ABC (Andalucía)

200.000 indecisos de Cs y Vox decantarán si gobierna Ayuso o el tripartito de izquierdas

Alta volatilida­d en la izquierda con importante­s fugas de voto en el PSOE

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

Las elecciones del próximo 4 de mayo se van a resolver en gran parte por lo que decidan electores que ahora mismo se declaran indecisos, que el CIS publicado ayer estima en un 20,2%. Pero la indecisión tiene componente­s diferentes entre la izquierda y la derecha. En el lado izquierdo se observa un panorama agitado y volátil entre las tres candidatur­as. Mientras que en la derecha la cuestión está en la profundida­d del trasvase hacia el PP desde Ciudadanos y Vox. Los indecisos de estos dos partidos pueden decidir las elecciones.

El PP es el partido con mayor fidelidad de voto. Retiene a un 86,2% de los votantes que tuvo en las autonómica­s de 2019. Y tiene un 7,9% de votantes indecisos. Por lo demás, no tiene fugas relevantes hacia ningún partido. Mientras que Ciudadanos es el caso opuesto. De los 629.940 votos que tuvo en mayo de 2019 solo es capaz de retener al 10,8%. Mientras que un 48,5% de sus votantes se irán al PP. Un 5,2% optaría por el PSOE.

Trasvase masivo al PP

Se muestran de forma muy desequilib­rada las fugas hacia la derecha. Lo que hace difícil entender la insistenci­a del PSOE en centrar su campaña en ese votante. Pero tanto PP como PSOE tienen el punto de mira puesto en el 26,1% de votantes naranjas que todavía no han decidido su voto. Son 164.414 electores.

Vox, por su parte, es capaz de retener al 43,4% de votantes que apostaron por Rocío Monasterio en las últimas elecciones autonómica­s. Pero un 41% apuestan ya por el PP. Mientras que un 10,4% de sus votantes, 29.917 electores, estaría indeciso. En conjunto, los indecisos de Cs y Vox suman 194.331 votos que pueden determinar el reparto de fuerzas en la Asamblea margen de los indecisos, ya se observa en la variable de voto cruzado que las tres candidatur­as de izquierdas se estarían intercambi­ando entre ellas importante­s flujos de votantes.

Y aquí las noticias no son buenas para el PSOE. Los socialista­s transferir­ían 86.653 votos a Más Madrid. Y en sentido inverso solo le llegarían 67.545 votos. Es decir, un saldo negativo de 19.108 votos. La candidatur­a de Mónica García pierde 51.848 votos hacia Podemos y recupera de los morados 46.757 votos. El PSOE también tiene fugas con UP. Pierden 31.831 votos y apenas recibe 9.786 votos de Podemos. Los socialista­s tendrían 22.045 votos de saldo negativo. Las pérdidas de los socialista­s sumando las fugas hacia Podemos y Más Madrid alcanzan 41.153 votos. Además, los socialista­s pierden también 43.326 votos hacia el PP y solo reciben 2.879 de los populares.

Ayuso, Gabilondo y García

La variable de valoración de líderes del barómetro del CIS de cara a las próximas elecciones de la Comunidad de Madrid presenta buenas noticias para Ángel Gabilondo, Isabel Díaz Ayuso y Mónica García. Y datos preocupant­es para Edmundo Bal, Rocío Monasterio y Pablo Iglesias. El candidato del PSOE es el candidato mejor valorado (5,6), seguido por Mónica García (5,4) e Isabel Díaz Ayuso (4,9). A continuaci­ón Bal (4,3), Monasterio (3,6) e Iglesias (3,2).

Es en la pregunta sobre quién preferiría que fuese el presidente donde se observa la posición de dominio de Ayuso. Un 38,6% señala a Díaz Ayuso, mientras que Ángel Gabilondo es elegido por un 22,3% de los electores. García se queda con el 10,2%. Iglesias es elegido por un 8,1%. La pujanza de Ayuso se explica en que solo un 2,2% eligen a Monasterio y otro 2,2% a Bal. Son datos inferiores a la estimación de voto de Vox y Cs, lo que significa que hay votantes declarados de estos dos partidos que prefieren a Díaz Ayuso.

Las valoracion­es de los líderes políticos están normalment­e muy condiciona­das por las notas que reciben de los electores de partidos rivales. Por eso es interesant­e analizar las notas teniendo en cuenta la variable del voto

en las anteriores elecciones. El candidato socialista sostiene su valoración en un rechazo bajo entre el resto de partidos. No tiene ninguna nota por debajo de 4. Gabilondo obtiene una nota de 7,1 entre sus propios votantes. Además, aprueba entre los de Más Madrid (5,9) y Unidas Podemos (5,5). Pero lo hace también entre los de Ciudadanos (5,3). Los del PP le dan un 4,6 y los de Vox, un 4.

La pugna en la izquierda está abierta, alimentánd­ose la idea de movilidad de voto entre las tres opciones. Pero entre ellas hay un claro damnificad­o en valoración▶ Pablo Iglesias. El líder de Unidas Podemos logra un 6,5 de valoración entre sus votantes, pero no logra aprobar ni entre los del PSOE (3,9) ni entre los de Más Madrid (4,5). Al margen de la baja nota que obtiene entre los del PP (1,5), Ciudadanos (1,8) y Vox (1,3).

La otra cara de la moneda es Mónica García. Obtiene un 7,1 entre sus votantes, pero además logra buena nota (6,5) entre los electores del PSOE y los de Unidas Podemos (6,8). Se observa que la valoración de García es mejor entre los electores de UP que el propio Iglesias. Y los del PSOE la valoran mejor a ella que los de Más Madrid a Gabilondo. Su nota media es más baja que la de Gabilondo por las notas más bajas que le otorgan PP (3,2), Ciudadanos (4,1) y Vox (3). Pero compite bien con el candidato del PSOE entre las candidatur­as de la izquierda.

Los electores de Cs

La valoración de Gabilondo entre el elector de Cs (5,3) avala en parte la estrategia de intentar pelear por ese votante que huye de las siglas a las que apoyó en 2019. Pero ese buen dato se encuentra con un problema fundamenta­l▶ Díaz Ayuso mejora esa valoración. Los electores de Cs le conceden un 6,5. La actual presidenta de la Comunidad de Madrid basa su crecimient­o en ello y en la buena valoración de los votantes de Vox (7,9).

De hecho, Ayuso obtiene mejor valoración entre los votantes de Cs que el propio Edmundo Bal, que se queda con un 5,3 y que Monasterio (7,4) entre los de Vox. A eso une la gran considerac­ión entre su electorado (8,4). Esto es lo relevante en su valoración, y no tanto una nota media muy condiciona­da por la baja nota que le otorgan los de PSOE (2,8), Más Madrid (2,3) y Unidas Podemos (2).

Después de más de 40 años aún quedan ecos del pasado de aquel fiscal de 1870 que, además de promover la acción de la Justicia, representa­ba al Gobierno en lo concernien­te a sus relaciones con el Poder Judicial, como subordinad­o del Ejecutivo. Sin embargo, la Constituci­ón española acaba con la configurac­ión del Ministerio Fiscal como órgano de relación del Gobierno con los Tribunales, para considerar­lo parte del Poder Judicial con autonomía propia y con una finalidad completame­nte ajena a la que tuvo en su pasado, pues le encomienda la defensa de la legalidad y de los derechos de los ciudadanos tutelados por la ley, así como velar por la imparciali­dad de los tribunales. Esa nueva considerac­ión del Ministerio Fiscal responde a la concepción de España como un Estado de Derecho basado en la necesaria separación de los tres poderes del Estado, de modo que el Poder Ejecutivo carezca de ‘herramient­as’ para interferir en el ejercicio de la función de administra­r justicia.

La importanci­a de este nuevo diseño constituci­onal del Ministerio Fiscal y la relevancia de las funciones que se le encomienda­n que supone el tránsito de una justicia afectada –en mayor o menor medida por el poder político– a una justicia entendida como servicio público al ciudadano, exige de los poderes públicos un especial celo para preservar la independen­cia de la Institució­n, más aún si tenemos en considerac­ión que en un Estado democrátic­o y de derecho es deber de las institucio­nes la neutralida­d, mantenerse al margen de todo interés partidista, de toda preferenci­a política o ideológica y mantener la imagen de imparciali­dad.

Es difícil, sin embargo, transmitir esa imagen de imparciali­dad y neutralida­d a la ciudadanía cuando quien dirige la carrera fiscal tiene un mandato coincident­e en su duración con el del gobierno que lo ha propuesto y cesa al hacerlo éste último o cuando está previsto en el Estatuto Fiscal que el fiscal general pueda ser llamado ante el Consejo de Ministros, por más que

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