Una despedida anunciada
Adiós, España. En estos momentos de cansancio y cierto resentimiento me atrevería a decir que me marcho para no volver, pero no quisiera ser tan tajante, pues no forma parte de mi carácter.
Tras trabajar duro para poder formarme como médico y especialista en Oftalmología en dos de los mejores hospitales del país (La Paz y Gregorio Marañón), descubrí que el mundo laboral que me aguardaba estaba lleno de contratos temporales, horas de trabajo y cirugías malpagadas (o pagadas con meses de retraso). Más de una vez me he sentido mal sabiendo que el puesto que estaba ocupando en el hospital era a causa de una baja temporal por enfermedad de otro compañero y, al mismo tiempo, era consciente de que no tenía un lugar en el que poder desarrollarme con libertad, pues en cualquier momento tendría que recoger mis cosas y volver a empezar de nuevo. Hay muchas razones circunstanciales por las cuales los médicos jóvenes en España llevamos ya un tiempo considerable viviendo condiciones laborales que oscilan entre lo medianamente aceptable y lo deplorable.
Seguro que muchos de los lectores tendrán un amigo, familiar o allegado médico del que escuchan quejas y lamentos sobre una situación que dista mucho de la que tienen compañeros en otros países de la Unión Europea (y qué decir de países como Estados
Unidos, Canadá o Australia).
Muchas veces se nos critica por clamar contra este tipo de injusticias, apelando a nuestra vocación como medio para callarnos; sin embargo, aunque la vocación es buena compañera de batallas, desgraciadamente no se acepta aún como medio de pago.
Tampoco la desidia de las administraciones y de muchas gerencias hospitalarias politizadas nos ayuda a mantener la motivación e ilusión que tanto caracteriza y nutre a nuestra profesión.
Soy consciente de que esta carta es como un grito al cielo con el que desahogarme justo antes de poner mi destino rumbo a otro país, dejar mi casa, mis amigos y mis adorados mar y montaña alicantinos para comenzar un proyecto que, de entrada, comienza lleno de oportunidades, ilusión y consideración de mi valía profesional. Sin embargo, necesitaba lanzar esa voz al aire con la esperanza de que, tras la estampida de muchos de nosotros, las cosas mejoren para los que se quedan y los venideros, igual que se regenera la tierra después de un atroz incendio.
Lo que somos ya mayores nos acordamos de que en la etapa final del franquismo, TVE –la única televisión de entonces– emitía un programa dirigido y presentado por Jesús Suevos, titulado ‘Con la verdad por delante’. Este programa no era otra cosa que una clara publicidad de apoyo al régimen, sin fisuras. No puedo evitar compararlo con ‘Las cosas claras’ de cada mediodía, con su botafumeiro siempre preparado. Mutatis mutandis, es exactamente lo mismo. del Gobierno, mediante la activación del artículo 86 de la Constitución. Que Sánchez, desde que llegó al Gobierno en 2018, haya activado casi cien veces el artículo 86 de la Constitución y, sin embargo, no lo considere urgente y necesario para la vacunación masiva, sólo tiene una explicación▶ Isabel Díaz Ayuso. La vacunación masiva requiere el 86, con carpas del Ejército en todos los distritos.