Cuarenta días aislados en una cueva de Pirineos sin luz ni reloj
Siete mujeres y ocho hombres, de entre 27 y 50 años, quedaron deslumbrados por el sol en su salida de la cueva de Lombrives, en Ariège (Francia), donde habían pasado cuarenta días confinados, completamente a oscuras, sin contacto con el exterior y sin un reloj que les indicara el paso del tiempo. El experimento, denominado ‘Deep Time’ (Tiempo profundo), pretendía averiguar cómo funciona el cerebro en condiciones extremas. Los voluntarios, aparentemente en buena forma física, mostraron señales de una clara desorientación temporal, ya que creían haber pasado menos días en la cueva. También afirmaron haber sufrido una desincronización del sueño, de forma que, sin ninguna referencia de la hora que era, algunos durmieron durante el día y otros por la noche.
El grupo, liderado por el explorador franco-suizo Christian Clot, tuvo que acostumbrarse a los 10,5ºC y al 100% de humedad en la cueva de los Pirineos, generar su propia electricidad mediante un sistema a pedales y sacar agua a 45 metros de profundidad. «La humedad es muy impactante. Por el tiempo y la fatiga, la necesidad de alimentos aumenta», dijo Clot a AFP.
Los otros participantes señalaron haber tenido la sensación de que había pasado mucho menos tiempo cuando se les advirtió de que el periodo de 40 días había terminado. «Fue un verdadero shock. Pensé que aún quedaban cinco o seis días», reconoció Emilie Kim-Foo, una enfermera de 29 años que formaba parte del grupo.
Según Clot, fundador del Instituto de Adaptación Humana, ‘Deep Time’ pretende estudiar nuestra capacidad para adaptarnos a la pérdida de puntos de referencia espacio-temporales, una cuestión planteada en particular con la pandemia. Los datos sobre el cerebro y sobre las capacidades cognitivas de los participantes recogidos antes de entrar en la cueva se compararán con los recogidos a la salida para, en particular, estudiar los cambios del sistema nervioso ligados a este entorno excepcional.