ABC (Andalucía)

No es importante

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El terreno de juego está perfectame­nte delimitado y los independen­tistas saben que si lo desbordan les espera la cárcel; a los propios catalanes nos interesan mucho más las elecciones madrileñas que el Govern que vaya a mandarnos

es banal, todo son las mentiras de los líderes independen­tistas y las ganas de ser engañada de la turba ruralizant­e. Porque la línea divisoria no es entre Cataluña y España, ni siquiera entre la derecha y la izquierda, sino entre la ciudad y el campo. Entre la depresión payesa, vacilante expresión bovina, y la efervescen­cia de la metrópolis, virtud huidiza de las cosas. El huerto es político y el independen­tismo se explica en la granja, en el establo. El independen­tismo huele a adobo natural, tiene maneras de coz, arraiga contra todo propósito civilizado y permanece pese a la lluvia y la solana. No tiene otra idea que permanecer, y permanecer no es una idea. Cuesta distinguir lo que está vivo de la naturaleza muerta y ni a ellos les importa, porque sólo permanecen. El huerto es político y la coz. El cántaro es político. Los restaurant­es son políticos y los taxis. También el doblete con que el Barça va a alzarse. Que Aragonès sea presidente es un ‘calçot’ y no le importa a nadie.

No es casualidad que la presidenta Ayuso mantuviera abiertos los restaurant­es y la Generalita­t los cerrara. No hay casualidad­es en España. Estimar nació hace 5 años en Barcelona pero hoy es ‘el restaurant­e’ de Madrid. Con la alta excepción de Josep Bou, los políticos catalanes a los que invité a la sede barcelones­a no habían ido nunca y nunca más les volvieron a ver. Ayer le escribí a Casado para decirle que esta vez le invitaba yo, y que sería en Estimar. En mi lógica provincian­a, creí que iba a descubrírs­elo, pero cuando llamé a Rafa para hacer la reserva como algo especial, me dijo que Pablo era un gran cliente. Madrid gana porque entiende el poder, y lo que importa de los restaurant­es, como de la vida, es el poder. Si El Bulli no hubiera cambiado el mundo, el relato que se habría impuesto sobre Ferran sería el de la burla. Madrid sucede en el eje de Estimar. Pere Aragonès, y la inmensa mayoría de políticos catalanes, debutarían en cualquier buen restaurant­e al que les llevara. Y esto no es una categoría gastronómi­ca sino política. Y moral.

Laporta gana porque es el único líder que sabe en Cataluña llevarse la vida por delante. Y cuando cumplas los 18, llámame.

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