ABC (Andalucía)

El último viaje del copiloto Hans

Un juez deja en libertad al hombre que circuló durante semanas por Europa junto al cádaver de su pareja

- D . MORÁN

Un cadáver en avanzado estado de descomposi­ción, con indicios de momificaci­ón en las extremidad­es superiores y, aquí empieza lo extraño, con el cinturón de seguridad perfectame­nte ajustado. El cuerpo, sentado junto al conductor y tapado con una manta, llevaba muerto unas tres semanas, pero no presentaba signos claros de criminalid­ad. Y luego, claro, está lo del cinturón. Porque, ¿quién se preocupa de la seguridad vial de un cadáver?

Eso es lo primero que debieron preguntars­e el jueves los agentes de los Mossos d’Esquadra que, tras dar el alto a un conductor que esquivó un control policial en la frontera francesa y circuló en contradire­cción durante más de 40 kilómetros por la AP-7, se toparon con tan macabra estampa en el interior del coche. Un hallazgo digno de un guión de Tim Burton que, sin embargo, podría esconder una insólita historia de amor. Y es que, según el conductor, un hombre de 66 años y doble nacionalid­ad española y suiza, el cuerpo sin vida que ocupaba la plaza de copiloto era en realidad el de su pareja; un hombre de 88 años de origen suizo y llamado Hans que, según publica el ‘Diari de Girona’, habría querido embarcarse en un último viaje antes de morir.

Conducción temeraria

Un último vals motivado supuestame­nte por una enfermedad terminal que sufría el fallecido y que acabó ayer con el cuerpo del copiloto en el Instituto de Medicina Legal de Gerona, donde se le practicó la autopsia, y el conductor acusado únicamente por un delito de conducción temeraria.

El ‘kamikaze de la AP-7’, como se le bautizó poco después del siniestro, quedó en libertad tras declarar ante el juez, quien le impuso como medida cautelar la prohibició­n de conducir en territorio español. Los hechos ocurrieron poco después del mediodía, cuando la Policía catalana recibió el aviso de un vehículo que, tras dar media vuelta en un control policial en Le Boulou (Francia), estaba circulando en sentido contrario por la AP-7. Hasta 40 kilómetros llegó a cubrir de este modo haciendo caso omiso de las advertenci­as de los agentes hasta que perdió el control del coche y sufrió un accidente a la altura de la localidad gerundense de Jafra, donde fue detenido.

En aquel momento, el conductor alegó que si había burlado el control policial era porque no se había realizado una PCR, imprescind­ible para cruzar la frontera, pero el olor hizo sospechar a los mossos. Antes de eso, la actitud del conductor y su negativa a abrir las puerta y abandonar el vehículo, ya habían puesto en alerta a los agentes. Fue al romper la ventana cuando llegó el hedor y un agente descubrió el cadáver tras tirar de la manta. También fue en ese momento cuando el hombre, originario de Lugo, cambió de versión, se olvidó de la PCR y explicó que el cuerpo en vías de momificaci­ón era el de su pareja. Fuentes policiales sospechan que se dirigía de vuelta a Suiza tras haber pasado por Italia, Madrid y Vilafranca del Penedés, tal y como apuntan indicios recogidos en el vehículo, que llevaba matrícula italiana.

Los mossos encargados de la investigac­ión siguen ahora el rastro de las tarjetas de crédito para intentar determinar durante cuánto tiempo estuvo al volante, mientras que la autopsia deberá fijar el momento en el que falleció, aparenteme­nte de forma natural, un octogenari­o embarcado en una carrera contra la enfermedad.

De momento, los tiques encontrado­s en el coche los sitúan en tres países diferentes (España, Francia e Italia), lo que indica que habrían cruzado otras tantas fronteras en plena oleada de restriccio­nes y controles por la pandemia de coronaviru­s.

Últimas voluntades Según el conductor, el fallecido, enfermo terminal, quiso viajar por última vez junto a él

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