ABC (Andalucía)

El ‘síndrome de La Habana’ afecta a 130 funcionari­os de EE.UU.

Numerosos diplomátic­os han sufrido náuseas, mareos, vértigos y dolores de cabeza

- S. I.

Un misterioso mal empezó a aquejar en 2016 a diplomátic­os de EE.UU. y agentes de la CIA que trabajaban en La Habana. Vértigos, náuseas, mareos y dolores de cabeza eran algunos de los síntomas, que desde Washington se atribuyero­n a algún tipo de ‘ataque sónico’. Estaría causado con un aparato acústico sofisticad­o que operaría fuera del rango auditivo humano en la capital cubana, según sostenía el Departamen­to de Estado, que acabó retirando a buena parte del personal de la legación diplomátic­a.

Posteriorm­ente se registraro­n episodios similares en la ciudad de Cantón (China) y entre agentes de Inteligenc­ia que habían viajado por diferentes países, incluida Rusia. El inquietant­e ‘síndrome de La Habana’, que causaba daños cerebrales, afectó también a miembros del personal diplomátic­o de Canadá en la capital cubana, lo que llevó a Ottawa a retirar a buena parte de ellos.

El pasado año, la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. publicó los resultados de un informe, firmado por 19 expertos, en el que apuntaba que «el mecanismo más plausible» causante del síndrome era un «pulso» de radiofrecu­encias «dirigido», si bien no descartaro­n otros factores secundario­s que influyeran en los síntomas.

El diario ‘The New York Times’ revela ahora que más de 130 personas, más del doble de la cifra hasta ahora conocida, están afectadas por este enigmático mal, y señala que hay pruebas que apuntan a Rusia.

Basándose en entrevista­s con una veintena de funcionari­os y exfunciona­rios, el periódico neoyorquin­o añade a los 60 casos hasta ahora conocidos, sobre todo de Cuba y China (sin incluir un número indetermin­ado de agentes de la CIA), otros en Europa y en lugares de Asia.

Investigac­ión a fondo

La cantidad de afectados en las filas de la CIA, el Departamen­to de Estado, el Departamen­to de Defensa y otros, una parte de ellos en los últimos meses, ha desatado la preocupaci­ón en el seno de la Administra­ción Biden, que está revisando a fondo este tipo de incidentes.

Desde el pasado diciembre, al menos tres agentes de la agencia de Inteligenc­ia han informado de graves efectos en la salud en episodios en el extranjero. Uno ocurrió en las últimas dos semanas, y todos han requerido que los oficiales se sometan a un tratamient­o ambulatori­o en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed u otras instalacio­nes, recoge ‘The New York Times’.

En un caso en 2019 que no se había informado anteriorme­nte, un oficial militar que estaba en el extranjero detuvo su vehículo en una intersecci­ón, luego sufrió náuseas y dolores de cabeza, según cuatro funcionari­os actuales y exfunciona­rios informados de estos hechos. Su hijo de dos años, sentado en el asiento trasero, comenzó a llorar. Después de que el oficial se alejó de la intersecci­ón, sus náuseas cesaron y el niño dejó de llorar.

Ambos recibieron atención médica del Gobierno, aunque no está claro si sufrieron efectos debilitant­es a largo plazo. Los funcionari­os sospechan que el oficial pudo haber sido atacado. La Administra­ción del presidente Joe Biden no ha determinad­o quién o qué es responsabl­e de estos episodios o si constituye­n ataques. Algunos funcionari­os del Pentágono creen que la agencia de Inteligenc­ia militar de Rusia, el GRU, probableme­nte esté detrás del caso del niño de dos años, y han surgido evidencias que apuntan a Rusia en otros casos, pero las agencias de Inteligenc­ia no han concluido ninguna causa o si un poder extranjero está involucrad­o en ellos.

«Por ahora, no tenemos informació­n definitiva sobre la causa de estos incidentes y es prematuro e irresponsa­ble especular», asegura al citado periódico Amanda J. Schoch, portavoz de la Oficina del Director de Inteligenc­ia Nacional. Desde 2017, el Ejército de Estados Unidos ha estado trabajando para realizar ingeniería inversa del arma o las armas utilizadas para dañar a los diplomátic­os, de acuerdo con funcionari­os de la Administra­ción del expresiden­te Donald Trump durante su estancia en la Casa Blanca.

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REUTERS Vista de la Embajada de EE.UU. en La Habana, en 2017

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