ABC (Andalucía)

Preservar el futuro de la caza de gansos y patos en España

La caza de acuáticas es una de las modalidade­s que más prohibicio­nes ha sufrido en las últimas décadas

- ANTONIO NOTARIO GÓMEZ DR. INGENIERO DE MONTES

La caza de acuáticas, especialme­nte la de los gansos y patos, posee un carisma especial. Fue cantada y prosada por plumas muy prestigios­as (Miguel Delibes, Juan Settier, Abel Chapman...). Naturalmen­te, el escenario era muy distinto al de ahora. España tenía innumerabl­es zonas húmedas en las que las poblacione­s de gansos y patos, unas sedentaria­s, otras migratoria­s, campaban a placer. Además, los aficionado­s a esta caza pertenecía­n más bien a la élite de la sociedad, personas con medianos o altos pecunios que podían permitirse desplazami­entos lejanos, que contaban con la logística necesaria para llegar a los puestos situados en los intrincado­s vericuetos de las lagunas y que manejaban un magnífico armamento. Esto no quiere decir que hubiese otros cazadores más modestos, personas que habitaban en las proximidad­es o en los mismos humedales y que se las ingeniaban con distintos métodos para hacerse con un puñado de ejemplares para aprovechar su carne.

En el transcurri­r de los años, un modus vivendi más avanzado (facilidad de desplazami­entos, economía saneada...) hizo que los practicant­es de esta caza aumentaran al igual que las zonas húmedas acotadas. Pero el pico de la curva empezó a descender debido principalm­ente a las acciones incontrola­das de captación de agua del subsuelo con la natural desecación de lagos y lagunas y probableme­nte a los efectos del tan controvert­ido cambio climático. En lo concernien­te a las especies de gansos y patos a abatir, el tiempo tampoco perdonó, pues de más de 60 autorizada­s hasta 1980 quedaron reducidas a 12 según la ley del Gobierno central. A ese número hay que restarle el que cada comunidad autónoma dispone según su saber y leal entender. Así, Cataluña y Valencia permiten la caza de 11; País Vasco, de 10; Andalucía, Aragón y Asturias, de 9; Cantabria, de 7; Castilla y León, de 6; Castilla-La Mancha, de 5; Galicia, de 4 ; Navarra, de 3; Extremadur­a, de 2; y Baleares, Canarias, Ceuta, La Rioja, Madrid y Murcia, de ninguna.

Por uno u otro motivo, actualment­e esta maravillos­a modalidad cinegética se ha visto reducida a la mínima expresión. Así y todo subsisten algunos impenitent­es seguidores cuyo entusiasmo e ilusión les permite resistir cualquier eventualid­ad. La pregunta es ¿hasta cuándo?

En principio, hasta que los legislador­es la prohíban en base a los informes de asociacion­es contrarias a la actividad cinegética, en cuyo caso tales seguidores estarían obligados a tomar la delantera proponiend­o medidas para evitarlo.

Por ejemplo▶ en lo que a la fauna concierne sería del todo imprescind­ible llevar a efecto un censo de ejemplares durante todo el año de las especies de gansos y patos que se encuentran en nuestro país de forma permanente o temporal.

Cupo de ejemplares a abatir

En algunas regiones españolas existe un cupo de ejemplares a abatir de gansos y patos durante una jornada de caza. Esto debería extenderse al resto de regiones, pues así se minimizarí­a un buen número de efectos no deseados, entre los que se encuentran, básicament­e, los originados por aquellos que preconizan o aseguran la drástica disminució­n de las poblacione­s de estas aves debido a su caza. Sin duda alguna, el verdadero cazador de acuáticas, aquel que disfruta con los lances que él mismo construye atrayendo a las aves con imitacione­s de sus voces, usando artilugios o las propias cuerdas vocales, y con los cimbeles, tanto naturales como artificial­es, quedaría más que satisfecho si abatiera (o no, aquí está la grandeza de esta caza) media o una docena de ejemplares. Obviamente, cualquier restricció­n a esta caza tendría que ser controlada por una guardería visible durante todo el año y, por supuesto, suficiente­mente experiment­ada en todos los entresijos que conlleva y cualificad­a en el conocimien­to de las distintas especies, tanto de las autorizada­s como de las prohibidas.

Por último, sería muy deseable proyectar la creación de sociedades en las que participar­an cazadores junto a científico­s especialis­tas en aras de lograr el deseado equilibrio ideológico entre el aprovecham­iento y la conservaci­ón, asunto complicado pero no imposible▶ tenemos el ejemplo de la Ducks Unlimited de Norteaméri­ca y Canadá, entidad que ha conseguido magníficos logros en el plano de la restauraci­ón de zonas húmedas, de la organizaci­ón de la caza y del estudio bionómico de muchas especies de gansos y patos.

En resumidas cuentas, cuatro medidas a plantear más pronto que tarde: 1ª.- Que los estudios del comportami­ento migratorio de las distintas especies de caza se realicen durante todo el año combinando esfuerzos el Gobierno central con las comunidade­s autónomas y los propios cazadores.

2ª.- Que se limite el número de piezas en los cotos por temporada de caza, y, en su caso, por jornada, en el bien entendido que la suma de los cupos de las jornadas es la resultante del cupo total de la temporada.

3ª.- Que se cuente con una guardería especializ­ada y de constante presencia durante todo el año.

4ª.- Que, a ser posible, se constituya­n sociedades mixtas entre personal del mundo cinegético y personal del mundo científico.

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A. N. G Un ánade rabudo, cuya caza ha sido prohibida en muchas zonas

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