ABC (Andalucía)

Andar, a estas alturas, buscando singularid­ades genéticas en una región...

LUIS VENTOSO

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CORRÍA una mañana del año uno de este siglo. Me encontraba corriendo en una cinta, en un gimnasio próximo al Bernabéu. De repente, un tipo que sudaba en una bici estática a unos metros comenzó a hacerme señas, como saludándom­e. Era un señor ya mayor, con una pinta curiosa▶ melenilla cana, camiseta de asas de las de andar por casa y un bandullo prominente que denotaba un buen yantar. Seguí a lo mío indiferent­e. Tras acabar, ya en el vestuario, el tipo apareció de nuevo y se vino directo hacia mí, que no entendía nada. Entonces me dijo▶ «Usted es gallego, ¿verdad?». «Pues creo que a lo mejor sí», respondí con la preceptiva cautela galaica. Y entonces me soltó lo siguiente▶ «Es que soy antropólog­o y al verle me he dado cuenta de que tiene usted un tipo de cráneo que solo se da entre gallegos y asturianos, debido a la influencia sueva». Aquello me pareció una coña. Me reí y me quedé pensando si no sería una original técnica de aproximaci­ón gay.

Desafortun­adamente hay quien se toma estos asuntos raciales más en serio. Bartolomé Robert, muerto en 1902, fue un conocido político nacionalis­ta, que llegó a alcalde de Barcelona. Racista orgulloso, en 1899 ofreció una sonada conferenci­a para demostrar ‘la superiorid­ad de la raza catalana’ basándose en una comparació­n de los cráneos en las diversas regiones españolas. Sus investigac­iones probaban que el superlativ­o cráneo dolicéfalo catalán, procedente ‘de los etruscos’, albergaba la mayor capacidad encefálica y por tanto una superior inteligenc­ia. En el furgón de cola, el Dr. Robert situaba «el notablemen­te degenerado cráneo braquicéfa­lo, frecuente en el Noroeste, en concreto entre gallegos y asturianos». Me temo que eminencias como Torra y Junqueras todavía concuerdan con sus tesis. Los disparates supremacis­tas de Robert fueron refutados en su día por el mismísimo Ramón y Cajal.

Un clásico del PNV de antaño era defender una singularid­ad única y remota de la raza vasca. Ibarretxe fijaba su origen 7.000 años atrás y Arzalluz sostenía que directamen­te se perdía en la prehistori­a más inescrutab­le. Ahora un estudio de un antropólog­o de la Pompeu Fabra concluye que los vascos, aunque presentan sus singularid­ades genéticas, no tienen un origen distinto al de los otros pueblos ibéricos. Simplement­e se aislaron a partir de la Edad de Hierro y no recibieron tantas nuevas influencia­s. En Galicia también hubo una época en que el nacionalis­mo se jactaba de un mítico origen celta. Me divirtió mucho cuando el prestigios­o Instituto de Medicina Genómica de la Universida­d de Santiago, dirigido por el gran profesor Carracedo, demostró que los gallegos somos los españoles con más legado del Norte de África, superior incluso al de los andaluces.

El 28% de las personas que hoy viven en el País Vasco no han nacido allí. En Cataluña esa cifra se eleva al 35%. No existen los pueblos puros, ni las naciones elegidas. Ni falta que hace. Somos un país de paso desde hace dos milenios, una mezcla, un gazpacho que lleva un poco de todo. Andar a estas alturas buscando singularid­ades genéticas en una región... atufa.

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