Putin y Lukashenko reavivan el proyecto de reunificar sus países
Los presidentes de Rusia y Bielorrusia, Vladímir Putin y Alexánder Lukashenko, se reunieron por última vez hace justo dos meses, el 22 de febrero, en la ciudad balneario rusa de Sochi, a orillas del mar Negro. Ayer lo hicieron de nuevo en Moscú. La reunión comenzó a última hora de la tarde y seguía por la noche tras la cena.
El Kremlin no detalló el contenido de las conversaciones, pero distintos analistas sostienen que podrían versar en torno a la permanentemente aplazada creación del ‘Estado Unitario’
ruso-bielorruso, las protestas del año pasado en Minsk y otras ciudades bielorrusas y un supuesto intento de golpe de Estado contra Lukashenko.
El presidente bielorruso tuvo que hacer frente en 2020 a una revuelta que duró más de seis meses por manipular los resultados de las elecciones presidenciales y que, por reprimirla, está siendo objeto de duras sanciones de parte de la UE y EE.UU. El aislamiento al que ha llevado a su país le ha echado en brazos de Putin, del que depende política y económicamente, sobre todo de los créditos necesarios para tratar de mejorar la situación de la población y calmar el descontento. Hasta antes de que estallase la revuelta contra Lukashenko, las relaciones entre Moscú y Minsk eran tensas. Putin y su homólogo bielorruso mantuvieron una tormentosa reunión en febrero de 2020 para intentar resolver cuestiones espinosas como el tránsito del gas y el precio del petróleo. No lo consiguieron. En el Gobierno ruso se llegaron a levantar voces pidiendo dejar de subsidiar la economía bielorrusa. Pero todo cambió cuando Lukashenko se convirtió en el blanco de las críticas de Occidente por manipular los resultados electorales, reprimir brutalmente las protestas y meter en la cárcel u obligar al exilio a todos los líderes opositores.
En el comienzo de la reunión de ayer entre los dos jefes del Estado se coló