Riccardo Ceccobelli, el cura que abandonó la sotana por amor
A sus 42 años se despidió de sus feligreses de la iglesia de San Felice, en Perugia, el pasado domingo: «Espero irme en paz, la misa ha terminado»
paz». Concluyó monseñor Sigismondi, obispo de Todi-Orvieto, con una pía advertencia e invitación a los feligreses para no juzgar, sino rezar▶ «No tenemos derecho a comentar la decisión de don Riccardo, sino el deber de que no le falte el abrazo de la oración».
El cura, ordenado el 18 de marzo 2012, agradeció con cierta emoción las palabras de su obispo. En la despedida de don Riccardo no hubo ningún drama tras manifestar que abandonaba la sotana por amor. Con cierta emoción, pero sereno, dijo a los fieles▶ «Como sacerdote he terminado, pero espero irme en paz». Tras la celebración eucarística, en la iglesia cayó el telón para la carrera sacerdotal de don Riccardo y el silencio entre los presentes, todavía perplejos por la vivencia de una misa inolvidable. No ha habido chismes sobre la vida del sacerdote, sino solo comprensión. En los bancos de la iglesia de San Felice se había sentado también el alcalde Francesco Federici▶ «No entro a juzgar su decisión. Solo puedo darle las gracias por lo que ha hecho aquí durante su permanencia», declaró.
Su familia sí estaba al corriente de la decisión que estaba a punto de adoptar el sacerdote. Su hermano Alberto admite▶ «En familia se comparten las cosas. Riccardo no es impulsivo, es una persona que siempre razona». La madre, Mirella, explica así la decisión de su hijo▶ «Somos una familia católica, había rezado para que mi hijo se hiciera sacerdote. Riccardo tiene un buen carácter, formó parte de Acción Católica, de joven ya había tenido una mujer, quizás más, pero no me sorprendió cuando me dijo que quería ser sacerdote». Un primo precisa algunos detalles que ayudan también a comprender la decisión de Riccardo Ceccobelli▶ «Era considerado un chico guapo; trabajaba como obrero en una fábrica. Luego llegó el viaje a Albania. Estaba atravesando un momento delicado y un sacerdote lo invitó a seguirlo a Albania. Y fue allí donde tuvo su conversión. No estaba a disgusto con esa vida. Simplemente se enamoró».