Un inglés en la corte del rey Warhol
El padre del pop-art lo nombró su fotógrafo oficial
HA muerto en Rennselaerville, en el estado de Nueva York, David McCabe, fotógrafo inglés nacido en 1940 en Leicester. A los veinte años, y tras unos cuantos de aprendizaje en su Reino Unido natal, McCabe se marchó a Nueva York, donde pronto sería asistente del gran Alexis Brodovich, recibiendo además clases de Henry Wolf y Melvin Sokolsky, lo cual desembocó en su capacitación como especialista en foto de moda, género que a partir de 1963 practicó en ‘Vogue’ y otras publicaciones de Condé Nast. El año siguiente fue el de su encuentro con Andy Warhol, que enseguida lo nombraría su fotógrafo oficial. Aquel fue el encargo de su vida, pues le llevó a documentar, en aproximadamente 2.500 instantáneas en blanco y negro, y con un estilo sin florituras, la pequeña historia de la Factory y de su glamuroso y gélido Rey Sol, rodeado de modelos (Edie Sedgwick, Peggy Moffitt, Baby Jane…) y poetas (Gerard Malanga, René Ricard…) Buenísimas las disparatadas imágenes del encuentro del norteamericano con Dalí, en el neoyorquino Hotel St Regis▶ tal para cual. Fantásticas también las de Warhol en la Glass House de Philip Johnson, o el retrato de David Whitney, el compañero de este, tendido con ‘nonchalance’ sobre unas warholianas cajas Brillo. O las que documentan los encuentros del pintor con Tenneesse Williams, Mick Jagger, Avedon, Rauschenberg, o Marisol Escobar. El conjunto de su trabajo de esa etapa lo recogería McCabe, ya tras la muerte del comanditario, en ‘A Year in the Life of Andy Warhol’ (2003).
Fuera de campo quedarían unas melancólicas, fellinianas imágenes de 1963 de un circo en la isla de Martha’s Vineyard; retratos de los Beatles, Woody
Allen, Sharon Tate, Ali McGraw o Twiggy; y sobre todo soberbias fotos de moda, de un color encantadoramente ‘vintage’, para ‘Vogue’, ‘Harper’s Bazaar’, ‘Glamour’ o ‘Mademoiselle’, protagonizadas por modelos bastante olvidadas, que visten creaciones de Ungaro o Paco Rabanne, entre pop y op, generalmente de colores estridentes. Fue él, por lo demás, quien descubrió a la afroamericana y legendaria Donyale Luna.
Más allá del periodo 1960-1968, cuesta visionar sus trabajos, ya que se dedicó a la explotación de un hotel en Long Island, para luego, hace unos quince años, retirarse a Rennselearville. A su precaria web tiene que acudir quien quiera conocer sus fotos de París, Niza o Deauville; otras de Nuevo México o del propio México, donde es muy bella su imagen de una mujer desnuda durmiendo la siesta bajo una mosquitera, en un hotel de Yelapa; y animadas visiones del Caribe anglófono, por el que le gustaba navegar en su velero con su familia.