ABC (Andalucía)

El islam paquistaní pone en su diana los intereses de China

La bomba en Quetta, que dejó cinco muertos, buscaba al embajador de Pekín

- FRANCISCO DE ANDRÉS

portante y ya debió haberse hecho antes», señalaba el funcionari­o de la Alianza en un comunicado. Según el texto, «la OTAN está del lado de Ucrania, y mantenemos el llamamient­o a Rusia para que respete sus compromiso­s internacio­nales y retire todas sus fuerzas del territorio ucraniano».

El miércoles, el presidente Vladímir Putin criticó a Occidente por su política «agresiva» en relación con Rusia. Dijo confiar en que «a nadie se le ocurra la idea de traspasar la línea roja en relación con Rusia» y advirtió de una respuesta «asimétrica, rápida y severa» y de que «los organizado­res de cualquier provocació­n lo lamentarán como hace tiempo no han lamentado nada».

En el frente diplomátic­o, mientras la crisis por las expulsione­s de empleados de las respectiva­s embajadas se recrudecía con la República Checa y se extendía esta semana también a Bulgaria, ayer fue Eslovaquia la que se incorporó a la gresca. Deportó a tres diplomátic­os rusos de la Embajada en Bratislava. Lo dio a conocer el primer ministro eslovaco, Eduard Heger. Según sus palabras, «tres representa­ntes de la misión diplomátic­a rusa deben poner fin a sus actividade­s en Eslovaquia y abandonar el país en un plazo de siete días». Heger dijo que se adoptó la decisión tras analizar lo sucedido en la República Checa, en donde supuestame­nte dos agentes rusos del GRU, la inteligenc­ia militar rusa, sabotearon un arsenal checo en 2014. Rusia responderá segurament­e con medidas similares. La República Checa expulsó a 18 diplomátic­os rusos y Rusia hizo lo mismo con 20 funcionari­os checos.

Los islamistas radicales de Pakistán -noqueados a mediados de los 2000 tras la muerte de Osama bin Ladenhan vuelto a mostrar que están de vuelta con el atentado perpetrado en la noche del miércoles contra un hotel de lujo en la ciudad de Quetta, donde se alojaba el embajador chino junto a una delegación de Pekín. Los kilos de explosivos en el aparcamien­to detonaron diez minutos apenas antes de la llegada del embajador. Se registraro­n cino muertos muertos y una docena de heridos.

Desde hace años, la expulsión de China –a la que acusan de «expoliar los recursos naturales»– es uno de los objetivos del islamismo tanto político como terrorista paquistaní. Pekín ha aprobado la inversión de unos 42.000 millones de euros en la región paquistaní de Baluchistá­n en el marco de su macroproye­cto de las Nuevas Rutas de la Seda. Los talibanes paquistaní­es denuncian, a través de sus partidos políticos afiliados en Islamabad y sus grupos terrorista­s en el oeste, que la intención de China es expoliar los recursos energético­s y minerales de la pobre región de Baluchistá­n. Sin dejar nada a cambio, porque los trabajador­es de sus proyectos son también chinos.

El ataque de Quetta contra el régimen de Pekín se suma a la campaña de los islamistas paquistaní­es contra Francia para lograr la expulsión de su embajador. París e Islamabad libran desde hace semanas un pulso político a raíz de la recomendac­ión de la Embajada francesa en Islamabad a sus nacionales y empresas de que abandonen el país ante la amenaza de sufrir atentados.

El prólogo del intercambi­o diláctico entre los dos países fue la declaració­n del presidente Macron en la llamada ‘guerra de las caricatura­s de Mahoma’. El jefe del Estado francés repitió que su país «nunca renunciará a la libertad de expresión», pese a la amenaza del terrorismo islámico. Poco después, el primer ministro paquistaní, Imran Khan, llamó al mundo del islam a «defender con uñas y dientes el nombre del profeta». «Si los 50 países musulmanes se unen y advierten que no comprarán bienes a quien insulte al profeta, veremos qué efecto tiene», amenazó Khan en una declaració­n recogida el pasado día 19 por la cadena Al Yasira, en la que llamaba abiertamen­te a declarar un boicot musulmán mundial contra Francia. Khan comparó la ‘sacralidad’ del uso de la imagen de Mahoma a la que tiene el Holocausto para los judíos.

El regreso del islam radical a la escena política paquistaní, con sus sendos desafíos a Francia y a China, coincide con el inesperado giro de la política del primer ministro Imran Khan, que en su día se presentó como un valladar frente al extremismo y un amigo de Occidente. La antigua estrella del criquet paquistaní, en una situación cada vez más inestable en el Parlamento de Islamabad, ha acabado plegándose al chantaje de los partidos islamistas, que condiciona­n su apoyo a que acepte el discurso fundamenta­lista.

bajo el Imperio Otomano murieron en enfrentami­entos con las fuerzas otomanas durante la I Guerra Mundial, pero pone en duda las cifras que manejan casi todos los académicos, y niega que hubiera exterminio o eliminació­n sistemátic­a de esa comunidad por motivo de su etnia.

Consenso académico

Hay un claro consenso entre los historiado­res de que en realidad sí hubo ejecucione­s sistemátic­as, es decir, un genocidio. El Congreso de EE.UU. ha debatido largamente sobre la aplicación del término ‘genocidio’, pero varias iniciativa­s legislativ­as se han estancado, y ningún presidente hasta ahora ha querido actuar por su cuenta. Biden, que ya ha acusado formalment­e a China de genocidio en la provincia de Xinjiang, será el primero, si estos planes se mantienen. Tradiciona­lmente, Turquía ha invertido cantidades millonaria­s en bufetes de lobistas para evitar que se le aplique el término de genocida.

Esa opción parecía poco probable durante la presidenci­a de Trump, dados los estrechos lazos entre este y Erdogan. El mandatario turco no ha hablado con Biden desde que este asumiera la presidenci­a estadounid­ense. Cierto es que Erdogan soliviantó a todo Washington hace un par de años al ultimar la adquisició­n de misiles rusos S-400 siendo miembro de la OTAN, y hacer pruebas con ellos. Justo entonces en el Capitolio avanzó una resolución para reconocer el genocido armenio, que con el tiempo quedó varada en el Senado, dada la extrema cautela de Trump y su equipo.

La administra­ción Biden ha intensific­ado la presión sobre Turquía al expresar con frecuencia su descontent­o por los abusos contra los derechos humanos del régimen de Erdogan dentro de sus fronteras además de su injerencia en el conflicto en Siria. Precisamen­te esta semana un centenar de diputados demócratas, comandados por el california­no Adam Schiff, enviaron una carta a Biden instándolo a cumplir su promesa de campaña y «corregir una grave equivocaci­ón histórica» con

respecto al pueblo armenio.

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AFP
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AFP Unos voluntario­s trasladan en camilla a un herido en Quetta

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