A ladrillazos con su propio discurso
Ni la tienda Quechua del 15-M en el trastero va a quedar del discurso de aquel Pablo Iglesias que renegaba de los chalés y las indemnizaciones. Tan flagrante es el cambio, que parece como si huyera de sí mismo
n términos absolutos tres mil y pico euros a mí no me parecen una barbaridad. Pero si la mayoría de los ciudadanos están cobrando mil, nosotros debemos ser un ejemplo». Así se expresaba Pablo Iglesias hace apenas unos años en una de aquellas conversaciones que las teles de progreso montaban a los líderes de la ‘nueva política’, sentados ante el velador de un café fingiendo la condición de patricios prematuros de la democracia, alistados todos (protagonistas y cadenas) en la liquidación del bipartidismo y la casta que estaban carcomiendo España. Eran los tiempos en los que también Iglesias proclamaba▶ «Hemos renunciado a privilegios; devolvimos las dietas y renunciamos a la indemnización por despido». Eran incluso los tiempos en que también Iglesias afirmaba que nunca se iría del pisito de 60 metros que la tía-abuela le dejó en herencia en Vallecas, porque «a mí me parece más peligroso el rollo de aislar a alguien, ese rollo de los políticos que viven en chalés, que no saben lo que es coger el transporte público o el precio de un café». Pregunten ahora a Iglesias si sabe qué línea de autobús lleva de Galapagar a Moncloa.
A ladrillazo limpio está acabando Iglesias con el discurso que, entre la encendida soflama y la pesadísima monserga, ha venido largando insistentemente. Y lo hace con un desahogo que causa pasmo por lo que supone de impúdica exhibición de su propia incoherencia. Primero vino la mudanza al chalé (con piscina y todo) de Galapagar, donde según testigos faenaba incluso una niñera que terminó de alto cargo en el ministerio de la ‘señora’ de la casa. Traslado sometido a una insólita votación entre las bases podemitas, convertidas en insospechado agente inmobiliario de la ética de la pareja al mando.
Y esta semana se ha cerrado el círculo al confirmarse que Iglesias, lejos de renunciar a la indemnización, solicita que el Estado le endose 5.316 euros cada mes, el 80 por ciento de su salario como vicepresidente hasta que cace otro sueldo
«ELlegó a la política con 45.000 euros y en el último recuento el matrimonio de Galapagar ya va camino de los 800.000 euros. En siete años no está nada
mal
Arriba, Iglesias. A la izquierda, el tuit de cuando renegaba de las indemnizaciones
público. 5.316 euros por no hacer nada, solo por ‘haber sido’. Mejora sustancialmente el propósito de Errejón, ese estajanovista que ganaba 1.800 por no hacer nada cuando lo de su ‘beca-black’ y que ahora aboga por la semana laboral de cuatro días cobrando lo mismo.
Siete años después de aquellas pimpolludas conversaciones de velador de café televisadas entre los ‘campeones’ de la la ‘nueva política’, de esa presunta brisa de aire fresco que nos llegaba... la realidad, irrebatible, es la que sigue▶ Iglesias entró en política con 45.000 euros y en el último recuento el matrimonio ya tiene un patrimonio declarado de casi 800.000. Echando mano de la ‘lógica’ podemita, en Vallecas Iglesias es tan ‘forastero’ como Abascal, o incluso más, que ya va recordando el líder comunista al indiano que regresaba a su aldea en la zarzuela ‘Los gavilanes’▶ «Pensando en tí noche y día / aldea de mis amores / mi esperanza renacía / se aliviaban mis dolores. (...) No importa mi lucha por ganar el oro / si al cabo hoy vuelvo rico y poderoso. / No importa lo que tuve que penar, / lo que importa es que ya vuelvo para no marchar jamás».
[Aclaración, la ‘aldea’ de Pablo Iglesias ya es el chalé de Galapagar, naturalmente]