Tan francés y tan amigo americano
la historia del cine francés, y crítico sagaz, bienhumorado e irrespetuoso con la política de su país. Tavernier es, sin duda, uno de los directores más interesantes y más difíciles de clasificar del último medio siglo de cine en Francia, que comenzó su filmografía ya a ‘nouvelle vague’ agotada, que ha tenido muy buen saque para el cine de intriga y el relato policial y social, que ha ironizado sobre el pasado y el presente y que ha sabido manejar con notable destreza la ficción, el documental y el territorio que pisan ambos. Tavernier era un hombre que sabía mucho y de muchas cosas, con un probado paladar para el cine, la literatura, la música y la cocina (se leía hasta las notas a pie de página y mojaba pan aunque no hubiera salsa), pero eso no dejó de sorprender cuando hizo su mejor película, ‘Alrededor de la medianoche’, una arrebatada declaración de amor a la música jazz, a la bohemia y a la amistad protagonizada por un marchitado y sublime Dexter Gordon.
Cómo poner en la misma balda al director de ‘El relojero de Saint-Paul’, ‘Que empiece la fiesta’, ‘La muerte en directo’ (no busquen otra Romy Schneider), la brutal ‘1280 almas’ o la pictórica ‘Un domingo en el campo’ y al que capturó ese ambiente ‘blue’ de la amistad entre el saxofonista Dale Turner y Bud Powell y Lester Young…
En los noventa, Tavernier cambio con naturalidad de balda y se colocó en otra más áspera, menos pulida, con un cine social, ideológico, con títulos como ‘Ley 627’, ‘Capitán Conan’, ‘La carnaza’ y ‘Hoy empieza todo’. Como personaje clave del cine francés (y ameri