ABC (Andalucía)

4-M: aquellas pequeñas cosas

La moto de Bal y la camiseta de Ayuso serán objeto de deseo en el futuro; como los llaveros de la Expo’92

- JESÚS NIETO JURADO

Los objetos, las cosas, andan ahí. Indiferent­es a la campaña, a los escraches, a los botarates violentos y a los que se sacan un martirolog­io a costa del sobre o de la pintada amenazante. La campaña tiene sus cosas, y sobre las cosas hay que escribir como recordaban Serrat y Gómez de la Serna. Cosificar la política es lo que se ha hecho desde que volaban los ladrillos hasta que Ángel ‘caído’ Gabilondo se hizo un cartelón encima del Palacio de la Prensa como un Clark Gable pensante en el ‘Mogambo’ regional. Cosa es también la moto de Edmundo Bal, que tiene su literatura, su inexistent­e carril del centro y su afán de carreteras solitarias en el meollo de la Avenida de Extremadur­a.

Son objetos, pero viven por sí mismos, la camiseta de Ayuso con su comunismo o libertad que portan las ‘beitas cayetanas’, o esa mascarilla con la que apareció el otro día JJ Vázquez, penúltimo activo de campaña. Madrid es la ciudad de las cosas, y por cosas hay que contar ‘los ex’ de Ayuso, esos que se pierden en el trajín de la Gran Vía y que puede que se escapen por un agujero negro que dé a un desguace por el Camino Viejo de Perales. Para estar en pandemia se han tocado pulseritas y globos y ‘flyers’, lo cual no es ni bueno ni malo. Es lo normal.

La ‘teoría de Ayuso y los ex que se disuelven’ por arte de birlibirlo­que tiene sus lagunillas, y por eso hay que refutarla desde el saludo a las disposicio­nes finales. Ayuso anuncia el mismo día de los ex una ayuda/rescate a «los nómadas digitales», que somos todos entre el Tinder y el Google News. Y en esto de los ex, Edmundo Bal sabe que ex, como tal, puede ser hasta su hijo, que ‘larga’ las disonancia­s paternas y se queda tranquilo. Y ser ex, conforme anda España, es más que una categoría moral.

Cosa es también la vaquilla afeitada de Morante y Monasterio cuando «la del alba sería» en la campaña, y cosa es el taxi ‘fake’ de Pablo Iglesias como ‘fake’ eran los salmones que le ponían a Franco. En el fondo, Morante y Monasterio saben que los menas de verdad son los banderille­ros (Peláez dixit) y por eso el Dos de Mayo, con Napoleón en Chamartín, habrá dos corridas por el precio de una. En Ventas y en Colón.

A Vox le gusta la frase de Ledesma de que sólo los ricos se pueden permitir no tener patria; si no patria, sí habrá plaza. La de Colón. Después del mareo, Vox cerrará en Colón y se quedarán sin oler la sangre ni el olorcillo de fumador con piorrea. Lástima que al novillero que cierra no lo vaya a ver ni Dios, pero él habrá dado con la franela en tierra santa. Tarde de toros, sí, última y primera.

De Ventas a Colón, pues, hay un buen pateo. Tres kilómetros y medio y media hora a buen ritmo de simpatizan­te.

La cuestión es que se ha cosificado todo de cara al 4-M, y el ‘merchandis­ing’ paralelo da para un tratado de Psicología sobre proyección. Llegará el día en que la camiseta de Ayuso sea un icono cachondo▶ como el Curro de la Expo, el Cobi de Mariscal o el Gundisalvo de Mingote. De momento, Ayuso pide lomo embuchado para el piscolabis de después. De después de escrutar, suponemos.

Los ‘ex’

«La ‘teoría de Ayuso y los ex que se disuelven por

arte de birlibirlo­que tiene

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JAIME GARCÍA Ayuso, en moto, en un acto ayer en Valdemoro
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