No habrá deshielo de EE.UU. con Cuba, según el equipo de Biden
El demócrata advierte de que no va a volver a la política permisiva de los años de Obama
Joe Biden no tiene ninguna prisa por formular una política hacia Cuba, lo que significa que de momento queda en pie el embargo con toda la dureza que aplicó Donald Trump en sus cuatro ajetreados años en la Casa Blanca. Y no es por falta de presión. En el Capitolio, diputados y senadores de todo signo han tratado de forzarle la mano a Biden, impidiéndole que retire al régimen castrista de la lista de estados que promueven el terrorismo o instándole a un pleno restablecimiento de las relaciones diplomáticas.
Biden, mientras, avanza a su propio ritmo, que con respecto a Cuba es extremadamente lento. Esta semana, un alto funcionario de la administración estadounidense dijo a varios medios en español que «Joe Biden tiene sus propios planes y y estos no son un regreso, sin más, a las políticas de Barack Obama», algo curioso, cuando Biden fue vicepresidente de Obama.
Ese alto funcionario dijo que incluso aparte de las penalizaciones de la anterior Administración, el régimen castrista acumula una larga lista de vulneraciones de los derechos humanos. «Las cosas han cambiado mucho en los pasados años, y en gran medida por las decisiones del régimen», dijo.
Esa idea la reiteró después el responsable de la cartera iberoamericana en el actual Consejo de Seguridad Nacional, Juan Sebastián González, quien dijo en una entrevista en CNN en Español▶ «Joe Biden no es Barack Obama en la política hacia Cuba, el momento político ha cambiado de forma importante, se ha cerrado mucho el espacio político, porque el Gobierno cubano no ha respondido de ninguna forma, y de hecho la opresión en contra de los cubanos es peor aún hoy que tal vez fue durante la Administración Bush».
Injerencias en Venezuela
Es decir, la Administración Biden ha tomado nota de la conducta del castrismo tras el deshielo autorizado por Obama▶ el aumento de la represión, las injerencias en Venezuela, los extraños ataques sónicos que hicieron enfermar al personal diplomático en la embajada de La Habana.
En 2014, Obama inició la normalización de relaciones con Cuba y hasta reabrió la embajada. En 2016, Trump dio una drástica vuelta de timón y comenzó a endurecer el embargo con sanciones y otras penalizaciones. El expresidente incluso se atrevió a aplicar la ley del embargo en toda su plenitud, permitiendo que los hijos de exiliados lleven a juicio en EE.UU. a las empresas que hagan negocios con propiedad confiscada por el comunismo.
Tres influyentes senadores republicanos —Marco Rubio, Ted Cruz y Rick
Scott— han presentado una moción para que Biden no pueda sacar al castrismo de la lista negra de promotores del terrorismo, algo que Trump hizo en sus últimos días en la Casa Blanca. Mientras, un grupo de 75 diputados demócratas de la Cámara de Representantes ha escrito una carta dirigida a Biden para que acelere y levante las restricciones de Trump retomando las políticas aperturistas de Obama.
La mano dura de Trump con el castrismo en Cuba fue muy popular en la comunidad latina en Florida, un estado que este acabó ganando en las pasadas elecciones, mejorando en muchos casos sus propios resultados de 2016.
La inclusión en la lista de promotores de terrorismo tiene efectos prácticos muy graves▶ significa que la isla no puede acceder a ayudas económicas de EE.UU. y que este se opondrá a préstamos y lineas de crédito en instituciones financieras en que tiene voto como el FMI o el Banco Mundial. Además, Cuba ya no puede adquirir armamento y otro material bélico de EE.UU. En realidad la mayoría de esas penalizaciones ya estaban aplicadas sobre Cuba porque gran parte del embargo se mantiene, y sólo puede ser levantado por el Capitolio.
Aparte del apoyo a Maduro en Venezuela, el Departamento de Estado ha condenado la negativa de Cuba a la solicitud de Colombia de extraditar a los líderes del grupo rebelde ELN después de que este se atribuyera un ataque contra una academia de policía de Bogotá en enero de 2019, con 22 muertos.