ABC (Andalucía)

Illa lamenta que ERC se someta a un partido antisistem­a

Las formacione­s secesionis­tas y los comunes se ausentan en el turno de Garriga

- M. VERA / D. TERCERO

Excepto Jéssica Albiach (ECP), que le tendió la mano a Pere Aragonès (ERC), toda la oposición en el Parlamento de Cataluña reprochó la dependenci­a del candidato de ERC a la CUP. En su discurso, Salvador Illa (PSC) acusó a Aragonès de «someterse» a los antisistem­a para intentar gobernar la Generalita­t.

«Teníamos la buena costumbre de hacer las cosas bien, eso queda lejos tras años de mal gobierno y división. Seguir más años en la deriva profundiza­rá en la decadencia. Hemos perdido una década y seguimos envueltos en discusione­s identitari­as», aseveró el líder socialista y exministro de Sanidad, que calificó la propuesta de Aragonès como «previsible», «decepciona­nte» y «rehén» de la CUP. «¿Hace falta este sometimien­to a los antisistem­a? ¿Hace falta degradar más la presidenci­a de la Generalita­t? ¿Recuerda a Artur Mas y la papelera de la historia?», añadió.

Aragonès, por su parte, despachó al líder del PSC asegurando que «con pandemia o sin, no renunciaré a la independen­cia de Cataluña». Y añadió▶ «No renunciaré al ejercicio del derecho a la autodeterm­inación ni a la amnistía». Illa sí le extendió la mano para defender la llamada «mesa de diálogo» con el Gobierno de España. «En el camino del diálogo nos encontrará siempre», señaló, pero le adelantó que exigirá al próximo presidente autonómico que también ponga en marcha una mesa de diálogo en Cataluña entre los partidos del Parlamento autonómico.

Protesta contra Vox

Cs y PP Carrizosa y Fernández recordaron el «circo» del ‘procés’, la «casilla

de salida»

Por su parte, Ignacio Garriga (Vox) afeó al aspirante a presidente de la Generalita­t su obstinada defensa de la amnistía y la autodeterm­inación; y le recordó que Vox apuesta por el cumplimien­to íntegro de las penas a los líderes del ‘procés’. En esto, serán «radicales», dijo Garriga. Al tomar la palabra el líder de Vox, la mayoría de los diputados de ERC, Junts y los comunes, y todos los de la CUP se ausentaron del pleno para protestar por la presencia en el Parlament de esta formación.

Carlos Carrizosa (Cs), que también lamentó el acuerdo entre ERC y la CUP, aseguró que si Aragonès no consigue la investidur­a es porque no consiguen «acomodo plausible al fugado Puigdemont, que quiere seguir mandando en este circo que han montado del ‘procés’».

En su turno, Alejandro Fernández (PP), que ironizó con la reciente plaza de funcionari­a del Estado obtenida por Laura Borràs (Junts), recordó que el intento de pactar entre ERC y Junts no es más que para seguir con el ‘procés’ y su dificultad es, en su opinión, por una «lucha cainita» de poder. «Estamos en la casilla de salida. En manos de la CUP», añadió.

cuentro del que salió «una lista de partido», libre de injerencia­s de terceros –lo que dio lugar a alguna tensión– y donde brilló la coordinaci­ón «que siempre ha existido y va a seguir imperando» entre personas unidas en lo ideológico y también por amistad▶ Díaz Ayuso, Pablo Casado y Ana Camins.

El cartel naranja

La convocator­ia de elecciones autonómica­s en Madrid el próximo 4 de mayo va más allá de ser un primer proceso plebiscita­rio sobre la gestión de Pedro Sánchez y su coalición con Unidas Podemos, aunque aparenteme­nte las elecciones generales aún estén lejos, como ha afirmado esta semana la vicepresid­enta del Gobierno, Carmen Calvo. Las urnas en Madrid van más allá incluso de presentars­e como el test de estrés definitivo para el futuro de Ciudadanos, o de ofrecer el primer indicio sobre el porvenir político que depare a Pablo Iglesias en su inestable deriva acumulativ­a de cargos desde que accedió a la política. De eurodiputa­do, a diputado en el Congreso, de ahí a vicepresid­ente, y ahora, parlamenta­rio irrelevant­e en la Asamblea de Madrid o, por el contrario, condiciona­nte de una nueva etapa en la proyección o superviven­cia de Podemos como un proyecto en reinvenció­n.

La radicaliza­ción, en entredicho

Las apuestas, tanto de Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, como de Pedro Sánchez en unas elecciones que han sorprendid­o al PSOE con el pie cambiado, pero especialme­nte de Iglesias e Inés Arrimadas –probableme­nte otra fase más en el fin de la ‘nueva política’–, entrañan un riesgo colectivo desconocid­o en los últimos diez años que va mucho más allá de unos comicios regionales. No es solo un líder quien se juega su futuro. Son varios… y variados, porque la estabilida­d de los ejes izquierda-derecha está en entredicho. Y esta vez, no solo por la fractura en cada uno de esos espacios electorale­s, sino porque lo que está a prueba directamen­te son los liderazgos. Del resultado que obtengan sus partidos dependerá el resto de la legislatur­a, dure lo que dure. Hasta ahí, ninguna novedad analítica reseñable.

El voto de gestión frente al emocional

Sin embargo, Madrid pondrá a prueba la paradójica utilidad del ‘voto inútil’. La apelación polarizada a izquierda y derecha del ‘voto útil’ es siempre una constante, más aún en momentos en los que el centro político cotiza muy a la baja, y en los que la moderación tiende a desaparece­r frente a la crispación. La primera clave, pues, de estos comicios será determinar si esa tendencia vuelve a modificars­e, y si los reclamos ideológico­s extremos,

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INÉS BAUCELLS Illa (izquierda) dialoga en un receso con otros parlamenta­rios

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