Colau consuma su liquidación de la memoria de la Monarquía
Ayer retiró el escudo de armas de Don Juan Carlos de una plaza principal de Barcelona
Aterrizó en 2015 en el Ayuntamiento de Barcelona obsesionada por una gesticulación simbólica de la que seis años después todavía no se ha desprendido. Apenas había tomado el mando municipal, casi la primera medida de Ada Colau fue retirar un busto de Don Juan Carlos de la sala de plenos del Ayuntamiento de Barcelona, que luego la Justicia ordenó recolocar. Desde entonces se afanó en imponer su particular revisionismo histórico liquidando de las calles la memoria de la Monarquía. Ayer, la alcaldesa consumó su último agravio▶ retirar el escudo de armas del padre de Felipe VI de una plaza principal de la ciudad que antes llevó su nombre.
Primero fue el cambio de la denominación de esta céntrica plaza, situada en el cruce de la avenida Diagonal con el paseo de Gràcia. Se llamaba Juan Carlos I, pero en 2017 el ejecutivo de Colau decidió recuperar el nombre por el que era conocida a principios del siglo XX, plaza Cinc d’Oros. Ahora, el ayuntamiento ha dado el último paso para borrar cualquier rastro de la Corona de esta céntrica ubicación. Los operarios municipales retiraron ayer del obelisco que preside la plaza el escudo que en 1981 se había colocado en reconocimiento al papel entonces del Rey ante el golpe de Estado del 23-F. Con el cambio de nombre de la plaza, justifica el ayuntamiento, la placa con el escudo de armas de Don Juan Carlos allí estaba «descontextualizada». Esa es la excusa, ya que, en realidad, el ejecutivo municipal admite que su fin último es eliminar los supuestos «privilegios» de la Monarquía y «poner en valor los valores republicanos».
La mencionada plaza, su concepción y su nomenclatura están íntimamente ligadas a los avatares de la España del siglo XX, y ahora también de la del XXI. El monumento que la preside, de 19 metros de altura, se levantó en 1934. En su cúspide se instaló una estatua dedicada a la República y un medallón homenaje al presidente de la Primera República, Francesc Pi i Margall. En 1939, la dictadura franquista eliminó estos símbolos y transformó el monumento en un obelisco militar, sobre el que se erigió una estatua alegoría de la Victoria.