El experimento fallido de Vinicius
La sorpresa en el once de Stamford Bridge fue Vinicius. No por su inclusión en el equipo titular, sino por su ocupación sobre el verde. Mantuvo Zidane la defensa de tres por la que ya apostó en el partido de Valdebebas, y en el carril derecho, sin Lucas ni Carvajal, ambos lesionados, el elegido fue Vinicius. Ni Valverde, que hizo de ‘2’ en Anfield, pero llegaba tras dos semanas parado por coronavirus, ni Odriozola, en quien no confía cuando delante hay un miura como el de anoche.
La decisión de Zidane buscaba comprometer a Chilwell, cuya predisposición ofensiva podía quedar atenazada por la presencia de un futbolista vertical y desequilibrante como Vinicius, pero Tuchel planteó una tela de araña por ambas bandas de la que no supo escapar el Madrid. Cada balón que recibía el brasileño, o en su defecto Mendy por el flanco izquierdo, era defendido por un mínimo de tres jugadores del Chelsea. Ayudas generosas que convertían en una pelea contra fantasmas cada incursión por la banda del Madrid. Un ejercicio de impotencia que dejó fuera del partido a Vinicius, desarmado ante la jerarquía defensiva del Chelsea, aburrido de recibir de espaldas y al pie, y de ejecutar conducciones de fuera a dentro sin daño ninguno al Chelsea. Para un futbolista que sufre cuando se le saca de la banda izquierda, llevarlo a la derecha y exigirle un recorrido largo era mandarlo a la guerra sin armas. El experimento se terminó en el 62, con el brasileño sustituido por Asensio.
Marcó el territorio Tuchel, con un sistema trampa e impenetrable para la lenta conducción del balón del Madrid, y también sus jugadores, víboras tras su presa cuando olían un robo como inicio de una transición clara hacia la portería del rival, y al límite en las marcas. En los primeros diez minutos, Hazard, Nacho y Kroos recibieron tres duras entradas que provocaron cierto recelo en cada balón dividido.
Carrilero Sorprendió Zidane ubicándolo en el flanco derecho en una defensa de cinco, pero se le vio fuera de lugar
No solo en fútbol y en oportunidades, en la batalla de la intensidad estaba también claramente por delante el Chelsea, muro en su campo, relámpago en el del Madrid y sombra por todos los rincones de Stamford Bridge. El partido de anoche era lo más parecido a un encuentro de niños contra adultos. El Madrid fue un juguete en manos de un Chelsea que tuvo en su haber un buen ramillete de oportunidades y que solo la falta de puntería y el acierto de Courtois evitaron que tuviera que esperar al minuto 84 para sentenciar la eliminatoria. Llegó el Madrid con muchos de sus jugadores titulares recién salidos de lesión o fundidos de mente y de piernas. El éxito fue mantener vivo el emparejamiento hasta Londres.
er en los que hacemos. Hemos tenido momentos complicados y hay que quitarse el sombrero por este equipo. Tiene carácter, personalidad, y cuando las cosas se ponen complicadas ahí están. Estamos donde queremos y es merecido. En el fútbol no hay milagros».
No le falta razón a Zidane. El Madrid ha llegado hasta las semifinales de la Champions cuando todo el mundo le dio por eliminado, primero en la fase de grupos y luego en la ronda de octavos y cuartos. Ha muerto en la orilla, quedándose a las puertas de la final, pero lo que en otras situaciones hubiera sido una decepción es en estos momentos un motivo de satisfacción. Con 58 lesiones, once jugadores con Covid y una profundidad de plantilla bastante más pobre que en su primera etapa en el banquillo, Zidane ha obrado un milagro, aunque él quiera llamarle trabajo. Seguramente, en su lugar ningún otro entrenador hubiera llevado a esta plantilla a tener opciones de ganar algún título. Ya con la Champions no será posible, pero todavía le queda la Liga.
Los blancos, al límite en un año de muchas lesiones, tienen cuatro partidos muy duros para pelear el título
Con un ojo en el Camp Nou