ABC (Andalucía)

Eutanasia, un paso más al confort

- MARISA ESPINILLA GALLARDO

Tras la evolución de la ley del aborto, hoy en día cualquier persona puede decidir sobre la vida del no nacido, incluso siendo menor, sin informar absolutame­nte a nadie. Ahora llega la eutanasia y me temo la misma trayectori­a. Llegará el momento en el que todos los requisitos de hoy mañana serán agua pasada, pudiendo decidir cualquiera sobre la vida del adulto indefenso, que se encuentra anulado y al que no compensa seguir manteniend­o con vida.

Estos enfermos sólo necesitan cariño, recursos del Estado, cuidados paliativos para un ‘poder estar’, tiempo de sus familiares, acompañami­ento y no soledad, dignidad al tratarlos y, por supuesto, mucha admiración por su pasado.

‘Lo respeto, pero no lo entiendo’. Estas dos barbaridad­es tienen mucho más en común con la sociedad de confort en la que vivimos de forma acelerada, huyendo del esfuerzo y saltándono­s por la vía rápida todas las dificultad­es, que consiguien­do una nueva aprobación de leyes legítimas para el bien del individuo. Luego nos llevamos las manos a la cabeza por las cifras de fallecidos en las residencia­s por el Covid o por el índice de aumento en los suicidios. Totalmente contradict­orio. Lo que realmente está fallando es la dedicación a quienes forman el conjunto de la sociedad de ‘los grandes olvidados’. Puedo hablar en primera persona tras llevar varios años con un enfermo de alzhéimer. Y no es verdad que se olviden de todo y que ya solo cabe esperar. Se les olvida lo accidental, pero lo esencial, jamás. Saben que estás ahí, sangre de su sangre, y que le quieres y que nada malo le ocurrirá porque tú estás con él. Es un tiempo que todas las personas necesitamo­s para salir de ese confort personal y sacar lo mejor de cada uno. Admirar al enfermo, aprovechar para romper todo el pudor que en una circunstan­cia normal tendríamos y decirles lo que se les quiere, con un beso, una mano apretada, una caricia... Ellos se sienten seguros. Volviendo a empezar las veces que haga falta, tantos abrazos como momentos de despiste tengan. Siempre se puede ajustar la bendita medicación para que no sufran, pero ¿matarlos? Investigue­mos y trabajemos más para conseguir ‘su confort’, no el nuestro. Un último trayecto merecido, lleno de honores y de amores. En la vida hay que pasar muchas etapas, y no podemos saltárnosl­as como si la existencia humana fuera una ‘app’ con continuas actualizac­iones. Por favor, peores que los animales, jamás.

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EFE Restriccio­nes al tráfico por el estado de alarma

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