ABC (Andalucía)

«No descartamo­s despidos forzosos»

∑El banquero sostiene que se jubilará en Caixabank y asegura que dormirá totalmente tranquilo con el FROB dentro del consejo de administra­ción

- DANIEL CABALLERO

No tiene tiempo para estar cansado, dice, pese a haber pasado seis meses de actividad frenética. José Ignacio Goirigolza­rri (Bilbao, 1954) deja atrás Bankia como uno de los banqueros más prestigios­os para asumir la presidenci­a del nuevo Caixabank. Un reto gigante, de 630.000 millones en activos y 51.000 empleados; casi nada. Pero es humilde, no mide este salto como alcanzar la cima. Una nueva etapa que inicia a toda máquina. Por lo pronto, en la torre Kio de Madrid ya ha desapareci­do el logo de Bankia para dejar paso a la estrella de Caixabank.

—Antes hubo contactos con Banco Sabadell. ¿Por qué no fructifica­ron?

—Distinguir­ía dos tipos de contactos▶ los de charlar y hablar con competidor­es, ver cómo se ve el futuro, y los contactos serios. Serios solo hemos tenido con Caixabank. El resto los pongo en relaciones de buena vecindad; intentar compartir cómo se ve el futuro, pero de ahí a hablar de contactos serios hay un abismo.

—Con Sabadell partían de una posición de mayor ‘igualdad’, por el tamaño. Con Caixabank no era así e imagino que no es igual ser el absorbente que el absorbido.

—Sí, pero uno no tiene que pensar las cosas en esos términos. Hay que pensar en un proyecto futuro desde la perspectiv­a de los accionista­s, los equipos, los clientes y del músculo del proyecto para apoyar a la sociedad, las familias y las empresas. El consejo de Bankia, que se reunió varias veces antes de la operación, tenía la obligación de analizar las dinámicas del sector y de consolidac­ión, y cuál podía ser el rol de Bankia; el consejo siempre ha tenido dentro de sus preferenci­as a Caixabank por una razón importante▶ nos parece un socio perfecto.

—¿El reparto de poder ha sido equitativo?

—Sí, creo que lo ha sido. Cuando uno analiza el conjunto de la organizaci­ón definida, tiene un enorme mérito porque es la primera vez en mi vida que he visto que en el ‘closing’ de la operación prácticame­nte todas las personas de la nueva Caixabank saben dónde van a ir. Eso es un esfuerzo por parte de las personas de organizaci­ón y recursos humanos notable. Se han definido los 400 puestos más relevantes. Cuando uno analiza el conjunto, personalme­nte me parece que es un reparto razonable, acorde con el tamaño y circunstan­cias de las dos entidades. Dicho esto, no voy a hablar más al respecto. Mirando al futuro tenemos que conseguir olvidarnos de los orígenes. El pasado lo llevamos en el corazón pero es fundamenta­l mirar al futuro y pensar en un proyecto común. Mirar al futuro es mirar en términos de meritocrac­ia y es fundamenta­l que seamos un grupo fuerte y unido que no tenga sus diferencia­s en las entidades de origen sino que tenga su vocación, voluntad y anhelos en un futuro muy meritocrát­ico.

—¿Le habría gustado incorporar a José Sevilla, su número dos en Bankia? —Sin ninguna duda. Cuando me incorporé a Bankia nos incorporam­os cuatro. Estaban Pepe Sevilla, Amalia Blanco y Antonio Ortega, hemos pasado unos años fenomenale­s. Pero la vida tiene etapas y cuando uno termina una etapa tienes momentos vitales diferentes, y tienes que tomar decisiones, y han tomado la decisión de no continuar. En lo personal lo siento muchísimo, y en lo profesiona­l también lo siento porque seguro que habría aportado (Sevilla) de manera importante al nuevo proyecto. Dicho esto, tenemos que entender las decisiones y respetarla­s. Me da pena que no siga, pero lo entiendo.

—¿Cuándo llegará su jubilación? ¿Se jubilará en Caixabank?

√ Fusiones «Contactos serios solo hemos tenido con Caixabank. El resto los pongo en

relaciones de buena vecindad»

—He empezado hace horas, y todavía no porque aún no soy ni presidente. Estoy hipercompr­ometido con el proyecto, e ilusionado. Siempre a disposició­n de la confianza que depositen en mí los accionista­s y el consejo. Si depositan esa confianza y piensan que puedo aportar, me tienen a la orden. Cuando piensen que no aporto o me retiren la confianza, me voy a casa encantado.

—El ajuste de empleo. Número no va a decirme, pero... ¿7.000 sería una cifra razonable?

—Esa es una pregunta trampa que no voy a responder.

—Pero será un ajuste importante.

—Será el necesario. Nosotros vamos a entrar en contacto con los representa­ntes de los trabajador­es y nuestra obligación es que los primeros en conocer cuáles son los planteamie­ntos sean ellos. Sería una falta de tacto muy relevante empezar a utilizar cifras; una falta de tacto en la que no vamos a caer.

Nuevo proyecto

«Me habría gustado que se incorporar­a José

Sevilla, pero entiendo y respeto

que no siga»

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