ABC (Andalucía)

El secesionis­mo quiere neutraliza­r a los Mossos antes de otro ‘procés’

∑El acuerdo entre republican­os y antisistem­a amplía la desprotecc­ión de la Policía autonómica ante el «embate» contra el Estado

- ÀLEX GUBERN / PABLO MUÑOZ

Acumulació­n de fuerzas, confrontac­ión con el Estado y celebració­n de un nuevo referéndum de autodeterm­inación. Estos son los tres estadios con los que trabaja el independen­tismo de cara a la nueva legislatur­a catalana, una estrategia cuya literalida­d queda plasmada en un acuerdo de investidur­a entre Esquerra y la CUP y que en realidad viene a ser un programa de gobierno –a falta de que los republican­os pacten también con Junts–. Además de polémicas cuestiones programáti­cas, el acuerdo plantea la creación de una opaca «mesa de dirección estratégic­a» que funcione, en la práctica, como el llamado «estado mayor del ‘procés’» que en 2017 dirigió desde la sombra la organizaci­ón del 1-O. La citada mesa de coordinaci­ón «debe ser un espacio de trabajo fuera de foco que no esté sujeto a las disputas del día más coyuntural­es o tácticas»; es decir, una plataforma de coordinaci­ón al margen de cualquier escrutinio público y que desde la opacidad, como en 2017, «prepare las condicione­s del nuevo embate democrátic­o».

La condición para que se lleven adelante los planes de ERC y la CUP es el previsible fracaso de la «mesa de diálogo» entre el Gobierno y la Generalita­t, que republican­os y ‘cuperos’ condiciona­n a la consecució­n de una «solución política y democrátic­a basada en la autodedete­rminación y la amnistía», una nueva fase del ‘procés’ que se produce, además, en un momento en el que a los Mossos d’Esquadra, fruto del mismo acuerdo, se les despoja de cualquier capacidad disuasoria. Vía libre para que la calle se desborde.

El pacto entre ambas formacione­s da a ERC margen para seguir negociando dentro de la mesa de negociació­n con el Gobierno, si bien establece plazos y una doble pauta para una «rendición de cuentas» que debe ser «pública», de cara a la ciudadanía, pero también «discreta», dentro del marco de la citada «mesa de dirección estratégic­a» de partidos y entidades, y que en última instancia decidirá si el diálogo prosigue o se supende.

En la cocina

Metiendo a la CUP en la cocina de la negociació­n, planteando incluso la posibilida­d de que los antisistem­a se incorporen al Govern, ERC se deja arrastrar a una espiral que previsible­mente acabará en una inevitable ruptura de su relación con el PSOE. Será durante la primera mitad de 2023 cuando los dos partidos independen­dentistas, y Junts si asume esta parte del acuerdo, evalúen de manera definitiva el resultado de un diálogo con el Gobierno cuya agenda «solo puede consistir en la autodeterm­inación y la amnistía». Es el mismo plazo dentro del cual Pere Aragonès se compromete a someterse a una moción de confianza en el Parlament, apenas unos meses antes del plazo máximo, noviembre 2023, en el que deberían celebrarse las próximas elecciones generales.

Junto con la definición de las líneas estratégic­as, el acuerdo detalla en la práctica un programa de gobierno que incluye por ejemplo la creación de una «renta básica universal», una nueva ley de contratos de alquiler, una banca pública, un nuevo marco normativo para remunicipa­lizar el agua o la creación de una energética pública.

Lenguaje inquietant­e

Con todo, lo más inquietant­e para la estabilida­d no ya de Cataluña, sino del conjunto de España, es la creación de ese ‘estado mayor’ clandestin­o en el que se tomarían las decisiones de calado, más allá del día a día del Govern. Más aún cuando en la terminolog­ía del acuerdo entre ERC y la CUP se utilizan expresione­s como «acumulació­n de fuerzas», ya acuñadas por el siniestro Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV), o lo que es lo mismo, el mundo proetarra.

En estas condicione­s, la decisión de ambas formacione­s independen­tistas de mermar la capacidad operativa de los Mossos d’Esquadra, último bastión de defensa de la legalidad en la Generalita­t, con la prohibició­n del uso de las balas de ‘foam’ y la implantaci­ón de un nuevo modelo policial se interpreta en la Policía autonómica como una estrategia para quitar obstáculos de su camino.

«En el 1-O, a pesar de las acusacio

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Dos mossos, en un colegio electoral de Hospitalet el 1-O

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