Francia vuelve a hibernar

Francia vuelve a hibernar en abril, como sucedió en la primera ola de la pandemia, cuando todo cerró para dejar que el país funcionase al ralentí de lo esencial. Durante un mes, el toque de queda amplía sus márgenes y vacía las calles a las siete de la tarde, las estaciones y los aeropuertos cancelan sus tornos y el teletrabajo se impone por decreto. Nada sale gratis, y aún menos el miedo: el impacto económico de las nuevas medidas fue ayer cifrado por el ministro de Economía galo en una pérdida de un punto de crecimiento anual del PIB. También Italia generaliza la alerta roja para evitar que la cuarta ola de la pandemia se salde con un nuevo colapso hospitalario y más muertos. En este escenario, España se convierte en excepción a la regla. A poco más de un mes para que decaiga el estado de alarma que el Gobierno transfirió como un regalo envenenado a las comunidades autónomas, la pandemia permite ciertas licencias, incluso a los miles de europeos que han encontrado aquí un respiradero en el que aliviar su hibernación. Con seis regiones en riesgo alto de contagio, las cifras que hoy publique Sanidad tras los días festivos de Semana Santa servirán de indicio para conocer el alcance de la cuarta ola y, también, la hoja de ruta de un Ejecutivo que había programado un nuevo canto de victoria sobre el Covid para mediados de mayo.