«Veranos como hace dos años no van a volver, pero no estaremos encerrados»
La presidenta de los epidemiólogos trabaja en el ministerio. Opina que «el descrédito a Simón es injusto»
tó. «Yo creo que no tiene mucho sentido, en la situación en la que estamos, haber establecido este parón», aseguró el consejero madrileño.
La ministra de Sanidad mantuvo ayer que la decisión de suspender la vacunación estuvo «bien tomada», ya que demuestra que «la vigilancia farmacológica funciona y eso transmite tranquilidad a la ciudadanía». Tras este freno, Darias explicó que mañana se retomará la inmunización con las dosis de AstraZeneca para las personas entre 55 y 65 años y los grupos de trabajadores esenciales que habían quedado sin vacunarse tras la suspensión del pasado lunes. «Se simultaneará la vacunación según la disponibilidad de dosis y el tamaño de cada uno de esos colectivos en cada comunidad autónoma», apuntó.
En concreto, se continuará con los grupos 3B, 3C y 6. En el 3B está formado por personal de los servicios de salud pública implicado en la gestión de la pandemia que no se haya vacunado en el grupo 2. El 3C está integrado por el resto de personal sanitario y sociosanitario no vacunado con anterioridad, mientras el grupo 6 lo forman Guardia Civil, Policía, Bomberos y docentes.
Desde septiembre pasado, antes del rugido de la segunda ola del coronavirus, al presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) Pere Godoy le sustituyó en el cargo su ‘número dos’, Elena Vanessa Martínez. Con un matiz curioso▶ Martínez es funcionaria de la Dirección General de Salud Pública, en el Ministerio de Sanidad, donde, defiende, llevan toda la pandemia «trabajando de sol a sol», lo que, asume, le «salvó» para «no desquiciarse» con tres hijos en casa. «El descrédito al equipo del doctor Fernando Simón es injusto», avala durante una entrevista concedida a ABC. Aunque, tanto en el confinamiento estricto como en la desescalada, deja constancia de que las cosas podrían haberse hecho de otro modo si se hubiese conocido bien al virus con el que iban a tutearse las autoridades durante esta batalla.
Martínez pone varios ejemplos. La epidemióloga se retrotrae a la desescalada justo al enfilar el estío pasado. «Nunca vimos demasiado sentido a cerrar los parques» en ciudades como Madrid, asevera, al tiempo que indica que las terrazas de los locales «deberían haber permanecido abiertas desde el final de la primera ola». El interior de bares y restaurantes es una fuente de contagio «demostrado», dice. Desde el Gobierno «no se ha tratado de demonizar al sector, muy afectado, pero hay muchos otros como estamos viendo. No es el único».
En la parcela de la autocrítica, esta especialista en Medicina Preventiva asume▶ «Al principio no nos dimos cuenta del alto porcentaje de asintomáticos y no se adoptaron medidas ajustadas en ambientes cerrados, en los hogares y sobre el uso de la mascarilla». Por el contrario, responde,
√ Cuarta ola «Aún es evitable, pero el virus se nos escapa de las manos en fechas con tanto contacto social como la Semana Santa»
«fue todo un acierto no cerrar las escuelas este curso». «Lo que se buscó en el confinamiento domiciliario de la primera onda no se hizo pensando en que los niños contagiaban; fue buscar el modo de inmovilizar a los padres».
Como a todo el equipo del ministerio de Carolina Darias le inquietan las fechas que se aproximan. «Me preocupa como epidemióloga que este virus y nuestro comportamiento ante él es difícil de mejorar. La cuarta ola aún es evitable, pero, como en Navidad, se ha visto que cuando estamos totalmente encerrados, lo controlamos. Si abren, multiplicamos los contactos sociales y en pocos días la incidencia se nos vuelve a escapar de las manos». «Todos tenemos –afirma– cierta necesidad de volver a la normalidad, pero nos ponemos en riesgo, hay mayor predisposición a quedar más de una vez al día, con más grupos y realizar diferentes actividades. Tengo respeto, incluso miedo. Cerrar en Semana Santa era imprescindible».
La presidenta de la SEE ha visto prudente la paralización momentánea del inyectable de AstraZeneca y confía en el compuesto. «Ahora temo el efecto rebote y que se extienda la mala reputación hacia el resto de vacunas», dice.
«En España hemos pecado de no ser más restrictivos. Yo lo hubiera sido mucho más», advierte. Huye de las comparaciones con otros países como Alemania o Francia y aporta un enfoque original▶ las medidas no deberían haber sido iguales ni para distintas comunidades autónomas, porque dependen de los hábitos culturales y el comportamiento de la población. Lo que pasa, asume, es que en los últimos doce meses «han crecido los epidemiólogos de sofá como las setas».
Los políticos imponen
«Nos han sacado de nuestra vida y no es fácil adaptarse a cambios impuestos». ¿Si esos vaivenes vienen ordenados por políticos, las directrices antipandemia se encajan peor? Martínez asiente. «Deberían haber sido siempre criterios técnicos, los expertos los que dictasen las normas. Pero la ciencia ha tenido que aprender en un año lo que tarda decenas. Si digo una cosa, y la realidad impone otra, resta credibilidad. Es lo que ha pasado».
¿Y la siguiente norma cuál será? «La gente busca el horizonte▶ ahora saber cómo va a ser el verano. Es lógico. Estamos muy cansados e intentamos evadirnos. El daño a la salud mental es incuestionable. Además del médico de cabecera, necesitamos un psicólogo de cabecera. Y lo que hay que saber es que en verano no estaremos encerrados, pero no será como hace dos veranos».