Eutanasia, un paso más al confort
Tras la evolución de la ley del aborto, hoy en día cualquier persona puede decidir sobre la vida del no nacido, incluso siendo menor, sin informar absolutamente a nadie. Ahora llega la eutanasia y me temo la misma trayectoria. Llegará el momento en el que todos los requisitos de hoy mañana serán agua pasada, pudiendo decidir cualquiera sobre la vida del adulto indefenso, que se encuentra anulado y al que no compensa seguir manteniendo con vida.
Estos enfermos sólo necesitan cariño, recursos del Estado, cuidados paliativos para un ‘poder estar’, tiempo de sus familiares, acompañamiento y no soledad, dignidad al tratarlos y, por supuesto, mucha admiración por su pasado.
‘Lo respeto, pero no lo entiendo’. Estas dos barbaridades tienen mucho más en común con la sociedad de confort en la que vivimos de forma acelerada, huyendo del esfuerzo y saltándonos por la vía rápida todas las dificultades, que consiguiendo una nueva aprobación de leyes legítimas para el bien del individuo. Luego nos llevamos las manos a la cabeza por las cifras de fallecidos en las residencias por el Covid o por el índice de aumento en los suicidios. Totalmente contradictorio. Lo que realmente está fallando es la dedicación a quienes forman el conjunto de la sociedad de ‘los grandes olvidados’. Puedo hablar en primera persona tras llevar varios años con un enfermo de alzhéimer. Y no es verdad que se olviden de todo y que ya solo cabe esperar. Se les olvida lo accidental, pero lo esencial, jamás. Saben que estás ahí, sangre de su sangre, y que le quieres y que nada malo le ocurrirá porque tú estás con él. Es un tiempo que todas las personas necesitamos para salir de ese confort personal y sacar lo mejor de cada uno. Admirar al enfermo, aprovechar para romper todo el pudor que en una circunstancia normal tendríamos y decirles lo que se les quiere, con un beso, una mano apretada, una caricia... Ellos se sienten seguros. Volviendo a empezar las veces que haga falta, tantos abrazos como momentos de despiste tengan. Siempre se puede ajustar la bendita medicación para que no sufran, pero ¿matarlos? Investiguemos y trabajemos más para conseguir ‘su confort’, no el nuestro. Un último trayecto merecido, lleno de honores y de amores. En la vida hay que pasar muchas etapas, y no podemos saltárnoslas como si la existencia humana fuera una ‘app’ con continuas actualizaciones. Por favor, peores que los animales, jamás.