie­nto de fusionarlo con el secretario general de Unidas Podemos, invirtiend­o la técnica sanchista de anular a Casado arrimándol­o a Abascal. ¿Funcionará la estratagem­a? Es posible, sobre todo si el vicepresid­ente saliente, siguiendo sus instintos, decide tocar pavés e incendiar la calle. Que es lo que parece que va a hacer, a tenor de cómo se ha conducido últimament­e. Aunque nunca se sabe, claro. En la comedia del arte en que se ha convertido la política española, el guion se improvisa al buen tuntún y ya no se sabe quién es Arlequín, y quién Polichinel­a.

Me interesa más una segunda dimensión de la campaña, que el mote «comunismo o libertad» ha ensombreci­do provisiona­lmente. No tengo más remedio que hablarles de una nota que Enric Juliana, un catalanist­a no exactament­e revolucion­ario, publicó hace dos semanas en ‘La Vanguardia’. En su asombroso suelto, el señor Juliana sostenía que la Comunidad de Madrid había emprendido una vía secesionis­ta, esto es, contraria al bien común. Tras de

Comunismo o

libertad

El lema busca ser eficaz localizand­o como enemigo a un individuo que va a movilizar el voto conservado­r

lo cual añadía▶ «Si Madrid pretende desentende­rse del resto de España, bien podría plantearse que en el futuro sean los electores del resto de España los que decidan el gobierno de la región de Madrid».

El razonamien­to de Juliana obligaría a suprimir, de inmediato, las autonomías vasca y navarra, que en la práctica no pagan impuestos al resto de España. Y, sobre todo, la catalana, la cual ha intentado, no metafórica sino literalmen­te, una secesión. Pero me temo que no iba por ahí el razonamien­to del columnista de ‘La Vanguardia’.

La solución que nos propone Juliana es otra, a saber▶ que los partidos «de orden» (PSOE, PNV, un catalanism­o reconstitu­ido, más una derecha que no tenga nada que ver con la derecha actual), se encarguen de rectificar algunos hechos lamentable­s. Por ejemplo, que el PIB madrileño se encuentre en este momento quince puntos por encima del que alega Cataluña. Ese es el escándalo. Eso es lo que no puede pasar si queremos que la democracia perdure.

Juliana ha puesto, en fin, el dedo en la llaga. Con precisión algunos madrileños, confusamen­te muchos más, han percibido que el sistema de alianzas políticas de Sánchez enfrenta a este con Madrid▶ la capital de España no puede no ser un incordio cuando la base parlamenta­ria del Gobierno incluye a Esquerra, Bildu, y unos valedores tardíos y ramplones del «Estado de las anfictioní­as» que floreció durante la Primera República y fue aireado en la Segunda. Ese disparate, más allá del enfrentami­ento entre grandes ideologías, podría servir a Díaz Ayuso para armar su campaña, o, mejor, su contracamp­aña. Que sepa aprovechar la ocasión, es otro asunto.

El lunes 15 se sucedieron las reuniones en la sede del bufete de abogados Forum de Liarte en Cartagena, en las que participó la mano derecha de Ana Martínez, candita de Cs a la Presidenci­a del Gobierno, con el apoyo del PSOE. Esa misma tarde, el PP ya cambia de actitud y les dice a los críticos de Vox que su papel será determinan­te, pero éstos le piden garantías de cumplimien­to de sus propuestas, «no promesas».

En medio de la vorágine de estas reuniones, la Delegación del Gobierno en Murcia decidió poner vigilancia policial en los domicilios de los diputados de Ciudadanos, con la justificac­ión de que «Javier Ortega Smith había participad­o en un mitin de Vox, pero en realidad era una excusa por si recibían una visita que el partido no aprobaba o alguna cosa».

López Miras asume la negociació­n

El día de la votación se acercaba y el PP no tenía cerrado ningún acuerdo con los críticos de Vox, que estiraban la negociació­n para intentar conseguir algún rédito político. Ciudadanos les hacía saber a esos diputados clave que el reparto de consejería­s no iba a ser un problema para el Gobierno con el PSOE, e incluso no pusieron pegas a la reformulac­ión del pin parental. El presidente Fernando López Miras decidió entonces tomar el mando de la negociació­n en primera persona y entre el martes y el miércoles se reúne en dos ocasiones con Liarte. Desde Génova se pilotaba contra reloj la solución, lo que obligó a intervenir al secretario general del PP, Teodoro García Egea.

Fumata blanca y una consejería

En el primer contacto con López Miras los críticos de Vox, que negociaban a dos bandas y así se lo comunicaro­n a todas las partes, le recriminar­on que le ayudaron a parar la moción de censura «sin pedir nada a cambio» y que, por lo menos, tenían que conseguir «algún logro político. Alguna garantía del cumplimien­to de nuestros acuerdos, recoger alguno de nuestros planteamie­ntos políticos en alguna cuestión. Le pedimos que se plantearan la posibilida­d de nuestra incorporac­ión al Gobierno». Una negociació­n dura, tan dura, que los críticos de Vox admiten que «para negociar con el Partido Popular uno tiene que ir con mucha paciencia».

La fumata blanca del acuerdo salió a las 14.18 minutos del miércoles 17. Fernando López Miras consigue cerrar un acuerdo definitivo, que en uno de los borradores incluye la consejería de Educación para Mabel Campuzano. Momentos antes, el secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, se pone en contacto telefónico con Juan José Liarte y da por hecho el acuerdo. En Génoca podían respirar tranquilos, la moción había fracaso definitiva­mente.

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JAIME GARCÍA
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EP Isabel Díaz Ayuso

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