ABC (Andalucía)

Capitanes y reyes

- IGNACIO RUIZ QUINTANO

Esto, sin público, no es fútbol, y lo sabemos, pero preferimos poner con la imaginació­n aquello a lo que no llegamos con la vista. Si nos gusta engañarnos en la política, ¿cómo no nos va a gustar engañarnos con el fútbol? Lo mejor de la final de la Copa del Rey en la Cartuja de Sevilla fue… el Rey, la soledad del Rey, que en eso consiste su majestad, y no es cosa de irnos a la estantería de Luis Díez del Corral.

Solo, en el palco, parecía que el Rey hubiera comprado todo el taquillaje para asistir, precisamen­te así, solo, al espectácul­o, a imitación de Roy Bean (Walter Brennan) en la escena cumbre de ‘El forastero’ de William Wyller, con el juez vestido de gala (incluido el sable), ¡él solo en el teatro!, para gozar de la actuación de Lily Langtry, el Lirio de Jersey, que en el caso que nos ocupa sería Portu, que le sacó un penalti al central Íñigo Martínez, o sería Villalibre, el delantero capuchino del Athletic, el segundo equipo de todos los españoles cuando uno era chico, y hoy, efectos de la Santa Transición, más antipático que el Barcelona. Ganó la Real, cuyo único tiro a gol fue el penalti, desgracia que los superstici­osos atribuyen a que Muniain, el capitán navarro del Athletic, tocó la Copa al saltar al campo, gesto que habría convertido a la Real en un toro de cinco patas.

–Sí, sí, existen los toros de cinco patas –dejó dicho Joaquín Rodríguez Cagancho–, pero para verlos no hay que ser superstici­oso.

Muniain es de los que se santiguan al pisar el césped, o sea, que no es superstici­oso, aunque en esto de las superstici­ones hay una conversaci­ón entre Curro Puya y su pariente Joaquín Rodríguez Cagancho (gitano de ojos verdes que un día revolucion­ó el toreo bajando las manos con el capote y otro día revolucion­ó el orden público pegando la espantá en Almagro), el día de Año Nuevo de 1931 en Triana, Sevilla, recogida por Fernando Claramunt en ‘República y toros’.

–Joaquín, ya sabes que a ese terno (negro y oro) le llaman el catafalco; trae mala suerte.

–No soy superstici­oso, Curro. El nazareno me hace pensar en el Cristo del Gran Poder, le rezo mucho y me ayuda en los ruedos. El otro, que tú llamas catafalco, me da solemnidad; por algo me llaman El Faraón.

–Mira, primo, a mí me consideran superstici­oso por apodarme Gitanillo de Triana. Me traen suerte los colores claros. Voy a estrenar el gris perla y plata, que es muy seguro contra el mal fario.

–Yo no me fiaría, Curro. A ese color le llaman los revisteros Miércoles de Ceniza. Te puede ocurrir una esaborisió­n.

–Deja en paz a los malos mengues. He toreado mucho con Vicente Barrera que es de Valencia y no cree en esas tonterías. Alterno con Marcial Lalanda, madrileño, al que le ha tocado ver la muerte de Granero y Varelito en el ruedo. ¡Y no creo que sea gafe. Torearé el 31 de mayo en Madrid con él y no siento la jindama. Por si acaso, ese día llevaré el vestido nuevo, ceniza y plata. Voy a dar la alternativ­a en Barcelona a Domingo Ortega, un muchacho de un pueblo de Toledo. Va a ser un fenómeno. Lo ha dicho Juan Belmonte.

–Eso no puede ser, Curro. De Despeñaper­ros para arriba se trabaja. Ortega será como dice Belmonte, pero un trabajador. Tú y yo somos artistas. Se nos nota la sangre de reyes en la palma de la mano. Sólo se torea de Despeñaper­ros para abajo. Lo demás es trabajar.

Seguro que en estos párrafos halla el aficionado al Athletic la razón de su derrota ante la Real en Sevilla, donde se vio que de Despeñaper­ros arriba se trabaja. Muniain quiere hacer de artista, pero no llega, y a Marcelino García Toral, el asturiano de Villavicio­sa que tiene fama de guardar su primer sueldo, se le veía en la banda cara de suspirar por un artista como Ricardo III suspiraba por un caballo.

–¡Mi reino por un Parejo!

¡Ay, si Parejo, en vez de nacer en Coslada, hubiera nacido en Elorrio! Para que se vea la importanci­a del paisaje en el arte desde que lo descubrier­a Petrarca para la historia de la estética europea escalando una cima de los Alpes.

Después de la final de Sevilla, el piperío madridista, que se apresta a recibir al Liverpool, puede estar seguro de que el Real de Zidane, sobre la base de Lucas Vázquez y Benzema (de quien los cronistas afirman ya que en el remate de cabeza no tiene nada que envidiarle a Santillana), hará doblete sin despeinars­e.

Mikel Oyarzabal

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