La compañía Voadora presenta, bajo la dirección de Marta Pazos, una nueva versión del clásico
thello es, a la vez, víctima y verdugo. Sufre islamofobia y ejecuta un feminicidio que nace de una mentira. Una mentira que, a su vez, surge de la inseguridad y de la creencia de entender como propio lo que no se puede poseer». Son palabras de Marta Pazos, la directora de la compañía Voadora, que presenta en el Teatro de La Abadía una nueva versión de la historia del ‘moro de Venecia’ que Shakespeare convirtió en el paradigma de los celos. Fernando Epelde firma la versión, que interpretan Joaquín Abella, Ángel Burgos, Ana Esmith, Chumo Mata, Mari Paz Sayago y Hugo Torres.
«¿Por qué ‘Othello’ ahora? –se pregunta Marta Pazos– ¿Cómo actualizar el relato desde un lugar que no sea el del privilegio? ‘Othello’ cuenta con una prolija trayectoria de interpretaciones en los siglos posteriores a su estreno y, hasta la fecha, ha dado lugar a diversas percepciones culturales tanto de raza como de género. En el siglo XX originó múltiples debates y reescrituras radicales, pero este montaje nace desde un lugar diferente▶ el espacio periférico otorgado a quien ha vivido sin privilegios. Una nueva visión que se construye con la apertura del espacio íntimo, las conversaciones y acciones del universo femenino a través de los personajes de Desdémona, Emilia y Bianca. Utilizando la comedia como generador de discurso
Fernando Elpede
«Los clásicos lo son por establecer
un diálogo permanente e imprevisible con
el espectador»
«Osobre el dolor y la rabia, nos preguntamos qué podemos hacer, desde nuestro presente, para detener el tiempo en el relato».
E insiste la directora▶ «#BlackLivesMatter, #NiUnaMenos, #Posverdad y #FakeNews se dan cita en una historia escrita hace más de 400 años pero que hoy en día no resulta lejana en el tiempo▶ en España, desde el año 2003, han fallecido 1.086 mujeres a manos de la violencia machista». Incide Fernado Epelde en la eternidad del texto. «La obra pone de manifiesto el problema de los tres cuerpos de Newton utilizando como sujetos a Desdémona, Yago y Othello para ratificar que no podemos calcular el movimiento de tres cuerpos relacionándose el espacio. En cada función, en cada época y en cada instante, los conflictos de estos personajes se reposicionan, garantizando su vigencia a lo largo de los siglos. Este, y no otro, es el rasgo que convierte a los clásicos en clásicos▶ su capacidad para establecer un diálogo permanente e imprevisible con el espectador, sean cuales sean las condiciones espaciales o temporales».
Con la violencia contra la mujer como eje de su propuesta, Marta Pazos ha apostado sin embargo por presentar la obra como una comedia. Lo explica así▶ «Percibo esta obra como una pulsión entre binomios▶ la mentira y la verdad, la delicadeza y la fuerza bruta, la luz y la oscuridad, lo público y lo íntimo, el amor y el odio. Me parecía natural seguir esta relación de contrarios a la hora de formular la puesta en escena. Me produce tanto dolor la historia de violencia machista que se presenta en el Othello que, intuitivamente, me surgió la herramienta de la comedia para digerirla y para poder atacarla con crudeza. La comedia es implacable. Es el espacio para decir la verdad más rotunda».
La directora gallega firma también la escenografía, en la que la piel y sus distintos colores tienen un absoluto protagonismo▶ «El color en mi obra es un elemento capital y el Pantone de la piel humana comprende cuestiones muy complejas de estatus, estigmatizadoras, políticas... Es perverso juzgar a las personas solo por su epidermis, sin conocerlas.
Crítica de teatro
Despojados de piel
Y completa▶ «Queríamos hacer una versión que nos permitiese pasar tiempo en el universo de las mujeres de este drama y abrir un espacio para ellas. Para mí eso pasa también por extender la cuestión de los personajes femeninos a las intérpretes. Y esto nos lleva a poner también encima de la mesa el tema de la identidad. ¿Qué es una mujer? Para mí, está claro que esa condición no depende en absoluto de los genitales. He querido relacionarme con los personajes como si estuvieran despojados de piel y de género, conectando con su más pura esencia y su más profundo conflicto. Existen en este texto cuestiones fortísimas sobre la masculinidad que nos llevan a tirar del hilo hasta llegar a un problema sistémico».
∑Madrid.
Majid Majidi.
Shamila Shirzad, Ali Nassirian, Tannaz Tabatabayi... unque es película iraní no hay por qué asustarse, pues reúne elementos cinematográficos para cualquier gusto▶ es una historia compuesta de aventura infantil, de intriga, denuncia social, con trazas de comedia y con cierto deje o
Aposo de tristeza. Transcurre en Teherán, entre sus calles y trastiendas, y en el centro de ella está un grupo de chavales que malviven de lo que rapiñan y colocan luego a los mafiosillos locales, y en el centro de ese grupo está Alí, de doce años, un personaje vivo, activo, rápido, sometido a la presión de una madre enferma y de una visión del mundo que construye como puede. Lo interpreta el actor Rooholla Zamani, que ganó un premio en el último Festival de Venecia y que tiene un algo (de arriba abajo y de dentro afuera) de aquel Juan José Ballesta de ‘El Bola’.
El ‘macguffin’ argumental es la búsqueda de un tesoro, pero el tesoro de la película consiste en su mirada a la infancia desprotegida, a la educación, a la explotación infantil y a la familia descuajeringada o inexistente. El ritmo es ágil en la intriga y la cámara esponjosa en la descripción social, pero sin perder nunca su inclinación al juego y a las ilusiones y decepciones, con una sutil y hermosa ojeada a la subtrama de la niña (otro portento, Shamila Shirzad) con la que hace hilo sentimental el protagonista.
‘Hijos del sol’ es tan agradable de ver como de haberla visto, pues deja en la boca entre su ligereza, alegría y tristeza, ese huesecillo como de aceituna para mantener el paladeo.