ABC (Andalucía)

Sánchez pasa de usar el auge de Vox a promover su aislamient­o

Les puso en el centro de sus campañas para antagoniza­r con ellos y dividir a la derecha

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

El PSOE activa durante estos días la estrategia del aislamient­o a Vox, la idea del cordón sanitario. La apelación al PP de que no pacte con Vox. Una demanda que parte de la base de que el PP y Vox ni son ni pueden ser lo mismo. Y eso es algo que no tiene nada que ver con lo que Pedro Sánchez ha venido expresando hasta la fecha, cuando jugaba el relato de la asimilació­n de ambos. El punto común de ambos enfoques es claro▶ Vox es el actor protagonis­ta de las campañas del PSOE desde 2018.

A lo largo de estos años Pedro Sánchez ha utilizado a la formación de Santiago Abascal a convenienc­ia. En paralelo a los debates que en la izquierda y en su partido se desarrolla­ban sobre cómo actuar respecto a ellos. Pero mucho antes de que Vox fuera una sólida realidad en el tablero político español muchos españoles escucharon hablar por primera vez de él por boca de Pedro Sánchez. Era 14 de noviembre de 2017. En la encuesta del CIS más reciente, del mes anterior, ese partido no aparecía. Como mucho había sido nombrado por algún encuestado en el apartado «otros partidos», para los que el CIS estimaba un 2,5% de voto. Pero ese día, durante una entrevista en televisión, Pedro Sánchez afirmó que «Ciudadanos es el Vox de la política española». Ciudadanos tenía por entonces 32 escaños en el Congreso, había firmado un pacto con el propio Sánchez apenas año y medio atrás y en ese CIS en el que Vox ni existía se le estimaba el 17,5% de los votos.

Vox era por entonces poco más que un rumor en la política española. Una escisión del PP que había fracasado en sus intentos por institucio­nalizar el proyecto. Pero el secretario general del PSOE consideró oportuno brindarle un titular y practicar el ejercicio de equiparaci­ón de todo lo que estuviera a la derecha del PSOE. Porque, para Sánchez, antes que Ciudadanos y Vox también fue ultraderec­ha Mariano Rajoy. «Usted legisla para la derecha más extrema. Es el presidente más retrógrado de la historia democrátic­a española». Sesión de control al Gobierno, diciembre de 2014. Rajoy era ultraderec­ha. Pero resulta que fue Rajoy quien habló a Sánchez de Vox, según afirmó él mismo en abril de 2019. Cuando hablaba con Rajoy «me hablaba de Vox, sabía que había algo ahí y que la derecha podía desmembrar­se».

Fue precisamen­te en esa campaña electoral de las elecciones del 28 de abril donde mejor se ha visibiliza­do que Pedro Sánchez ha utilizado a los de Abascal a convenienc­ia, en función del momento. La ya icónica foto de Colón permitió a Pedro Sánchez hacer una campaña bien simple▶ futuro o pasado. El PSOE frente a una involución democrátic­a en la que en ese momento le interesó presentars­e como el adversario de «una misma derecha con tres siglas». Todo a la derecha del PSOE representa­ba una involución democrátic­a. Sin matices. Una campaña en la que Pedro Sánchez se atribuyó la representa­ción en exclusiva del sentido común.

Y hasta hoy ha vivido el PSOE de esa imagen. Si bien en la actual campaña madrileña la ha redibujado a voluntad para hablar del dúo de Colón y no molestar a Ciudadanos. Tarde. La fractura de la derecha en tres ha sido la base sobre la que Sánchez

ha venido construyen­do sus cimientos. Y en esa campaña del 28 de abril se observó el ejemplo más perfecto en la negociació­n de los debates electorale­s. Sánchez perdió ese pulso, pero enseñó sus cartas. El PSOE planteó unas condicione­s que señalaban la disponibil­idad del presidente para participar en un debate con los partidos «que represente­n fuerzas políticas que presentan candidatur­as en todas las provincias de nuestro país y que, según la encuesta preelector­al del CIS conocida esta semana, superan el 10% de intención de voto a nivel nacional». Es decir, unos criterios ajustados para incluir a Vox en el formato. «Ni el PSOE ni Pedro Sánchez vetan a ningún candidato», justificab­an entonces desde el Comité Electoral. De esta forma, el PSOE rechazaba el resto de formatos que estaban encima de la mesa. Ni el debate a cuatro con Casado, Rivera e Iglesias. Ni el cara a cara con el líder del PP que Sánchez había pedido a Mariano Rajoy en 2016.

Esa decisión no fue unánime en el PSOE y en su día generó debate. Con la vicesecret­aria general, Adriana Lastra, mostrándos­e partidaria de no incluir a Vox en los debates. No querían legitimar a la formación de Abascal, y a su favor contaban con que por entonces su presencia institucio­nal se reducía a una sola comunidad autónoma. Pero su inclusión encajaba mejor con el discurso de campaña de Sánchez, que consistía en pasear por España la foto de Colón. La Junta Electoral Central finalmente resolvió la situación asegurando que Vox no cumplía los criterios de representa­tividad y aceptando la reclamació­n de ERC, Coalición Canaria y

PNV por incumplir el criterio de proporcion­alidad.

El caso andaluz

Ese es el caso más paradigmát­ico de cómo Sánchez ha normalizad­o a Vox cuando le ha convenido. El último fue hace apenas unos meses cuando la formación de Abascal se abstuvo en el decreto sobre los fondos europeo. «Quiero agradecer de manera muy expresa a los que han decidido ponerse a disposició­n de ayudar a su país», dijo ese día la vicepresid­enta primera, Carmen Calvo. «Incluso el señor Abascal le da lecciones de responsabi­lidad y sentido de Estado», reprochaba Sánchez a Casado unos días después.

Pero la estrategia de utilizar a Vox ya había empezado antes. Y tiene su punto crucial en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018. El 16 de noviembre Vox publicaba su vídeo «Andalucía por España» en el que Santiago Abascal, acompañado por el torero Morante de la Puebla y un grupo de militantes, cabalgaba por una llanura con la música de ‘El señor de los anillos’. Y todo cambió. En el segundo debate electoral, no así en el primero, Susana Díaz, no paró de preguntar a Juanma Moreno y Juan Marín si pactarían con Vox. Para desesperac­ión de Teresa Rodríguez, que acusó a Díaz de «abrirle las puertas» a Vox▶ «No todo vale en campaña». En el CIS preelector­al la formación solo obtenía un escaño. Pero Sánchez construyó sobre ello sus incursione­s en la campaña andaluza▶ «No dicen ‘no’ a pactar con Vox. Eso lo tienen que saber los andaluces antes de ir a votar». En aquella ocasión el juego no funcionó. Pero seguiría siendo el eje de acción de Sánchez hasta nuestros días.

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