ABC (Andalucía)

Arrimadas se enroca ante el pasmo de una parte del partido

La dirección trata de implicar a la militancia sin asumir errores por desaparece­r tras el 4-M

- JUAN CASILLAS Por «los que se quedan»

Al filo de la una de la madrugada de la fatídica noche electoral de la semana pasada, un estruendos­o aplauso se escuchó procedente de las plantas superiores de la sede nacional de Ciudadanos (Cs). El partido acababa de caer al infierno del extraparla­mentarismo en la Comunidad de Madrid, pero ese sonido en medio del silencio fue el primer síntoma de lo que iba a ocurrir en los días siguientes en la formación liderada por Inés Arrimadas.

El Comité Permanente, núcleo duro del partido, se reunió tras la comparecen­cia de Edmundo Bal para valorar el «mal» resultado y protagoniz­ó una sesión de ‘coaching’ a horas intempesti­vas clausurada con una ovación de autoayuda ajena a la realidad▶ los madrileños, después de conceder en 2019 veintiséis escaños a Cs, los dejaron sin representa­ción tras dos años gobernando.

La autocrític­a, lejos de convertirs­e en un análisis profundo y sosegado de las causas que han provocado una debacle electoral tras otra desde noviembre de 2019, se limita a admitir el «mal» resultado y a reconocer que no se ha sabido «explicar» por qué es «necesario» el centro político. El resto, conjura del sanedrín de los liberales –ampliado desde el sainete murciano– y confianza en que después de la tormenta el barco siga a flote y se vislumbre tierra firme.

Desde el terremoto que siguió a la moción de censura en la Región de Murcia, Cs ha perdido dos de sus cuatro gobiernos autonómico­s, el grupo parlamenta­rio en la Asamblea de Murcia, senadores, diputados, ha desapareci­do de la Comunidad de Madrid, ha visto cómo dirigentes de peso como Fran Hervías o Toni Cantó se marchaban al PP... El viernes, la última réplica se cobró el adiós de Marta Rivera, la deserción de cuatro diputados autonómico­s en las Cortes Valenciana­s y la rebelión de tres diputados baleares.

Pero en la ejecutiva nacional, de la que formaba parte Rivera, exconsejer­a de Cultura de la Comunidad de Madrid, apenas conceden importanci­a a la hemorragia. O no hay plan para contener las fugas al PP o no se comunica, pero los miembros del Comité Permanente de Cs reivindica­n su propio espacio y sacan a relucir su orgullo▶ «Nos preocupamo­s por los que se quedan en este proyecto, los que comparten los valores y principios del centro democrátic­o español, y esos son por los que vamos a seguir peleando y trabajando», dijo ayer Bal en rueda de prensa, tras la reunión del máximo órgano de dirección del partido. Arrimadas sigue sin atender a los medios de comunicaci­ón desde el fiasco del 4-M.

Pero fuera del Comité Permanente, lo que en él es un cierre de filas en torno a su líder y al proyecto autónomo de Cs se convierte en un cóctel de dudas, estupefacc­ión y temor. El momento político actual, de máxima polarizaci­ón, sumado a la falta de asunción de responsabi­lidades por estrategia­s erráticas como la moción en la Región de Murcia, llevan a dirigentes territoria­les y a algunos miembros del mismo Comité Ejecutivo –dirección ampliada– a criticar el «atrinchera­miento» de Arrimadas y de su entorno más cercano.

Distintas voces críticas consultada­s por este diario de ámbitos muy diversos admiten el pasmo sentido ante la ausencia de explicacio­nes. Por ahora, el partido gana tiempo con la preparació­n de una convención nacional en julio que pretende «relanzar el centro político». Ayer Bal anunció la apertura de nuevos canales de comunicaci­ón para los afiliados

Cierre de filas El núcleo del

partido se bunkeriza y gana tiempo de cara a la convención del

próximo julio

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EP Reunión del Comité Permanente, ayer, en la sede nacional de Ciudadanos

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