ABC (Andalucía)

Y los ingresados por Covid

∑El grupo en torno a 70 años aglutina ahora el mayor exceso de mortalidad, y los que requieren hospitaliz­ación son, sobre todo, menores de 60

- ISABEL MIRANDA 2020/Semana 52 (21 de diciembre) Personas con al menos una dosis Personas con pauta completa

n el Hospital Universita­rio Torrejón apenas han visto ingresar en los últimos dos meses a pacientes con Covid mayores de 80 años. «Es uno de los cambios importante­s que vemos. Ya no ingresan tanto, sobre todo los que llegan de las residencia­s», cuenta la doctora María Cruz Martín, miembro de la junta directiva de la sociedad de intensivis­tas SEMICYUC y jefe de Medicina Intensiva del hospital. El fenómeno no es exclusivo del centro. Los pacientes de perfil sénior también han caído drásticame­nte en el Gregorio Marañón de Madrid. «Si antes decíamos que dos terceras partes de nuestros pacientes tenían 80 años, ahora es al revés. Ahora dos terceras partes tienen menos de 60 años», resume Jesús Millán, jefe de Servicio de Medicina Interna del hospital.

La vacunación, que comenzó por las residencia­s y siguió con los mayores de 80 –el 98% de ellos tienen ya al menos una dosis–, ha convertido al grupo más vulnerable en el más protegido.

EEl Covid-19 por grupos de edad

Y la estrategia está dando sus frutos. Han empezado a caer los contagios en este grupo poblaciona­l, también, poco a poco, lo hacen las hospitaliz­aciones y, sobre todo, se ha traducido ya en un descenso de las muertes. Se ve en las cifras. Los datos del Instituto Nacional de Estadístic­a (INE), por ejemplo, muestran que desde marzo, el exceso de mortalidad acumulada este año se concentra mayoritari­amente en el grupo de entre 75 y 79 años, superando así al colectivo que la lideró el año pasado, los mayores de 90 años. No obstante, probableme­nte sea una inversión temporal que solo se mantendrá mientras los septuagena­rios sigan sin la protección que ofrece la vacuna.

Algo similar muestra el informe MoMo que elabora el Instituto de Salud Carlos III. Este divide la población en tres franjas de edad▶ menores de 65 años, personas de entre 65 y 74 y mayores de 74 años. Según el último documento publicado, el grupo de entre 65 y 74 años aglutina desde que comenzó la campaña de vacunación a finales de diciembre el mayor exceso de mortalidad. Sufren un 22% más muertes

Defuncione­s semanales

Diferencia absoluta con respecto a 2019 del acumulado

30.000

25.000

20.000

15.000

10.000

5.000

0

-5.000 de las que habría sin pandemia. Le sigue, aún por poco, el grupo de mayores de 74 años (21% de exceso de mortalidad).

En cifras absolutas, los más mayores siguen siendo los ciudadanos que más mueren, pero nunca hasta ahora el grupo poblaciona­l más envejecido había registrado menor exceso de mortalidad por la pandemia que otros ciudadanos más jóvenes. Para hacerse una idea, entre marzo y mayo del año pasado, el exceso de mortalidad se concentró, con mucha diferencia, en los mayores de 74 años. Fue un 78% superior a lo normal, mientras que entre las personas de 65 a 74 años fue del 58%. En la segunda mitad del año pa

sado, eso sí, se logró reducir la brecha gracias a una mayor protección del colectivo y al conocimien­to de la enfermedad▶ los mayores falleciero­n un 18% más de lo habitual, frente a un 16% del siguiente grupo en edad. Pero la situación, reconoce Millán, «ha cambiado dramáticam­ente a partir de la vacunación».

Saturación

La influencia de la vacunación en las UCI, sin embargo, todavía es escasa. Los mayores de 80 nunca fueron el perfil habitual, ya que apenas suponían en torno al 10% de las camas. Pero con los datos de SEMICYUC «lo que trasluce es que los pacientes son más jovenes y

Incidencia acumulada

Menos de

15 años

15-29

30-39

40-49

50-59

60-69

70-79

Más de 80

148,5 con más factores de riesgo como obesidad y diabetes», cuenta Martín. Hoy la edad habitual en la UCI del hospital de Torrejón está entre los 55 y los 65 años. También Millán apunta a que la edad media de las hospitaliz­aciones ha bajado y, además, hay pacientes en los 20, los 30 y los 40 años. «¿Por qué estos siguen enfermando? Probableme­nte, porque son los grupos que no estamos vacunando todavía», apunta.

Pero aunque la campaña de vacunación ha empezado con la población más vulnerable, el peligro de saturación hospitalar­ia no ha pasado. Hay grupos, como el de Biología Computacio­nal y Sistemas Complejos (Biocomsc) de la Universida­d Politécnic­a

Vacunación

22,4

(En %)

8,3 de Cataluña (UPC), que calculan que el peligro seguirá existiendo mientras buena parte de la población mayor de 50 años no esté vacunada.

«El cambio global va a ser más lento, porque es necesario vacunar los mayores de entre 50 y 80 años que eran la franja de edad con más casos, más hospitaliz­ados, más UCI y más muertos tras los mayores de 80. Según se avance se va a observar progresiva­mente una disminució­n de la mortalidad global, de la ocupación», dice Daniel López Codina, investigad­or y miembro del Biocomsc. «Necesitamo­s inmunizar a las personas mayores de 60 años cuanto antes», corrobora Millán.

Hoy solo el 37,9% de los septuagena­rios

Una sanitaria vacuna a un hombre mayor de 60 años en Madrid con Astrazenec­a

han recibido al menos una dosis, y tras una fuerte aceleració­n esta misma semana, ya que el lunes apenas eran un 18% los vacunados. En el grupo de 60 años, solo el 34,1% de ellos han recibido un pinchazo.

Sin embargo, advierte López Codina, el nivel de vacunación actual no lleva necesariam­ente a una disminució­n de la mortalidad global. «Hay otro factor que influye mucho y es la incidencia. Si la incidencia sube mucho, a pesar de que hayamos vacunado a una parte susceptibl­e de la población, podemos tener un aumento de la mortalidad por millón de habitantes». El riesgo está en que el pico de mortalidad se desplace de grupo de edad. Y hoy, con los porcentaje­s de inmunizaci­ón en la mano, «si la incidencia es muy alta, las personas de entre 60 y 80 años van a ser las víctimas».

Protegidos

Al menos, si en los últimos meses los mayores de 80 solían estar entre los grupos con más contagios por cada 100.000 personas, tras lograr la vacunación han caído al último puesto. «Los datos nos permiten observar un descenso en la incidencia muy importante comparativ­amente con grupos de edad similares», aseguró el director del Centro de Coordinaci­ón de Alertas y Emergencia­s Sanitarias (CCAES) Fernando Simón esta semana.

Según sus cifras, si se compara a los mayores de 80 años (sin tener en cuenta residencia­s) con las personas entre 65 y 79 años, la reducción de la incidencia entre los mayores de 80 años es un 40% mayor que la que se observa de 65 a 80 años. «El impacto está siendo realmente importante, tenemos que mantener las esperanzas en que la vacunación va a permitirno­s el control de la epidemia», subrayó Simón.

Afectación en las residencia­s de mayores en 2021

Casos confirmado­s con Covid-19

«No somos Hércules, no podemos pasarnos las cajas de pescado con los brazos extendidos a una distancia de metro y medio». Con cierta retranca gallega,

Basilio Otero, patrón mayor de la cofradía de Burela (Lugo), protesta por los riesgos que contraen los pescadores en su labor diaria. «En la lonja es más fácil guardar las distancias convenient­es», comenta.

Hacinados en dormitorio­s

Una vez embarcados, si un marinero contrae Covid, es fácil que infecte al resto de la tripulació­n. Duermen en literas, en pequeños rincones donde se hacinan de cuatro trabajador­es a seis y hasta ocho. «Es hora de parar esta sangría de gente contagiada en el mundo del mar», lamenta Otero, que ha perdido por Covid a tres compañeros, uno en Cillero (Viveiro) y

de pescadores hay en España, según la Federación Nacional. son, con la vacuna de Janssen, las que necesitarí­an los 35.000 pescadores de altura y bajura españoles. Al sector pertenecen unos 29.950 y al de la marina mercante, unos 6.000. En el mundo, son 200.000 personas.

En España hay 8.839 barcos dados de alta en el régimen de la flota pesquera española, dice Javier Garat, de Cepesca.

estas personas, pero de momento está en fase de parálisis, objeta Garat. Aun así, tanto él como el armador vigués reivindica­n la «ejemplar»» decisión del Gobierno de Iñigo Urkullu, porque los nacionalis­tas vascos han decidido priorizar a sus ‘arrantzale­s’ (pescadores de bajura que capturan cerca de la costa, bocarte y caballa, sobre todo) y que no se expongan cada vez que entran y salen del muelle. Hace tres fines de semana que comenzaron a inocular el fármaco a 800 pescadores, con menor riesgo de contraer Covid en cada faena.

Mar adentro, desde aguas del Svalbard, bacaladero­s como el Lodairo protestan por el océano de indiferenc­ia que encuentran en las autoridade­s. Su patrón, José Luis Otero, es el que ha puesto voz estos días –en un vídeo grabado para la agencia Efe– a los riesgos que están corriendo por la falta de una inyección para ellos. En alguno de los 300 buques que con bandera española faenan en aguas internacio­nales en estos momentos, sus tripulante­s duermen en literas, tres y cuatro marineros en la misma habitación; con camas que rotan o comparten, incluso. La falta de espacio en los comedores es notable. Se sientan hasta quince a la mesa y, evidenteme­nte, el servicio de enfermería en estos buques dista de ser el de un hospital o una UCI preparada para atender el embate del coronaviru­s.

Pablo Piñole tiene 28 años y es tercer oficial de un buque tanque que transporta gas natural (un LNG, como se les conoce) con bandera y tripulació­n cien por cien española. Pendiente de volver

Enfermedad de altura «Cualquier buque de altura va a tener muy complicada su atención médica. Están haciendo un confinamie­nto permanente»

a embarcar, a ninguno les han vacunado ni tienen programado el pinchazo. Considera que «no es una tarea fácil vacunar» al sector del mar, pues, dice literalmen­te▶ «Siempre andamos pendientes del embarque y muchas veces tenemos que ir a trabajar dejando pendientes algunas citas de revisión con el médico. Yo ahora llevo dos meses en casa y regreso al barco, pero hay gente que pasa menos tiempo todavía en el domicilio».

Piñole navega por aguas del Caribe normalment­e, mientras Iñaki Uria, marinero del vizcaíno Bermeo, lo hace en Costa de Marfil, donde está ahora en campaña de cuatro meses. Son casos opuestos. «Somos un sector muy oculto. Poca gente se preocupa de lo que nos está afectado porque no nos ven», reprueba Pablo. En cambio, Iñaki contrasta que a los marineros de altura en País Vasco se les inyectará la vacuna en verano al volver, pero sus relevos en tierra ya están todos vacunados.

Basilio Otero pone otra pega, además de la resistenci­a de las naciones a que llegue una tripulació­n afectada por el Covid, y es que «tampoco es lo mismo que enfermes en aguas de Angola que en las del Ártico». «Cualquier buque de la flota de altura va a tener muy complicada su atención médica», afirma Edelmiro Ulloa, quien añade▶ «Estos barcos están haciendo un confinamie­nto permanente a muchas millas de navegación de países españoles. Y de tierra. Y lo que podría ser para ellos una ‘gripecilla’, lo van a pasar, sin vacuna, como una grave dolencia».

Garat, también presidente de Europêche, la patronal pesquera europea, remacha▶ «Son gente dura la de la mar y con vocación. Pero nadie entiende por qué la Administra­ción General del Estado no les atiende y los abandona. El pescado no viene volando al súper. Ellos han estado ahí en todo momento». navegación, su ‘pasaporte’, para evitar problemas entre países, que exigen PCR cada pocos días. «Igual que se inscriben sus viajes y su experienci­a, que se especifiqu­en las dosis que reciban. No cuesta nada y da tranquilid­ad», dice. La Federación Internacio­nal del Transporte (ITF) avala esta solicitud.

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