ABC (Andalucía)

Sólo el 7 por ciento de los nuevos andaluces se quedan en zonas rurales

∑La comunidad autónoma ha ganado 805.000 habitantes con las migracione­s en el siglo XXI, pero la mayoría se queda en las ciudades

- J. J. MADUEÑO MÁLAGA

Oportunida­des de empleo, servicios básicos, como un banco o un centro de salud y arraigo a la tierra son las razones que los expertos marcan para que las zonas rurales de Andalucía no se despueblen. Atraer gente a los municipios pequeños es complicado. Si bien es cierto que la pandemia y el teletrabaj­o ha hecho que muchos miren de reojo a la Andalucía rural, no existe un éxodo suficiente para salvar colegios o sucursales bancarias, que siguen desapareci­endo. La realidad es que a la hora apostar por vivir en un lugar se eligen las zonas urbanas. «Hay localidade­s a las que le ha tocado la lotería, están cerca de una ciudad y se nutren de los trabajador­es de ella, pero los más alejados no tienen ese efecto», afirma el profesor Carlos de las Heras, que remarca que, según los datos del Instituto de Estadístic­a y Cartografí­a de Andalucía, sólo el siete por ciento de los nuevos andaluces llegados a través de migración a Andalucía en el siglo XXI ha recalado en los municipios más pequeños.

Estudio de tendencias

Los datos recogidos hasta 2019 muestran la tendencia de la población a asentarse en grandes urbes. Andalucía ganó por migracione­s 805.031 personas, pero sólo el siete por ciento fue a parar a los municipios menores de 5.000 habitantes. La cifra se encoje aún más en los pueblos menores de 2.000 habitantes, que sólo obtuvieron el 0,51 por ciento de esa población. Aun así, son datos que están por encima del 0,3 por ciento de la media nacional.

La región, según el estudio de De las Heras y Luis Ayuso «Nuevas tendencias en la vertebraci­ón de Andalucía▶ territorio, población y familia en el siglo XXI», ganó más de 1,1 millones de habitantes, sumando a las migracione­s el saldo positivo de 383.000 personas entre defuncione­s y nacimiento­s. Pese a esto, el 54 por ciento de las 785 localidade­s andaluzas, en su mayoría menores de 10.000 habitantes, perdieron población. Se concluye que las zonas del norte de Andalucía, junto a algunas del interior, han sufrido un gran descenso poblaciona­l, mientras que las costeras y las capitales de provincia han seguido creciendo.

A estos cambios de distribuci­ón geográfica añaden otros factores como el envejecimi­ento de la población, ya que por cada 100 personas en edad de trabajar hay 26 mayores de 65 años; la baja tasa de fecundidad con 1,32 hijos por mujer; la disminució­n del número de personas por hogar y aumento de los hogares unipersona­les, que suponen el 23,7 por ciento en Andalucía; el retraso en los procesos de emancipaci­ón de los jóvenes, puesto que sólo un 15,1 por ciento se ha marchado del hogar familiar o el ascenso de la tasa de conectivid­ad digital, donde hay un 89,2 por ciento de los hogares con acceso a internet. «Estar bien conectados es una herramient­a fundamenta­l para arraigar a la población», explica De las Heras.

Y en eso se ha detectado una carrera por la fibra óptica. Las zonas rurales de Andalucía están llevando a cabo inversione­s para tener la mejor conectivid­ad posible, como forma de atraer empresas, inversione­s o habitantes que teletrabaj­e.

Migrantes

Los pueblos de menos de 2.000 habitantes sólo acogen el 0,51 de ese flujo

Comunicaci­ones

Hay una carrera de los pueblos por la fibra óptica para atraer nuevos vecinos

La Diputación de Jaén colabora en la implantaci­ón de la red banda ancha en los núcleos de población, informa Javier López. Políticas parecidas se encuentran en Almería, donde toda la población tiene ADSL y el gobierno provincial destaca que se ha extendido la fibra por más de 60 municipios.

En Málaga más de lo mismo, hasta la Diputación se ha adherido a la aplicación «Vente a vivir a un pueblo» para hacer que se encuentren los municipios que demandan habitantes con las personas que requieren un entorno rural para vivir. «Es un movimiento de población real. Hay mucha gente que mira a los pueblos para vivir», señala Natacha Rivas, delegada de Atención al Despoblami­ento del Territorio de la Diputación de Málaga, que añade la conectivid­ad a la creación de empleo en la Andalucía rural y mantener los servicios básicos.

Así los expertos coinciden en que para salvar un territorio hace falta innovar. El profesor Luis Ayuso pone como ejemplo la conversión del desierto almeriense en una huerta bajo el plástico. «Allí no había futuro, pero ellos solos investigar­on, viajaron, vieron qué podían hacer y consiguier­on generar una industria próspera», afirma el sociólogo, que señala que hay que ofrecer oportunida­des en los pueblos a los jó

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