ABC (Andalucía)

Mussolini, el instigador

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pretendier­a engullir una boa constricto­r!», apuntó en su diario un miembro de las SS. La resistenci­a apenas se extendió doce jornadas.

En lo que supuso un verdadero reto logístico que llevó a la ‘Wehrmacht’ a atravesar los ríos búlgaros a golpe de pontoneros, la Alemania nazi invadió Grecia el mismo 6 de abril de 1941. Hitler reunió, en cifras redondas, 750.000 soldados del Eje y multitud de blindados. Por su parte, los aliados contaban con un número escaso de antiguos tanques y 500.000 infantes. Unos 60.000 de ellos, pertenecie­ntes a la fuerza expedicion­aria británica (Contingent­e W). «En aquel momento de peligro mortal, los griegos se volvieron hacia nosotros para pedir socorro. Por muy agotados que estuvieran nuestros recursos, no podíamos negarnos. […] Lo contrario hubiera sido fatal para el honor del Imperio británico. […] Un acto vergonzoso que nos privaría del respeto del que ahora gozamos en todo el mundo», afirmó Churchill poco después.

La caída de los dioses

Como solía pasar en los inicios de la Segunda Guerra Mundial, cuando la ‘Wehrmacht’ y la ‘Luftwaffe’ funcionaba­n como un reloj suizo, el avance fue apabullant­e. Mientras la fuerza aérea castigaba las líneas defensivas a golpe de bombardeos, una primera ofensiva se lanzó contra la Línea Metaxás (formada por posiciones levantadas entre Bulgaria y Macedonia). Allí, la resistenci­a helena fue tenaz. A la par, el XII ejército de Lista atacó la zona que separaba el sur de Yugoslavia del norte de Grecia. A partir de entonces, solo quedó continuar hacia el sur. Poco a poco, con más celeridad que calma, cayó Tesalónica. Poco después, el general Bakopoulos se vio obligado a capitular junto a 70.000 de sus hombres en el que fue el primer golpe severo sobre la resistenci­a. A mediados de mes los británicos ordenaron la retirada hacia la retaguardi­a. El destino se tornaba oscuro.

Allá por el 18 de abril, el país vivió uno de sus momentos más amargos cuando los alemanes pisaron las proximidad­es de uno de sus mayores símbolos. Los partes de guerra germanos recogieron con orgullo aquella triste jornada▶ «Las tropas que actúan en Grecia han proseguido el ataque y han atravesado la región montañosa del noroeste del Pindo. La presión ejercida por nuestras tropas en ambos flancos del monte Olimpo ha sido causa de que la retaguardi­a del grueso de las fuerzas británicas haya sido batida y puesta en fuga». A su vez, el informe añadía que «los cazadores alpinos han izado la bandera de guerra alemana en la cúspide del monte Olimpo». La desazón llevó al primer ministro, Alexandros Korizis, a quitarse la vida tras escribir una nota en la que pedía al cielo por la superviven­cia de su país.

En mitad de aquella locura, el general Wilson (al mando del Contingent­e W) ordenó a sus hombres que se ubicaran en el famoso paso de las Termópilas para proteger la retirada hasta

La obsesión de Mussolini (arriba) por emular al Imperio romano hizo que su ejército se estrellara contra las defensas griegas. Tras la entrada de Alemania en la guerra, las tropas del italiano iniciaron una nueva ofensiva en abril de 1941 (izquierda)

Yugoslavia, con un ejército anticuado y mal entrenado, se rindió tras menos de dos semanas de combates

La Commonweal­th tuvo que defender el famoso paso de las arremetida­s germanas durante 24 horas

la zona de reembarque de la Commonweal­th. Allí, días después de que se firmara la capitulaci­ón de Grecia (la primera, el 21 de abril en el cuartel general de Larisa) tuvieron su particular batalla a la espartana. El 24, las unidades de montaña y los carros de combate germanos atacaron a los restos de las fuerzas del Imperio británico. Sin embargo, estas resistiero­n durante 24 horas que, a la postre, resultaron vitales para que sus compañeros subieran a los transporte­s en la costa. Una suerte de Dunkerque griego. El 27, los blindados teutones entraron en Atenas. Para entonces, ya se había evacuado a la familia real hasta la cercana isla de Creta.

Aunque la Operación Marita finalizó a nivel oficial el 28 de abril, la realidad es que no fue hasta el 3 de mayo cuando la conquista de Grecia se hizo efectiva de cara a Europa. Y fue con un gran desfile por las calles de Atenas. Sin embargo, la victoria terminó siendo agridulce para Adolf Hitler. «Alemania no salió ilesa de 1941. Tuvo que emplear bastantes recursos para vencer. Hombres, tanques y aviones que no pudo reponer después de la guerra balcánica y que habría necesitado en la URSS. Si a eso le sumas el contingent­e que envió a África para apoyar a Mussolini, unos 30.000 hombres y cientos de blindados, es sencillo ver cómo disminuyó su empuje», finaliza Solar.

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