ABC (Andalucía)

Brahim Ghali El incómodo huésped que envenena la relación con Rabat

Enemigo de Marruecos y mucho antes de España, lleva toda la vida en la lucha por la liberación del Sahara. Su ingreso de incógnito en un hospital riojano puede salir caro

- LAURA L. CARO

Envenenada­s. Así están las relaciones entre España y Marruecos desde la hospitaliz­ación en Logroño el pasado 22 de abril del líder del Frente Polisario, Brahim Gali. Lo ha escrito el semanario francés ‘Jeune Afrique’, nacido hace 60 años para «apoyar y participar» entonces en la lucha de los pueblos del continente por su emancipaci­ón. Así es que algo debe saber de esto. El choque con Rabat no es buena noticia▶ es un vecino muy fácil de molestar y muy costoso de reconcilia­r –sí, también en euros– y, por lo que augura la publicació­n, el asunto va a seguir los derroteros del pulso que el Reino alauí está manteniend­o a la vez con Alemania, también a cuenta del Sahara. De momento ha suspendido todo contacto con las institucio­nes de Angela Merkel. Si hacen lo mismo con Pedro Sánchez, miedo da lo que pueda pasar con la inmigració­n y con el terrorismo.

Ghali es el enemigo de Marruecos. Antes lo fue de España. En 1970, a los veinte años, ya estaba combatiend­o por la liberación de la antigua colonia, en la que nació en 1949, y ahí sigue. El recurso a las armas es «un deber nacional y un derecho consagrado» contra la ocupación ilegal del territorio, proclamó al ser elegido en 2016 para encabezar el Polisario, lo que lleva aparejada la Presidenci­a de la República Árabe Saharaui Democrátic­a (RASD) que Madrid no reconoce. Y este otoño, cuando las hostilidad­es se acabaron yendo de las manos en Guerguerat, frontera con Mauritania, no dudó en decretar la guerra con Rabat. Adiós a un alto el fuego de dos décadas.

La prensa marroquí publicó que había sido herido –muerto, se llegó a contar– en un ataque el 7 de marzo y a estas alturas no está muy claro si ha sido eso, el Covid o un cáncer lo que le ha traído al ingreso en La Rioja. El caso es que entró a España con el nombre falso de Mohamed Benbatouch, y según el ‘Jeune Afrique’ que tanto maneja, a petición de Argelia (santuario polisario), que también pidió a Sánchez la promesa de que Ghali no va a ser perseguido por la Justicia. Y es que, a todo esto, la Audiencia Nacional admitió hace unos meses una querella contra él de un bloguero que le acusa haberle dete

Rabat está envalenton­ada desde que Trump reconoció su soberanía sobre el Sahara. Ya ha abierto una crisis

con Berlín por cuestionar­lo y ahora amenaza a

Madrid

nido, amenazado y «sometido a golpes y descargas eléctricas» en los campamento­s de Tinduf en 2019.

Conviene no perder de vista los acontecimi­entos en torno a este huésped un tanto incómodo. Marruecos está muy envalenton­ado. Desde que Donald Trump les regaló en diciembre, según recogía los trastos de la Casa Blanca, el reconocimi­ento de EE.UU. a su soberanía sobre el Sahara, se han crecido y no paran de reavivar las cuentas más sensibles que tienen pendientes por ahí, una tras otra. Lo de Ghali les ha venido de perlas para dárselas de ofendidos, y apretar al Gobierno de Madrid, por mucho que los de Sánchez digan que toda esta hospitalid­ad responde a «razones humanitari­as».

Los contencios­os que Rabat puede agitar no son menores. Está el cierre fronterizo con Ceuta y Melilla, que sigue, también las aspiracion­es de ampliar su espacio marítimo hasta las Canarias. El vecino del sur multiplica las advertenci­as y eleva el tono sin que nadie le responda. El sábado avisó de que «sacará todas las consecuenc­ias». El partido oficialist­a también ha avisado de que lo de Ghali es «inaceptabl­e».

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EFE Brahim Gali, secretario del Frente Polisario
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